Desiguales Orígenes, Cambios Y Desafíos De La Brecha Social En Chile Naciones Unidas En Chile

La desigualdad continúa siendo muy elevada en cuanto al poder que ejercen hombres y mujeres en el hogar, el trabajo o el ámbito político. En el hogar, las mujeres realizan más del triple de trabajo de cuidado no remunerado que los hombres y, pese a que en muchos países hombres y mujeres votan por igual, existen grandes diferencias en cuanto a las cuotas de poder político. Cuanto más alta es la esfera de poder, más amplia es la brecha en términos de paridad, por este y los factores antes mencionados, el país pierde un forty por ciento del desarrollo humano óptimo debido a las desigualdades de género. En marzo de 2020, la pandemia de Covid-19 golpeó de lleno un mundo cimentado sobre la desigualdad de género. En Oxfam ya anticipamos que la pandemia podría dar lugar a un retroceso de los derechos de las mujeres en muchos países y dificultar aún más la vida de las mujeres en situación de pobreza.

Pertenecer o no a una clase social no es un tema de elección individual o de nivel de ingresos, sino del rol funcional determinado por la relación de producción; así, “los individuos se caracterizan funcionalmente como miembros de una clase” (Fineschi, 2020b, p. 159). Las personas que, desde diversos espacios y mediante diversas actividades, permiten, la producción, la circulación y la realización de mercancías, la existencia del valor y de la valorización, pero que no se apropian ni del producto ni del excedente (del plusvalor) social por ellas generados, pertenecen a la clase trabajadora. Todas tienen como elemento común el estar separadas de las condiciones de producción (medios de producción y objetos de trabajo) y, en consecuencia, están obligadas a ofrecer sus capacidades de trabajo como una mercancía, como fuerza de trabajo, pues de no hacerlo están condenadas a no poder reproducirse, es decir, a morir.

Es muy probable que la causalidad opere en ambas direcciones, puesto que una alta desigualdad de ingresos dificulta la igualación de oportunidades en ámbitos como el desarrollo infantil temprano y el sistema educacional, por las grandes divergencias que existen en el capital económico, social y cultural de los hogares de origen. Entre sus metas nacionales e internacionales se cuentan eliminar las leyes y políticas discriminatorias, mejorar la reglamentación de los mercados financieros mundiales, facilitar la migración regular segura y ordenada y promover la inclusión en la toma de decisiones. Entre 2010 y 2016, los ingresos del forty % más pobre de la población crecieron con más rapidez que los de la población total en 60 de los ninety four países sobre los que se dispone de datos, lo que demuestra que las desigualdades no son ni inevitables ni irreversibles. Tanto dentro de los países como entre ellos, siguen observándose desigualdades derivadas de los ingresos, la localización geográfica, el género, la edad, el origen étnico, la discapacidad, la orientación sexual, la clase social y la religión, factores que determinan el acceso, las oportunidades y los resultados.

También ha realizado contribuciones en las áreas de reforma institucional, participación laboral femenina, educación para la primera infancia y políticas de cuidado infantil, desarrollo de habilidades blandas y cohesión social. En 2004, fue investigadora del Fondo Belga de Investigación Científica (FNRS) y, hasta 2007, trabajó como investigadora honoraria en la misma institución. De 2002 a 2004 fue investigadora postdoctoral Marie Curie en el Centro Robert Schumann del Instituto Universitario Europeo. En un referéndum celebrado en mayo de 2018, la República de Irlanda votó abrumadoramente a favor de derogar la prohibición del aborto.

En muchos lugares del mundo, los grupos sociales que más tienen se erigen en el derecho de acaparar el grueso de los recursos que, en realidad, pertenecen a toda la ciudadanía; de esta manera la brecha social se ensancha. En base a lo anterior, instituciones fundantes para el orden social, como el Estado, han debido ajustarse a los requerimientos de una clase política y empresarial que privilegia la expansión de los mercados a nivel global, por sobre la construcción de un sistema efectivamente democrático y participativo. Al finalizar este trabajo, resulta conveniente no subestimar la profunda y significativa influencia que ha marcado la implementación del modelo neoliberal en Chile. Dicho está, que no es adecuado solamente relevar la dimensión económica, como el único eje de las transformaciones que ha experimentado la sociedad chilena durante los últimos años. Sin duda, es más profundo y complejo su impacto, pues alcanza las esferas de la cultura y la política, en definitiva permea la sociedad en su conjunto. De este modo configura los modos de vida cotidiana, y la forma en que las personas comprenden y dan respuesta al mundo que les rodea.

desigualdad social en la actualidad

La desigualdad social en España ha sido recientemente cuantificada en el VIII Informe FOESSA, que fue publicado en el año 2019. Según el informe, el número de personas que viven en situación de exclusión social es de eight,5 millones de personas, lo que representa un 18,6% de la población. Esta coyuntura ha generado la crisis migratoria venezolana, que es un problema de desigualdad de alcance continental en América del Sur. Los migrantes venezolanos, que salen de sus países por las adversas condiciones de vida que padecen, se encuentran con situaciones inciertas a llegar a su territorio de destino, donde pueden ser objeto de desigualdad legal, social y económica por los naturales del país de acogida. Según ACNUR, la cifra de migrantes y refugiados venezolanos llega a los four millones de personas, y está en aumento.

La concomitancia entre las tecnologías de la información y la comunicación y el desarrollo del neoliberalismo parece incuestionable. Para este último, la maximización del alcance y frecuencia de las transacciones comerciales requiere de la creación de tecnologías para la creación y almacenamiento de información que orienten la toma de decisiones en el mercado global (Harvey, 2007). Es así, como la concepción instrumental de la tecnología prevalece en el discurso de gobernantes y directivos del sector público, quienes durante las últimas décadas se han esforzado por incorporar las llamadas tecnologías de la información y la comunicación para proveer servicios a los ciudadanos, especialmente a través de Internet. Lo cual se presenta como un imperativo impostergable para que más personas se conecten en línea, y aprovechen al máximo lo que ofrece la sociedad digital (Naciones Unidas, 2018). Por otra parte, refleja la confianza puesta por los gobiernos en los sistemas de información en Internet, diseñados para atender consultas, y brindar acceso a la ciudadanía a una variedad de servicios en línea.

En la UE, la brecha de género en el empleo es «amplia y persistente», según el informe sobre el índice [de desigualdad], con una tasa de empleo a tiempo completo del 40% entre las mujeres y del 56% entre los hombres. Se han acortado las diferencias salariales, pero las mujeres todavía ganan el 20% menos que los hombres, un promedio que oculta enormes disparidades dentro de la UE (Boffey, 2017, p. 6). Es por eso que el Informe profundiza más allá de los ingresos, de los promedios y del presente. Los análisis de desigualdad deben incluir otras dimensiones propias de los nuevos desafíos del siglo XXI como lo son el cambio climático y la revolución tecnológica.

El estudio indica que el mundo ha logrado avances sustanciales en el logro de la educación primaria universal, y las niñas y los niños participan por igual en la educación primaria en la mayoría de las regiones. Tanto en Asia meridional y occidental  como en África septentrional el número es aún menor, con menos del 30% de mujeres participando en el mercado laboral. Y se espera que la pandemia exacerbe estas disparidades de género, ya que muchas mujeres trabajan en los subsectores más afectados por COVID-19 y las medidas de confinamiento, como el trabajo doméstico remunerado, los servicios de alojamiento y alimentación, y el comercio minorista. El estudio advierte que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados todavía recae de manera desproporcionada en las mujeres, lo que limita su potencial económico. Creemos que solo podemos aportar soluciones duraderas a la injusticia de la pobreza uniendo nuestros esfuerzos y experiencia con otros.

A pesar de la variabilidad existente entre nuestras sociedades hoy en día, es posible medir el fenómeno de la desigualdad socioeconómica en cada una de ellas por medio de indicadores que permitan comparar la situación entre países respecto a uno o varios aspectos. Sus capacidades los hacen muy útiles para fines analíticos, algo que agradece todo texto argumentativo sobre la desigualdad desigualdad oxfam social. La desigualdad social en México está atribuida a razones no solamente económicas y políticas, sino también étnicas debido a la población indígena que aún hace vida en el país y que encuentra dificultades para integrarse a la dinámica modernizadora de la nación. Mejorar el acceso a los bienes y servicios básicos es otra propuesta común para acabar con la desigualdad social.

Este nuevo mecanismo, llamado Índice de Normas Sociales, muestra que alrededor del mundo solo 1 de cada 10 personas no muestra ningún tipo de sesgo contra la igualdad de género. La desigualdad está aumentando para más del 70% de la población mundial, lo que agrava el riesgo de división y obstaculiza el desarrollo económico y social. Incluso cuando se dispone de nuevas vacunas contra la COVID-19, existe una gran desigualdad en el acceso a las mismas. Mientras que la educación debería ser sinónimo de emancipación para todos los niños, estamos construyendo un mundo en el que, de manera creciente en un alto número de países, es sinónimo de segregación social.

Los miembros de esta clase tienen como ingreso su salario, mismo que, por grande o pequeño que sea, equivale sólo a una fracción del valor y del producto creados por su trabajo. La otra fracción del valor y del producto generados por la clase trabajadora es apropiada, bajo la forma de ganancia, por los individuos propietarios de las condiciones de producción, quienes, dada esta circunstancia, pertenecen a la clase capitalista. En resumen, la perspectiva voluntarista sobre la clase social es sustituida por una determinación proveniente de la modalidad desigualdad social globalizacion de la relación social de producción. En estas lecturas la clase social adquiere una definición ahistórica y subjetiva (gustos, aspiraciones, preferencias y tipos de consumo que difieren entre clases) que no atienden a profundidad la organización económica en que se crea la riqueza en la sociedad capitalista. El estudio antropológico y arqueológico de las sociedades ha revelado que las sociedades paleolíticas eran bastante igualitarias, y salvo las diferencias de sexo y edad en las tareas, existía poca o ninguna diferenciación adicional.

Las ocupaciones que son clasificadas como trabajos comunes y que todas las personas pueden ejercer con poco entrenamiento o escasa capacidad tienden a pagar menos. Dentro de cada grupo ocupacional hay grandes diferencias en el poder adquisitivo, especialmente en los niveles profesionales y administrativos más altos. Lo que hace la desigualdad económica en sí es estratificar o crear clases o niveles en la sociedad, es decir, ricos/clase media/pobres. Complementariamente, los datos señalados confirman que existe un acceso desigual de la población a Internet.

De acuerdo con lo señalado por Harvey (2007) los teóricos del neoliberalismo observan con sospecha a la democracia, pues se observa este tipo de gobierno de las mayorías, como una amenaza de los derechos individuales y libertades constitucionales. La democracia es vista como un lujo, que puede darse bajo condiciones de relativa bonanza económica. Por lo cual los partidarios del neoliberalismo prefieren formas de gobierno conducidas por las elites y expertos. En consecuencia, para el pensamiento neoliberal, el Estado requiere de una drástica transformación, particularmente para apartarlo de su forma conocida como Estado de bienestar. En un intento de explicar el fenómeno, la Oficina Global de Desarrollo Humano ha desarrollado un nuevo indicador que ayuda a entender la yuxtaposición entre creencias sociales y cierre de brechas, entre ellas la desigualdad de género.