El Ministerio de Desarrollo Social presentó los resultados de la encuesta Casen en pandemia, que mostraron un preocupante aumento de la pobreza en Chile, llegando al 10,8% de la población, lo que equivale a 2 millones 100 mil personas. Este estudio fue realizado entre octubre del 2020 y febrero de 2021, en plena pandemia y durante el inicio de la vacunación masiva contra el Covid-19. Con la elección de los gobernadores y gobernadoras regionales se podría avanzar parcialmente en este último punto, pero ello requeriría el traspaso de una serie de atribuciones de las que el gobierno central ha sido reacio a desprenderse. En la ley de descentralización falta un reconocimiento claro de que lo regional y lo metropolitano son ámbitos distintos, que requieren tratamientos, instrumentos y políticas diferenciadas.
Actualmente un 55,4% de la población mundial vive en ciudades (Demographia World Urban Areas, 2018) y Chile no está lejos de esta realidad mundial. Más aún, es uno de los países más urbanizados de América Latina (ONU-Habitat) y tiene más del 87% de la población habitando en la ciudad (PNUD, 2014). Dentro de estas cifras, la población se concentra principalmente en tres ciudades, liderando el Gran Santiago con un 39%, siguiendo el Gran Valparaíso con un 6,6% y luego el Gran Concepción con un 6.5% (CENSO, 2017).
En relación al porcentaje de EA, hasta el 2008 se observó una tendencia al alza, alcanzando un 16,6% del complete de NV, reduciéndose posteriormente a 14,4% el 2012. Al analizarlo por grupos etarios, se observó igual tendencia entre los 15 y 19 años; sin embargo, entre los 10 y 14, no existió una tendencia clara. En tanto, la tasa de FA aumentó progresivamente hasta 29,1 en 2009, disminuyendo posteriormente a 26,1 en 2012, con similar comportamiento en ambos grupos etarios 26. Destacando que, en el caso de las industrias manufactureras no existen grandes diferencias en la estimación, puesto que un 51% aproximadamente de mujeres con discapacidad se desempeñan en esa área y en el caso de los hombres con discapacidad, el porcentaje corresponde a un 49% aproximadamente.
A través de un análisis de convergencia, se concluye que en Chile, las regiones más pobres y desiguales, tienden a crecer más que aquellas más ricas y equitativas. Es decir, las regiones más perjudicadas convergen buscando alcanzar a los territorios más favorecidos del país. Lo que marca la desigualdad en Chile, es el aún elevado nivel de desigualdad y su persistencia, a pesar de la mencionada convergencia. A modo de ejemplo, el Gini de la Región Metropolitana para el año 2017 es de 0,50, levemente por sobre el de Chile (0,49), pero muy por sobre el de otras regiones, tales como la de O’Higgins (0,40), Arica y Parinacota (0,41), Tarapacá (0,42) y Antofagasta (0,43). De hecho, el segundo lugar del rating de desigualdad en Chile lo ocupan La Araucanía, Aysén y Los Ríos, todas con coeficientes de Gini de 0,47, lo que constituye una diferencia no menor respecto de la Región Metropolitana y del promedio nacional.
En consecuencia, el país se encuentra en una época de constantes protestas sociales de diversa índole y es cada vez más frecuente que las regiones se manifiesten en contra de un Gobierno central, que no ha sido capaz de satisfacer las necesidades de un territorio tan heterogéneo como Chile (Mieres, 2015). Es imperativo que la distribución de la riqueza en Chile sea más equitativa; que el crecimiento económico sea más inclusivo y que se facilite la movilidad económica y social de la población chilena. Para alcanzar este mayor nivel de desarrollo y por ende el mejoramiento de la calidad de vida de la población, es necesario que el proceso hacia la equidad considere las diferencias territoriales del país. Otro dato relevante, es la pobreza multidimensional que ha tenido una baja sostenible de 6 puntos porcentuales, del 21,3% estamos en el 15%, lo que nos deja contentos como gobierno, pero también, nos pone desafíos importantes de mantener las políticas públicas para que podamos tener datos más bajos”.
Con el objeto de mantener una consistencia de este indicador con estándares internacionales, en nuestro análisis el nivel mínimo de intercambio de empleos que aplicamos consiste en un flujo de un 15%, lo que es idéntico al flujo actualmente utilizado en Estados Unidos(OMB 2010) y se sitúa en el rango del flujo entre un 15% y un 20% aplicado en los países europeos (Antikainen 2005). En este artículo, por el contrario, asumimos que el trabajo de las personas y en consecuencia sus ingresos, son centrales para describir su integración al territorio. Además, adoptamos como nuestra la premisa de que las ciudades desempeñan un papel clave en el ordenamiento actual de los territorios en un país como Chile, ofreciendo a sus habitantes un mercado de trabajo dentro de sus límites urbanos. Esta dinámica cada vez mayor, conduce a definir territorios que agrupan municipios, reconociendo que las ciudades constituyen una entidad geográfica con un significativo núcleo poblacional, a las que se vinculan comunas adyacentes que tienen un alto grado de integración con ese centro.
Las diferencias en el acceso a equipamientos, en las condiciones laborales, en la calidad de los establecimientos de salud, en los tipos de trabajo –que se diferencian en la posibilidad de mantenerse en casa sin exponerse al contagio–, en el tamaño de las viviendas –que permite aislar a los contagiados–, etc., resultan en tasas de mortalidad diferenciadas. El trabajo del PNUD destaca que un punto de partida en esta desigualdad, en cierta forma fue la asignación de tierras realizada en la colonia a españoles y sus descendientes blancos, el inicio de la clase alta chilena. «Estructura social que se perpetuó a través de la hacienda, la cual dividió a la sociedad en patrones, empleados, inquilinos y peones con diferencias de recursos y poder muy significativas. Desde entonces la brecha de ingresos ha oscilado en distintos momentos, pero a la larga se ha mantenido bastante estable desde mediados del siglo XIX», dijo el documento. Frente a esta preocupación, el director del CER Regional reflexionó que “tengo la con-vicción que, con los mismos recursos y haciendo las cosas en forma diferente, se puede avanzar mucho en tener un modelo de sociedad más justo. Me consta que las imperfecciones del mercado generan un gigantesco costo social al sistema económico chileno. Si se mejora la efi-ciencia técnica, económica y social del gasto fiscal y se intervienen los mercados con imperfecciones, el desarrollo económico del territorio se hará cada vez más seen y se acallarán genuinamente los desgarradores gritos de un pueblo que clama por mayor justicia social”.
En este ambiente, la migración hacia zonas urbanas (especialmente de los más jóvenes) en búsqueda de mejores oportunidades, precariza aún más la vida rural y de la población que optó por migrar”. Existe una distancia inabordable entre las oportunidades educativas que se brinda en instituciones privadas y la realidad de las escuelas públicas. El acceso a educación de calidad y el entorno crean diferencias desde el primer día de clases, que pueden persistir toda la vida de una persona, “marcando” socialmente a cada niña o niño afectando los conocimientos, relaciones sociales, el lenguaje, el desarrollo de habilidades y oportunidades, que se traducirán en empleabilidad, éxito profesional y movilidad social.
Más allá de los ingresos, resultaría de interés examinar cuáles son los niveles de carencia en los diversos tipos de territorios con respecto a otras dimensiones claves que son objeto de las políticas públicas, tales como educación, salud, vivienda y empleo. También han sido estudiados los viajes diarios de una persona como una actividad asociada a las redes sociales de las que forma parte, las que en Chile influyen en las desigualdad opinion desigualdades sociales (Carrasco y Miller 2009, Carrasco y Cid-Aguayo 2012). Habitar en un tipo específico de territorio podría incidir en estas múltiples dimensiones de las desigualdades sociales. “En Chile, en el ámbito educacional, las oportunidades que se tienen en la infancia parecen tener profundos efectos, casi determinantes, sobre las oportunidades futuras de una misma persona” (Senado de la Nación, 2012, pp. 74).
Asimismo, implica altos costos para los sistemas sanitarios debido al mayor riesgo de estos embarazos. Se ha visto que las adolescentes tienen mayor morbimortalidad gestacional, tasa de complicaciones obstétricas, cesáreas, parto instrumentalizado y riesgo de resultados adversos neonatales (bajo peso de nacimiento, prematurez y mortalidad infantil) 3-6. Sin embargo, no está claro si estos riesgos se deben a inmadurez biológica o a factores sociodemográficos 3, 7-12. El promedio de los ingresos por trabajo per cápita disminuyeron en 9 de 10 deciles en 2020 respecto al levantamiento de 2017 y el promedio de ingresos del trabajo per cápita del primer decil (grupo de menores ingresos) llegó a $7.024 en 2020, habiéndose reducido en $71.147 con respecto a 2017. En el marco del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la Especialista en Políticas Sociales de UNICEF, Paula Pacheco, explicó que “la pobreza y la vulnerabilidad no son solo una privación de recursos materiales, sino también sociales, culturales y emocionales, afectando de forma significativa el bienestar integral de los niños, niñas y adolescentes. Impide que puedan ejercer sus derechos, alcanzar su potencial y participar de forma plena y en igualdad de la sociedad”.
“Sostuvimos valiosas reuniones con instituciones locales y regionales que nos permitieron intercambiar sobre los problemas y necesidades a nivel territorial. En base a una pauta predefinida, estas reuniones fueron realizadas por profesionales de diversas disciplinas de las ciencias sociales y posteriormente analizadas, bajo la coordinación del Dr. Diego Solsona-Cisternas”, señaló el profesor Mac-Clure. Los datos muestran que, si bien el salario mínimo es un parámetro político, en basic los países con mayores niveles de PIB per cápita y productividad laboral también tienden a tener mayores salarios mínimos en dólares ajustados por poder de paridad de compra. Por eso, es necesario generar más y mejores empleos sin olvidar que la pobreza tiene múltiples dimensiones además del ingreso. Si las políticas públicas, continúan con su tendencia a ser focalizadas y no universales, este debería girar hacia las familias de regiones. A partir de cifras oficiales con perspectiva de género, producidas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), se puede conocer y analizar las brechas e inequidades que afectan a las mujeres en nuestro país, a fin de orientar políticas públicas que permitan prevenirlas y erradicarlas.
De hecho, las diferencias en el financiamiento municipal, en el estándar de los proyectos públicos y en la cobertura de los servicios privados es abismal. Lo que debiéramos proponernos es que la nueva Constitución diera un paso adelante estableciendo el deber del Estado de asegurar recursos equivalentes en todos los territorios, la misma calidad en los proyectos públicos y la promoción activa de una distribución equitativa de los equipamientos privados, consagrando así una igualdad de trato a sus habitantes. Las regiones que presentan las tasas más bajas de la pobreza multidimensional son Magallanes (6,9%), Aysén (14%), Biobío (14,1%) y Maule (15%). Pese a que no hubo regiones en que no exista disparidad en los ingresos, ni que ésta sea favorable para las trabajadoras mujeres, sí se registraron sectores con diferencias que se acercan al perfect desigualdad pandemia de salarios. Tal es el caso de Los Ríos, con un (4,8%) y Aysén (3,1%) donde prácticamente no se percibe discriminación por género.
La tipología elaborada aporta una representación cuantitativa aplicable en análisis estadísticos y proporciona un marco para estudiar las subjetividades de las personas, estratos sociales y actores en los territorios. Pero estos tipos de territorios deben entenderse como una delimitación provisional y tentativa para comprender la forma como es construido socialmente un territorio, lo que no es independiente de las desigualdades sociales en su inside y en comparación a otros territorios. En tercer lugar, las ciudades y centros urbanos se caracterizan, además de su tamaño poblacional y densidad, por la intensidad de las interacciones de las personas y actividades al inside del área abarcada en cada caso. Un aspecto central de esa interacción consiste en formar parte de un mismo mercado de trabajo desde el punto de vista territorial, como se refleja en los viajes diarios desde el lugar de residencia al lugar de trabajo, los cuales ocurren preponderantemente al interior del área de la ciudad. A nivel de regiones, las mayores tasas de pobreza multidimensional corresponden a las regiones de Tarapacá (23,8%), Atacama (20,3%), La Araucanía (19,8%) y Los Lagos (19,7%). 12Los cambios metodológicos de la Encuesta CASEN aplicados a partir del año 2013 tuvieron también un impacto en el cálculo de los indicadores de desigualdad de ingresos.