Un Enfoque Normativo Para Enfrentar La Desigualdad Social

Sin embargo, en cualquier escenario, especialmente el actual, parece inconcebible abandonar la pelea contra la pobreza, aunque el discurso contra la desigualdad esté en su auge de popularidad. La misma inversión que se hace en bonos y subsidios podría hacerse para inversión en productividad a través de la creación de pequeñas y medianas empresas, subsidios de contratación de mano de obra, inversión en educación, políticas para estimular la igualdad, and so forth. Medidas que dependiendo de la naturaleza de cada país puedan llevarse a cabo, pero con un denominador común, que sean medidas sustentables en el tiempo con resultados a mediano y largo plazo. Es preciso advertir que incluso los países más igualitarios exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial.

Así lo determinó la tercera versión de la Radiografía de Género del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Denisse Sepúlveda es sociólogo, doctora en Sociología (Universidad de Manchester), investigadora postdoctoral del Centro de Estudios del Conflicto y Cohesión Social (COES) e Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales (IEUT-PUC).

Así, el diseño mismo del sistema tributario explicaría por qué la desigualdad antes y después de impuestos y transferencias es particularmente acotada en el caso chileno. En educación, Chile es el segundo país de las OCDE con la mayor privatización de su sistema educacional. En 2016 el 37% del gasto en instituciones de educación provino de fuentes privadas, cifra que representa más del doble del promedio de los países de la OCDE (16%). La misma OCDE también destaca que en educación superior Chile tiene las universidades con los segundos aranceles más altos después de Estados Unidos.

Abordar el desafío de reducir las desigualdades y la exclusión requiere, en primer lugar, entender sus causas, sus raíces históricas, sus formas de reproducción y sus consecuencias sobre la vida de las personas. En simple, éste consiste en que las personas paguen todos los años una proporción determinada de sus ingresos. Considerando que los ingresos totales provienen de distintas fuentes con distintas particularidades (trabajo, empresas, mercado financiero, and so forth.), su diseño es complejo y varía mucho entre países. Dicho lo anterior, no creo que la de ingreso sea la desigualdad más relevante para explicar el estallido social. En cambio, en este texto sostengo –como hipótesis– que hay dos tipos de desigualdades que están relacionadas con la desigualdad de ingreso y que tienen una relación más directa con el estallido social, a saber, la desigualdad de exposición a la incertidumbre y la desigualdad de poder. 3 En explicit, mientras la primera podría explicar por qué amplios sectores de la población están tan “descontentos con el modelo”, la segunda desigualdad explicaría por qué este descontento no se canalizó de forma gradual a través de la institucionalidad política y tuvo que explotar de esta manera.

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Recordemos, además, que la realidad socioambiental de Aysén está marcada por la alta contaminación atmosférica asociada al consumo de leña húmeda. En esta línea, la máxima autoridad del país afirmó que “Los chilenos y chilenas hemos entendido que enfrentar estos desafíos tiene sus complejidades, pero por otro lado, es nuestra oportunidad y responsabilidad histórica. Por eso, como Gobierno que representa a las mayorías, nos hemos puesto colectivamente en marcha.

Para un desarrollo más pormenorizado este delicado asunto, me permito remitir a mi investigación teológico-cultural publicada recientemente, con ocasión del 50° aniversario de la Conferencia de Medellín (Verdugo & Arellano, 2019). Luego de lo ocurrido en los últimos años en el país, está claro que la desigualdad ha erosionado la confianza en las instituciones y ha desgastado el tejido social. Factores como la salud, la educación y el empleo, no están operando de manera adecuada y perjudican especialmente a los grupos desigualdad social 2022 prioritarios para la política social. Esta situación, a su vez, limita las posibilidades de progreso de las sociedades, ya que se pierden capacidades de generación de nuevos negocios y otras instancias de mejora del bienestar de la sociedad. Por último, la desigualdad tiende a causar situaciones de conflicto social que, a su vez, pueden derivar en consecuencias que afectan las posibilidades de desarrollo, ya sea a través de situaciones de inestabilidad política o por el tipo de políticas económicas implementadas.

Mientras que las tasas de educación y alfabetización están aumentando en todo el mundo, no queda claro si se está disminuyendo la desigualdad educativa. Por eso, hay necesidad de aumentar la educación en los sectores en crecimiento como la tecnológica y habilidades sociales específicas adaptables al mundo que actualmente se necesita movilidad ocupacional. Además, esta desigualdad también conduce a la pobreza, creando un ciclo en la relación.

Profesora en Stanford, la socióloga chilena radicada en California presentó en Santiago los hallazgos de una investigación sobre movilidad intergeneracional en Chile, siempre en conexión con la desigualdad. No cualquier nivel de desigualdad es negativo, plantea, pero sí el que se observa en el país. Desde el estallido social en 2019, quedó en evidencia que la desigualdad es el mayor problema que tiene Chile. Porque los que están en la parte de abajo de la balanza no sólo no han podido aprovechar las ganancias de este país pujante, sino que peor aún, la han visto pasar frente a sus ojos sin poder siquiera disfrutar un pedacito de ella. Para finalizar, Matías Cociña agradeció el estudio y mencionó que es un tesoro tener los datos antes y posterior al estallido social.

Por el contrario, es el diseño institucional y las políticas públicas los que han permitido que eso ocurra. En otras palabras, son decisiones políticas las que han transformado la globalización en desigualdad. Si bien estos indicadores aún no alcanzan la relevancia que tiene el coeficiente de Gini en el debate público, en parte porque su disponibilidad es más reciente, hoy son el estándar en el debate académico sobre desigualdad. En un esfuerzo inédito por acercar la evidencia científica al debate público, un grupo de investigadores crearon una base de datos de acceso abierto que permite un análisis más sistemático de la desigualdad a nivel global. Sin embargo, no son suficientes para entender el problema en su globalidad y pueden inducir a conclusiones erróneas. Este número nos sitúa en el lugar 24 en términos de desigualdad sobre el whole de 159 países con datos disponibles, y nos corona como el país más desigual de la OCDE.

Parece existir una relación bastante directa entre los niveles de desigualdad sobre la ocurrencia de conflictos, que tiene que ser estudiada con mayor profundidad. Muchos trabajos de investigación han tratado de identificar desigualdad social en el mundo cuán importante es la relación entre desigualdad y desarrollo, y los mecanismos para explicar dicha relación. Una de las conclusiones es que ella opera vía mecanismos más indirectos de lo que se creía.

Además, una de las principales limitaciones del estudio es que fue realizado con estudiantes universitarios, quienes tienen características específicas como su edad o el contexto cotidiano que experimentan, que no siempre pueden generalizarse al resto de la población. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, es importante resaltar que estos resultados también se han replicado en otros contextos con población basic (ver García-Castro et al., 2019). No ser capaces de establecer un pacto social que reconozca el nuevo marco de injusticia que la sociedad chilena ha construido, implica el riesgo de que el pueblo abandone la democracia, tal como la democracia, en la forma que ha tenido hasta ahora, parece haberle abandonó a él. La razón es que los distintos componentes del ingreso tienen particularidades que, para ser eficientes y respetar principios normativos, requieren atención en cada uno de sus detalles. Recomendamos al lector las siguientes columnas que explican con mayor detalle algunos elementos del impuesto al ingreso del sistema chileno, en particular, cómo funciona la integración, y cómo funciona la base tributaria y cuáles son los detalles del diseño que facilitan la evasión y elusión a través de los ingresos empresariales (ver aquí y aquí). [9] Existe una tradición académica que sugiere que si no se le pueden poner impuestos a todos los bienes de consumo, el impuesto al consumo óptimo posiblemente impondrá distintas tasas a distintos bienes.

Espero que este ejercicio teológico sea una contribución en la necesaria atención que requieran las desigualdades que hoy día hieren a la humanidad y a nuestra sociedad, en explicit. Por modesto que sea este ejercicio de discernimiento en medio de los turbulentos acontecimientos del presente, nos anima la esperanza formulada por el Concilio Vaticano II (1965) en la constitución Gaudium et spes, de que “la fe […] orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas” (n° 11). En otras palabras, se hacen cambios desde el Estado a través de las leyes, pero estos no se comprenden, entonces es desde la política donde tienen que entenderse para que sean explicados adecuadamente a la sociedad y la ciudadanía pueda entenderlo.

Por lo mismo, ahora más que nunca tenemos la obligación ethical de hacernos cargo de la desigualdad acumulada por tantos años en nuestro país. Desde el 2006, cuando la pobreza bordeaba el 30%, dicho índice venía decreciendo a un ritmo acelerado, hasta llegar a un eight,6% en el 2017. La pandemia hizo caer el PIB un 5,8% el año pasado y alcanzamos un techo en la tasa de desempleo del thirteen,1%, cifras que no veíamos desde la disaster económica de la década del 80. Los índices económicos se desploman, la pobreza crece por primera vez en quince años y sufren los mismos de siempre.