Debatir y proponer soluciones para hacer frente a la desigualdad en América Latina es el objetivo de esta segunda versión del congreso, que se desarrollará entre el 13 y el 15 de noviembre de 2024. Académicos, estudiantes e investigadores de México, Colombia, Chile y la región están invitados a participar y presentar sus ponencias. Algo que también se estudió fue el impacto del estallido social y la pandemia en la construcción, sector que se vio afectado en 25 comunas, donde disminuyó esta actividad, y en 20, donde hubo retrocesos en el pago de las patentes comerciales dejando una pérdida de $80 mil millones.
La pandemia también provocó el mayor aumento de la desigualdad entre países en tres décadas. En el contexto de disaster socio-sanitaria en el cual nos encontramos a raíz de la pandemia por covid-19 observamos como otra vez la pobreza, o más bien, el empobrecimiento que afecta a vastos sectores de la población, vuelven a irrumpir con fuerza en la agenda pública y el debate nacional. Problema y debate público que sin embargo no se agota en la pandemia, sino que se complejiza en el marco del proceso constituyente que vive el país, y de las demandas por mayores niveles de igualdad y justicia social a la base de las movilizaciones sociales de los últimos años, especialmente desde octubre de 2019. A más de treinta años desde el inicio de la transición el país experimenta una irrupción pública de sus conflictos, entre ellos, el de la desigualdad y sus múltiples manifestaciones, incluyendo al área de la política social. Elementos críticos de nuestro sistema de política social que en el marco de los procesos de politización y movilización social que atraviesan a la sociedad chilena han implicado el surgimiento de demandas por políticas sociales de mayor universalidad e impacto distributivo. Un aspecto fundamental de la pobreza se refiere a la autonomía económica, es decir, al hecho de que las personas cuenten con ingresos propios que les permitan satisfacer sus necesidades.
Este tipo de desigualdad cubre varias áreas de la vida de las personas, desde sus relaciones personales y familiares, hasta la vida social de las mismas. Otra forma de medir esta desigualdad es el índice Palma, nombrado así en honor al economista chileno José Gabriel Palma (1947-). Este índice divide el ingreso nacional bruto del 10 % de la población (la más rica) por el del 40 % de la población (la más pobre). Utilizando el ingreso mínimo de 1,ninety USD implica que esta línea de la pobreza se enfoca más en el análisis de los países menos desarrollados. Otras líneas han sido establecidas para países de ingresos medios bajos (3,20 USD) y países de ingresos medios altos (5,50 USD). Una característica de este tipo de pobreza es que cambia según el nivel de ingreso medio dentro de un determinado país a lo largo del tiempo.
Y es que la desigualdad social en Colombia es un tema que ha persistido a lo largo de los años. La brecha entre ricos y pobres es notable, y se refleja en diferentes esferas de la vida diaria, desde el acceso a la educación y la salud, hasta las oportunidades económicas disponibles para distintos sectores de la población. En definitiva, acabar con la pobreza extrema la desigualdad social y la concentración de la riqueza es tan solo uno de los 17 ODS establecidos para avanzar hacia un desarrollo global sostenible y ni siquiera implica erradicar la pobreza, pero sin duda se trataría de un importantísimo hito para la humanidad, que está a nuestro alcance. Sabemos cuáles son los desafíos que tenemos por delante y dónde, así como las políticas que se necesitan para lograrlo.
Al trabajo no remunerado, las mujeres pobres destinan 5.4 horas diarias, y las no pobres, four.4 horas diarias; mientras que los varones dedican 1.3 horas en los hogares pobres y 1.6 horas en los hogares no pobres. La carga whole de trabajo es de nueve horas diarias para los varones pobres, 9.3 horas diarias para los varones no pobres, 9.4 horas diarias para las mujeres pobres y 10.3 horas diarias para las mujeres no pobres. El trabajo no remunerado constituye un concepto central en el análisis de la pobreza desde la perspectiva de género y forma parte de lo que se denomina ‘la economía del cuidado’. Otra de las contribuciones del enfoque de género al análisis de la pobreza ha sido el visibilizar la discriminación tanto en las esferas públicas como al inside de los hogares, evidenciando en ambas esferas relaciones de poder y distribución desigual de recursos.
Se trata de un marco aún más necesario en este mundo devastado por el coronavirus, y que ofrece una dirección estratégica más pertinente que nunca. Aplicamos una perspectiva feminista a todos nuestros análisis y abordamos la justicia de género y los derechos de las mujeres en todas nuestras acciones. Estas mediciones de pobreza individual ilustran sus ventajas para visibilizar situaciones de pobreza que permanecen ocultas a las mediciones tradicionales de pobreza, demostrando las mayores limitaciones de las mujeres para ser autónomas en términos económicos. El IPM también se puede desagregar para revelar las privaciones dimensionales que más contribuyen a la pobreza de un grupo dado. Esta segunda característica clave – desglose dimensional de postidentificación– no está disponible con la proporción de recuento estándar y es particularmente útil para la política. La última variable metodológica se refiere al vector de ponderación aplicado con el fin de agrupar diferentes dimensiones.
La desigualdad de oportunidades que afecta a las mujeres para acceder al trabajo remunerado afecta sus posibilidades de ser autónomas en términos económicos. Desde esta perspectiva es posible visibilizar la situación de pobreza de algunos grupos la desigualdad social y la pobreza de personas que habitualmente permanece oculta. Un ejemplo de ello son las personas que aun cuando viven en hogares no pobres, individualmente no cuentan con ingresos propios que les permitan satisfacer de manera autónoma sus necesidades.
Este marco amplió la muestra a 335 comunas e incluyó la dimensión socioeconómica en el proceso de estratificación territorial. Para el relator, es hora de acabar con el mito de que la desigualdad es un incentivo que anima a la gente a trabajar más. Aprovechamos el poder y la influencia de la tecnología digital abriendo espacios digitales y explotando el potencial que ofrecen para los y las activistas en pro de la justicia social.
En Bolivia, la metodología propuesta empeoraría los resultados estadísticos en 20 puntos porcentuales, incrementando a fifty one,1% la pobreza infantil obtenida en función de los ingresos. Sobre todo en los países que con la sola consideración de los ingresos ya mostraban altas tasas de pobreza (por ejemplo, Guatemala y El Salvador), el uso del enfoque multidimensional revela que parte de las supuestas mejoras sociales constituye una ilusión5. De cualquier modo, más allá de la relativización del proceso, la reducción de la pobreza alcanzada en la región a partir de 2002 sigue siendo impresionante. A ello contribuyeron no solo los años de growth económico y la consecuente expansión de las relaciones formales de empleo, sino también los innovadores conceptos aplicados (por ejemplo, las transferencias monetarias condicionadas) y, en parte, el marcado aumento del salario mínimo, aun cuando se hayan infringido con frecuencia las disposiciones pertinentes.
La pobreza y la desigualdad son dos términos que se relacionan entre sí, pero que no siempre van unidos. En ocasiones existe mucha desigualdad entre los más ricos y los más pobres, pero igualdad entre el grueso de la población. “Ha habido momentos en la historia en los que la mayor parte de la sociedad tenía pocos bienes materiales y period pobre, y una parte muy pequeña, la nobleza o la monarquía, era muy rica. — Puesta en marcha de políticas efectivas de protección social de las poblaciones vulnerables, que impidan reversiones de los avances logrados. Se trata de establecer redes de protección y aseguramiento frente a todo tipo de riesgos, como la enfermedad, el desempleo, desastres naturales o sequías. En Europa, este tipo de políticas está asociado a los estados del bienestar, mientras en otros países se han seguido estrategias mixtas con mayor participación del sector privado.
Desde la Casa Central de la Universidad de Chile, el ministro de Desarrollo Social y Familia, Giorgio Jackson y la subsecretaria de Evaluación Social, Paula Poblete, presentaron los primeros resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica, Casen 2022. Los datos reflejan un escenario positivo para el país, dado que se retoma la senda decreciente de la pobreza en Chile. Es más, esa cantidad representa aproximadamente la mitad de los ingresos tributarios que se estima que se evaden cada año en paraísos fiscales, o menos de la mitad del dinero perdido anualmente en juegos de azar en solo diez países de todo el mundo. Además, la reducción de la pobreza se mantuvo incluso en medio de enormes crisis internacionales, entre ellas la llamada Gran Recesión que comenzó en 2007. La única excepción fue la disaster asiática de finales de los noventa, que provocó un aumento de la pobreza por un corto periodo de tiempo, tanto en términos relativos como en números absolutos. Por ejemplo, sobre la salud, el relator indica que “la pobreza y la mala salud están interrelacionadas.
La pobreza está relacionada con el acceso desigual y limitado a los recursos productivos y con la escasa participación en las instituciones sociales y políticas. La pobreza deriva de un acceso restrictivo a la propiedad, de un ingreso y consumo bajo, de limitadas oportunidades sociales, políticas y laborales, de bajos logros en materia educativa, en salud, en nutrición, y del acceso, del uso y management sobre los recursos naturales, así como del acceso a otras áreas del desarrollo. El desarrollo, la pobreza y la desigualdad son conceptos diferentes aunque se encuentren intrínsecamente relacionados.
No es fácil fijar un momento exacto en que unas comenzaron a ser más ricas y otras más pobres. Sin embargo, podemos encontrar el germen de la desigualdad económica en los inicios de la industrialización. Además, el impacto de las medidas de austeridad que están provocando un grave deterioro de las condiciones sociales y económicas del pueblo de Puerto Rico y la privatización de servicios esenciales, como la energía eléctrica, lo que ha provocado el encarecimiento del costo de vida en una economía ya precaria. Así lo ha indicado el Fondo Monetario Internacional (FMI), que señala que ese aumento de la polarización por ingresos y riqueza perjudicaría más a los trabajadores de más edad.