Si bien los efectos de la disaster asiática han modificado estas cifras, es previsible que el país y la ciudad retomarán su camino exitoso. En simple, éste consiste en que las personas paguen todos los años una proporción determinada de sus ingresos. Considerando que los ingresos totales provienen de distintas fuentes con distintas particularidades (trabajo, empresas, mercado financiero, and so la desigualdad en américa latina forth.), su diseño es complejo y varía mucho entre países. Usando esta información podemos evaluar cómo se sitúa Chile en el panorama internacional. El escenario más optimista de acuerdo a las estimaciones para Chile, nos deja como el país más desigual entre países ricos y como el sexto más desigual a nivel global.
Por eso la producción fabril estadounidense sigue creciendo aunque el nivel de empleo del sector disminuye. “Mi pronóstico es que la globalización, o se deshace del modelo neoliberal y así podríamos tener una globalización más regulada que no aumenta tanto la desigualdad, o se mantiene bajo la modalidad neoliberal, y en este caso veremos más respuestas conservadoras, populistas que ofrecen respuestas nacionalistas”, argumentó. «Santiago, una ciudad con temor. Inseguridad ciudadana y pérdida del espacio público», Boletín Temas Sociales, 25.
De esta forma, si bien en Chile el sistema de ciudades no se ha modificado sustancialmente, los procesos de transformación económica y concentración económica han dado origen a cambios importantes al interior de las ciudades, en su configuración espacial. Lo primero que debemos comprender al pensar en la globalización es que benefició a una cantidad inmensa de personas que no forman parte de la élite global. A pesar del incesante crecimiento poblacional, la cantidad de personas pobres en todo el mundo se redujo más de mil millones en los últimos treinta años. Los beneficiarios incluyen a ex pobres en (entre otros países) India, China, Vietnam, Tailandia, Malasia, Corea del Sur y México. En los países ricos, se benefician todos los grupos de ingresos, porque la globalización abarata los bienes (teléfonos inteligentes, ropa, juguetes, and so on.). Las políticas que buscan revertir la globalización sólo provocarán una pérdida de ingresos reales al encarecer los bienes.
En el caso de Chile su realidad proporciona elementos para entender la magnitud de la explosión social producida. Si bien en el ranking global del IDH con zero,847 se encuentra en el lugar forty two, siendo el país de América Latina con mejor ubicación, al ajustarlo por desigualdad retrocede fuertemente a 0,696. “Cuando miramos la diferencia entre grupos de personas y no solo los promedios -explicó Marcela Ríos, coordinadora del área de gobernabilidad del Programa en el país-, Chile cae catorce puntos en el rating y es el país más desigual entre los cincuenta países de desarrollo humano alto. (…) las personas –añadió- reconocen desigualdades en el trato y de privilegios que están en la base del malestar social”.
Eso sí, la desigualdad no actúa tan solo en la esfera económica, sino que el poder económico de dichas empresas as empoderan, además, de una inconmensurable potestad política, authorized y social. El neoliberalismo, versión radical del liberalismo económico, delimita la grandeza del ser humano a la capacidad de generar ingresos monetarios, exacerba el individualismo y la carrera por ganar y poseer, por ende, coadyuva grandemente a la agudización de la desigualdad. Desata la codicia, la corrupción y la violencia y, al generalizarse en los grupos sociales, destruye socialmente la comunidad. Se impone así un orden de valores y virtudes, donde la libertad particular la desigualdad social y la pobreza person es entendida únicamente como libertad para producir y consumir.
El problema, advirtió el académico, es que la mayoría de los países optó por el modelo de globalización neoliberal implantado en Chile, y éste implica riesgos para las personas, pues en este esquema la capacidad del Estado de proteger a la comunidad y common los intercambios es cada vez menor. La actual pandemia, sostiene Akram, es efecto de la globalización debido a que las enfermedades se propagan a través del contacto humano, y tanto los epidemiólogos como los expertos en materias de salud pública sostienen que el aumento de contacto entre los seres humanos aumenta el riesgo de vivir una pandemia. Es por una razón de lógica y no por supuestas teorías conspirativas que personalidades como Bill Gates o expertos científicos, anticiparan la necesidad de fortalecer los sistemas de salud que amparan a la población mundial y promovieran la necesidad de crear nuevos fármacos y vacunas, señaló.
En efecto, aunque ciertamente pueden clasificarse algunas comunas de Santiago como pobres, también es cierto que al interior de estas comunas -al igual que en otras con mejores niveles de ingresos- hay sectores que concentran extrema pobreza. Es el caso de los asentamientos urbanos precarios (campamentos) y de aquellos originados en ocupaciones ilegales de terrenos (tomas), cuyos habitantes viven en las peores condiciones de vida imaginables. También hay pobreza en áreas urbanas consolidadas con buena infraestructura y equipamiento, pero con una población empobrecida, como es el caso del centro de Santiago. Parte del debate público, sin embargo, argumenta que la desigualdad es un producto inevitable del libre mercado, el desarrollo tecnológico, y de la globalización.
Una de las medidas más utilizadas en la discusión pública es el coeficiente de Gini. Sin entrar en los detalles de su cálculo, hay que saber que éste toma valores entre zero y 1, y que un mayor Gini implica una distribución de ingresos más desigual. En los casos extremos, 0 implica que todos los individuos tienen los mismos ingresos, y 1 que sólo una persona recibe todos los ingresos.
Esto es importante, porque las principales inversiones en las áreas urbanas no son de decisión de los gobiernos regionales o locales (municipalidades). Esta situación de pobreza crónica da cuenta de la mayor parte de la pobreza actual en la ciudad, pero no es representativa de todas las situaciones de pobreza. Un fenómeno más reciente es el de las personas que permanecen fuera del mercado laboral durante largos períodos de tiempo, como consecuencia de la reestructuración económica y la innovación tecnológica. Esto puede deberse a una incapacidad para reciclarse en el mercado laboral, pero también a los tipos de empleo que ofrece la economía, en especial en el caso de las mujeres, los ancianos, los jóvenes o los trabajadores con bajo nivel escolar. En este sentido, es importante señalar que una parte de las personas pobres e indigentes están empleadas en el sector formal de la economía, lo que implica que el tener un empleo, incluso en el sector formal, no es garantía contra la pobreza. La pobreza no es solo un rasgo que distingue a una comuna frente a las otras comunas de la ciudad; es también un issue de diferenciación al interior de las comunas.
La posibilidad de que una municipalidad pueda influir sobre las políticas nacionales sectoriales que representan inversiones públicas, es casi cero. Las principales decisiones sobre infraestructura e inversiones sociales en Chile recaen en el Gobierno (el Ejecutivo). En algunos casos, puede ejercerse alguna influencia a través del Congreso, en el momento en que se discute el presupuesto nacional anual para su aprobación. Las pocas municipalidades que administran sus propios recursos de inversión (no más de cinco en el país) pueden negociar con mayores posibilidades con los ministerios y otras agencias gubernamentales.
La recuperación de los espacios públicos deberá ser la gran prioridad estratégica del desarrollo urbano de la próxima década. En los años recientes, el único espacio público ganado al rápido desarrollo inmobiliario es aquel destinado a satisfacer las demandas de los vehículos motorizados. De hecho, gran parte de las políticas de transporte urbano han tendido a privilegiar siempre a los medios y sistemas de transporte (licitación de recorridos, plan de modernización de omnibuses, innovación tecnológica de sistemas de combustión, concesiones de vías urbanas), antes que al ciudadano usuario. Este, en su condición esencial de peatón, encuentra cada vez menos espacio, seguridad y tranquilidad en la ciudad.
Así, el diseño mismo del sistema tributario explicaría por qué la desigualdad antes y después de impuestos y transferencias es particularmente acotada en el caso chileno. Se concluirá que el sistema tributario Chileno responde a un pacto social -impuesto, no acordado- que le asigna un rol acotado al Estado tanto en la recaudación como en la corrección de las desigualdades del mercado. En ese sentido, los altos niveles de desigualdad en Chile no son consecuencia inevitable de la economía internacional. El sistema tributario ha cumplido un rol importante en llevarnos a donde estamos.
Uno de los correlatos potencialmente más serios de lo anterior es que los habitantes de Santiago que tienen una percepción de inseguridad en la ciudad tienden a apoyar la resolución de conflictos nacionales por medios no-pacíficos, a diferencia de aquellos que consideran la ciudad o su barrio como un espacio seguro. Más aún, en ambos grupos -seguros e inseguros-, sorprende ver el alto porcentaje que apoya medios no-pacíficos, considerando el bajo índice de violencia en el país. Aunque se la considera una ciudad segura entre las grandes urbes latinoamericanas, sus habitantes perciben Santiago como un lugar amenazante, una ciudad de miedo. En la actualidad es relativamente generalizada una sensación de inseguridad vinculada a la violencia delictiva y al sistema económico y político-institucional. No obstante, la percepción de inseguridad no se basa, ni tiene su correlato, en las tasas de victimización. Las áreas periféricas de la ciudad, que concentran a la población de más bajos ingresos, son las más afectadas por esta situación.