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Uno de los indicadores más usados para comparar la desigualdad social es el Coeficiente de Gini, creado por el estadístico italiano Corrado Gini a principios del siglo XX. Originalmente, el Coeficiente de Gini se usa para medir la desigualdad de ingresos de una población en un periodo de tiempo previsto, pero sus implicaciones pueden usarse para aproximarse a la situación social de la población estudiada. Los casos de desigualdad en México no se distribuyen en el territorio de manera homogénea.
Es función de los gobiernos promover un acceso igualitario a los recursos básicos así como garantizar su calidad. Los países más desarrollados deberían destinar más recursos o abrir nuevos canales para las donaciones y contribuciones, e implicarse de lleno en el diseño de iniciativas de este tipo, destinadas a los países o regiones con mayores necesidades sociales. Hoy día, pese a que los Derechos Humanos constituyen un concepto basic al cual se han adherido casi todas las naciones del mundo, la situación de desigualdad social no está del todo erradicada. La lucha contra la desigualdad social ha transcurrido paralelamente a la aparición de los derechos fundamentales.
John Westergaard y Henrietta Resler (1976) sostenían que la clase dominante es la que tiene más poder en la sociedad; la fuente de este poder es la riqueza y la propiedad económica. Al más puro estilo marxista, creían que las desigualdades están arraigadas en el sistema capitalista, ya que el Estado representa perpetuamente los intereses de la clase dominante. Mucha gente cree que desigualdad multidimensional las diferencias de clasificación económica influyen más en la configuración de la vida de las personas que otros tipos de clasificación no económica. El derecho a un recurso efectivo es aplicable a todos los derechos, por ejemplo, cuando una persona ha sido torturada o, en el caso de los derechos económicos, sociales y culturales, ha sido desalojada a la fuerza de su vivienda.
Este tipo de desigualdad está referida a las diferencias en la distribución del bienestar y poder en base a las etapas del ciclo de la vida, es decir, la infancia, juventud, adultez y vejez. El trato diferenciado debido al origen étnico o cultural de una persona provoca aislamiento, marginalización y discriminación de los actores sociales con menos poder social. Aquellos que reciben un tratamiento preferencial por su condición provocan una desigualdad en el acceso a los mismos recursos. Todo tipo de desigualdad social lleva de la mano un tipo de exclusión que puede llevar incluso a la desestabilización de una nación por descontento económico, político inclusive cultural. Abramo agrega que al mirar la evolución de los ingresos en Latinoamérica, queda claro que el crecimiento económico no es suficiente para que disminuya la desigualdad. En el Banco Mundial han estudiado el tema de la desigualdad de ingresos en la región centrándose en los últimos 10 años.
El Índice de Pobreza Multidimensional es un índice elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en colaboración con la Iniciativa y Pobreza de la Universidad de Oxford. En este caso se puede observar cuando el régimen fiscal de un lugar busca favorecer especialmente a ciertos grupos de poder. Las leyes blandas o la inexistencia de ellas hacia empresas que contratan trabajadores informales aumenta el trabajo precario.
Por último, en los sistemas de seguro privado prevalece la lógica de acceso según capacidad de pago, lo que crea una importante desigualdad entre quienes tienen más o menos poder adquisitivo en cuanto al tipo de servicio al que pueden acceder. La desigualdad en salud configura un problema estructural en América Latina, que se manifiesta tanto en el acceso diferencial a los servicios e insumos de salud dependiendo de la configuración institucional de los sistemas, como en los resultados y su relación con los determinantes sociales. Con avances y retrocesos, este fenómeno siempre ha estado presente en la región, y la pandemia del coronavirus no ha hecho más que mostrarnos su peor cara. El informe también mide la desigualdad desde el punto de las emisiones de carbono, en las que México también muestra gran diferencia. Según el estudio, que establece las medias de carbono a unas cinco toneladas per cápita, muestra que en el país el 50% la población emite menos de dos toneladas per cápita, mientras que las emisiones del 10% más rico de la población son más de 10 veces superiores.
Para reducir esto, es necesario que los servicios de salud estén disponibles cuando la población los requiere y que esto se produzca de la forma más homogénea posible para que no sean las propias instituciones las que reproducen la desigualdad en el acceso. Con estrategias indirectas me refiero a aquellas que trascienden al sector exclusivo de la salud, pero cuyas consecuencias acaban impactando en los indicadores de salud y bienestar de la población. Un claro ejemplo es el fortalecimiento basic de la protección social, cuyo objetivo es garantizar el bienestar de las personas y protegerlas de riesgos derivados de su condición individual, como pueden ser el desempleo o la vejez, pero también estructurales, como la pobreza18.
Te explicamos cómo han reaccionado las potencias mundiales a la situación que vive la población de Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen. Vamos a averiguarlo gracias a la información de La Realidad de la Ayuda, la net en la que Oxfam Intermón evalúa la ayuda oficial al desarrollo española (AOD). Y algo tan grave que pone en riesgo el acceso a los servicios básicos de toda la ciudadanía. Organismos como las Naciones Unidas o el Banco Mundial usan el coeficiente de Gini para valorar la desigualdad existente.
Esto se traduce en poco o inexistente acceso a bienes y servicios por parte de la población con menos recursos. Este tipo de desigualdad se percibe en los pagos de impuestos, que en algunas partes del mundo son iguales sin importar los ingresos de la población. Tanto es así, que por ejemplo, un país más igual no tiene por qué ser sinónimo de un país mejor o más justo.
Por el contrario, la actual pandemia ha incidido, en términos de la inserción en el mercado de trabajo, tanto en hombres como en mujeres, pero con consecuencias más graves para estas últimas por tres razones. Primero, si bien la contracción de las tasas de participación laboral fue comparable, en términos relativos el impacto fue mayor en las mujeres. Segundo, desde 2015 se observaba una feminización de los mercados laborales que la pandemia ha interrumpido. Y tercero, lo más importante, si no hay soluciones en términos de servicios de cuidados y del retorno a la educación presencial, la reinserción de las mujeres en el mercado laboral se verá obstaculizada26. La exclusión social es un proceso complejo en el cual individuos o grupos son marginados, discriminados o aislados de la participación plena en la sociedad.
Es decir, la actual pandemia muestra signos inequívocos de que las desigualdades en la salud tienen un claro componente de clase. Pero nos queremos centrar en los efectos que se han originado a partir de las medidas adoptadas por los Estados, entre las cuales se destaca el confinamiento, que ha representado el momento de shock de la actual disaster desigualdad social 2022. Al respecto, se puede hacer un inventario de las múltiples desigualdades, previas y nuevas, que afectan al mundo de la marginación social. La marginación social es un mundo pauperizado por la economía, abandonado por el Estado e ignorado por la sociedad.