La Desigualdad Como Deuda En La Salud Chilena Opinión

Al adoptar un enfoque holístico que reconozca los determinantes sociales de la salud mental, los psicólogos clínicos podemos desempeñar un papel basic a la hora de abordar las implicaciones de la desigualdad de ingresos en la salud mental. Esto implica incorporar una evaluación exhaustiva de los contextos sociales de los pacientes, colaborar con las partes interesadas para abogar por el cambio de políticas e integrar estrategias de fomento de la resiliencia en las intervenciones terapéuticas. Según Richard Wilkinson y Kate Pickett, dos epidemiólogos con residencia en Londres, en su libro Desigualdad (2009), argumentan que la alta desigualdad de ingresos en países se correlaciona con una peor salud física, niveles más altos de violencia y economías menos productivas. Luego,  en una publicación posterior estos autores trabajan aún más este argumento enfatizando que las sociedades desiguales también están afectadas psicológicamente, puesto que sus habitantes sufren más de ansiedad, estrés crónico, depresión, adicción y trastorno bipolar.

Desde ahí,  queremos poner el foco y la mirada sobre cómo la inequidad afecta la salud mental. Estos ciclos de alza y baja pueden observarse a través de la evolución del coeficiente de Gini, el cual es un indicador que se encuentra entre zero y 1, donde un mayor número indica más desigualdad en la dimensión de los ingresos. Llama la atención que en ningún período de nuestra historia el coeficiente haya estado en un nivel comparable a los que muestran los países actualmente más desarrollados (figura 1). Esta persistencia en el tiempo contrasta con el avance de otros indicadores sociales y económicos, los que han permitido reducir significativamente la pobreza en el país. La desigualdad socioeconómica puede entenderse en relación con las diferencias en la vida social de las personas, las que implican ventajas para unos y desventajas para otros.

El informe de Salud Un Derecho también llama la atención sobre el gasto complete en salud en Chile, el que queda por debajo del promedio de los países de la OCDE. El informe llama la atención sobre el hecho de que, en los países de la OCDE los fondos suelen ser solidarios entre sí, y en aquellos países donde existe una estructura de financiamiento de la salud basada en cotizaciones y seguros, estos son fuertemente regulados precisamente para que no se pierda el principio de la solidaridad en el gasto en salud. Hace un par de años Chile fue aceptado en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). A partir de esta incorporación, en Chile podemos ver comparativamente cómo estamos con respecto de los demás miembros. Según cifras que recopiló Salud Un Derecho, un movimiento ciudadano de Chile que aboga por la reposición de la solidaridad en el financiamiento de la salud y que presentó un informe llamado “Las Cifras de la Desigualdad de la Salud en Chile”, la situación de la salud no se presenta en términos favorables, apareciendo como profundamente desigual. La institución analizó la falta de médicos especialistas, sobre todo en la regiones más apartadas del país, así como la falta de infraestructura necesaria, situación que impide a muchos chilenos ejercer su derecho a la salud de manera adecuada.

A inicios de 2020 el promedio nacional era de 214 camas de hospital por cada one hundred mil habitantes. Santiago tenía 227, cifra muy superior a las 132 de Coquimbo, las 153 de O’Higgins o las 154 en Tarapacá. Además, este informe indica que el número de personas con discapacidad significativa creció a 1.300 millones de personas, es decir, una de cada seis personas en el mundo vive con una discapacidad moderada o severa. Estos riesgos son producto de “factores evitables, injustos y poco equitativos” y no por las condiciones de discapacidad de cada persona, cube el informe.

Éste es un tema muy presente en las clases de prevención que enseño a mis estudiantes en Berlín, y creo que es muy relevante a los colegas en Latinoamérica. La desigualdad es un desafío ético porque implica una injusticia, ya que todos tenemos una dignidad por ser personas y el derecho a participar de los bienes y servicios que se producen en la sociedad; y es injusta porque esta realidad podría ser distinta mediante políticas públicas. Desde la tradición del pensamiento social cristiano, san Alberto Hurtado define la justicia social como “aquella virtud por la que la sociedad, por sí o por sus miembros, satisface el derecho de todo hombre a lo que le es debido por su dignidad de persona humana”.

la desigualdad en la salud

Paula Martínez y en la que estuvieron presentes el decano Dr. Humberto Guajardo, y el representante de la Organización Mundial de la Salud en Chile (OMS), Dr. Luis Fernando Leanes. No en vano, una parte significativa de las chilenas y los chilenos han dicho basta, no quieren seguir discriminados solo por vivir en regiones. Post Título Terapia Familiar Sistémica del ICHTF, Diplomada en Psicología Jurídica y Forense, Facultad de Ciencias Sociales y Educación de la UDP, Magister en Psicología Clínica Trauma y Psicoanálisis Relacional, UAH/ILAS.

Sin embargo, no ha solucionado, sino que ha agravado, las necesidades básicas de tipo materials, sociocultural y espiritual de gran parte de la humanidad. Y es que una concepción ingenua del progreso humano o una visión tecnocientífica demasiado simple no permite valorar adecuadamente el conjunto de la realidad del planeta ni de todos los seres vivos que en él habitan. Ante un escenario tan difícil y complejo como peligroso, este libro quiere aportar algunas respuestas a temas tan cruciales para la salud y la equidad como la política y la desigualdad, la crisis ecológica y el sistema capitalista, el desempleo y la precarización laboral, la mercantilización sanitaria y la reciente pandemia del coronavirus. Y hace una apuesta decidida por la salud pública, entendida de una manera integral. El futuro de la vida y de la salud están en nuestras mentes y en nuestras manos. En Chile, Salud Un Derecho hizo un respetable esfuerzo de sistematización de cifras que están disponibles públicamente por parte de entidades como la OCDE.

Entre estos impactos, un área de creciente preocupación es la relación entre la desigualdad de ingresos y la salud psychological. A lo anterior debemos sumar que los pacientes perciben tratos injustos en salud, los cuales son atribuidos a su condición socioeconómica. Esta situación se invierte en la medida que aumenta el nivel socioeconómico de los pacientes. Lo anteriormente descrito exacerba de forma no virtuosa el problema, pues un paciente que percibe malos tratos en salud tiende a discontinuar su tratamiento y de paso empeorar la progresión de su enfermedad. Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional.

La resiliencia se refiere a la capacidad de adaptarse y hacer frente a la adversidad. Los psicólogos podemos mejorar el bienestar mental de nuestros pacientes dotándoles de habilidades para afrontar los retos asociados a la desigualdad de ingresos, como el estrés financiero o el aislamiento social. La pesquisa precoz se realiza tanto a nivel particular person (con el autoexamen de mamas) como en las prestaciones de salud disponibles en los programas ministeriales de cáncer que se desarrollan en los controles ginecológicos a cargo de matronas y matrones del nivel primario de atención en salud”. Muchos trabajos de investigación han tratado de identificar cuán importante es la relación entre desigualdad y desarrollo, y los mecanismos para explicar dicha relación. Una de las conclusiones es que ella opera vía mecanismos más indirectos de lo que se creía.

Todo este proceso histórico siempre ha sido analizado desde un ámbito social y económico. Por lo mismo, hoy queremos poner el foco en cómo la inequidad afecta la salud mental. Sabemos que el fenómeno es actual, y más allá de un eslogan de campaña, la evidencia apunta a que existe una gradiente social inversa, esto es, que personas que tienen menor nivel educacional, menores ingresos económicos, o que ocupan posiciones sociales más bajas, son personas que tienen más enfermedades. Y las mujeres para ellos son más riesgosas por tener útero, ya que podemos enfermarnos o embarazarnos”, por lo que pagan más que un hombre de la misma edad por un seguro o plan de salud. Esta situación, a su vez, limita las posibilidades de progreso de las sociedades, ya que se pierden capacidades de generación de nuevos negocios y otras instancias de mejora del bienestar de la sociedad. Por último, la desigualdad tiende a causar situaciones de conflicto social que, a su vez, pueden derivar en consecuencias que afectan las posibilidades de desarrollo, ya sea a través de situaciones de inestabilidad política o por el tipo de políticas económicas implementadas.

A esta concentración se agrega que, según el Ministerio de Salud, para una atención adecuada faltan 3.795 médicos especialistas. Por supuesto que sí, los cambios sociales los hacen los pueblos, y el nuestro es uno forjado en el rigor, que recientemente ha mostrado su voluntad de justicia, de libertad total, de dignidad y de equidad. Lo ocurrido en Chile es el resultado de una desafortunada combinación de situaciones. El avance acelerado de las ciencias, en explicit de aquellas cuyos resultados impactan directamente en diferentes ámbitos y niveles de acción de la salud humana, nos ha hecho transitar en forma muy rápida desde la “revolución científica”, a la “revolución tecnológica”. Hay una disparidad creciente en la salud física y psychological la desigualdad global de los niños y adolescentes ricos y pobres en Estados Unidos y otros países pudientes, revela un estudio reciente. Agregó que respecto a la prevención de Infecciones de Transmisión sexual y VIH, “las mujeres han demostrado ser muy efectivas, según las cifras entregadas por la Plataforma Sur VIH del Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud.

Salud Un Derecho señala que los afiliados a los seguros privados de salud aportan montos adicionales de su sueldo para cubrir los planes de salud privados que son más caros. Según los datos reportados en el informe, más de un millón y medio de personas se encuentran en espera de atención médica y 240 mil aguardan una cirugía para patologías no AUGE, al mes de agosto de 2016. Según cuenta, el equipo ha trabajado durante cuatro años y la evidencia es que la posibilidad de elegir entre prestadores públicos o privados de salud y cerca del lugar de residencia es una opción que está disponible en muy pocos territorios. Lo primero es que el Estado de Chile reconozca su rol de entidad que surge del pueblo mismo y que se encuentra al servicio de las personas. Docentes de la Facultad de Ciencias de la Salud detallan algunas de las desventajas que enfrentan las mujeres en esta área y hacen un llamado al autocuidado y la prevención de enfermedades.

A la vez, se encuentra que diferencias en características aumentan la brecha en utilización de dichos servicios. Centros de atención, centros de salud mental, residencias de ancianos, centros la desigualdad económica amartya sen de rehabilitación, servicios médicos de urgencia). Para ser elegibles para la inclusión, los participantes debían ser mayores de edad y estar empleados en entornos de atención médica públicos o privados.