Desigualdad, Pobreza Y Clases Medias En América Latina: Del Relato A Los Datos

Claro que existen otros factores detrás del abismo social en América Latina, que ganó su fama de «más desigual» a partir de la década de 1980.

La desigualdad social se encuentra en el corazón de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Para América Latina —la región más desigual del mundo— la desigualdad social representa, además, un rasgo estructural y por tanto un desafío fundamental. El análisis se centra en algunos de los principales ejes que estructuran la desigualdad social (el género, la desigualdad social y la concentración de la riqueza la pertenencia étnico-racial, la edad o etapa del ciclo de vida y el territorio), con el fin de ilustrar su peso en la magnitud de las brechas de desigualdad, en su permanencia y en su reproducción. Con frecuencia, las múltiples dimensiones de la desigualdad se encadenan, entrecruzan y potencian entre sí, afectando particularmente a determinados grupos de población.

“El sector salud debe ser un agente de cambio transformador”, afirmó Barbosa, y señaló que nueve de cada diez muertes maternas podrían evitarse mediante el acceso universal a servicios de atención materna de calidad y métodos anticonceptivos modernos, entre otros recursos. Bajo el lema “Salud para tod@s”,  que ha guiado a la Organización Mundial de la Salud durante setenta años, su sucursal para las Américas busca garantizar el acceso universal a los servicios sanitarios públicos en un escenario donde, a nivel mundial, por lo menos la mitad de la población carece de de la atención sanitaria que precisa. Junto a estos fracasos, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido un éxito relativo es su empeño –explícito o implícito– de reducción de esta dimensión de la desigualdad. Los datos, esta vez sí, confirman que, en términos de distribución de la renta, América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. Existe una extensa literatura académica que analiza los orígenes históricos y la evolución de este grave problema no sólo moral, sino también político y económico.

«Y en la sociedad hay una pelea sobre quién recibe las rentas, en comparación con las sociedades donde hay que trabajar para ganarse la vida y luego hay más igualdad». «A pesar de haber habido intentos de inclusión, eso todavía permea. Y los países donde menos desigualdad hay son los que no tienen una diversidad étnica y racial tan marcada», compara, señalando como ejemplos los casos de Argentina, Costa Rica o Uruguay. En México, donde los indígenas son aproximadamente 15% de la población y casi tres cuartas partes de ellos viven en pobreza, un estudio de la organización Oxfam indicó en agosto que 43% de quienes hablan una lengua nativa no completaron primaria y apenas 10% tiene trabajo formal o es empleador.

«Estos países tienen una desigualdad persistentemente alta con disminuciones relativamente mínimas en el tiempo», señala en un e-mail el organismo, en respuesta a la solicitud de información hecha por BBC Mundo. Alegan que la economía ha crecido, pero que la riqueza sigue concentrada en un sector de la sociedad, un rasgo que históricamente ha sido común en los países latinoamericanos. Así concluimos en un estudio de próxima la desigualdad en la pandemia publicación en el que destacamos cómo —en el año 2020— se revirtió la tendencia de reducción de pobreza y mayor igualdad iniciada hace 20 años. También se destaca que la región es la más violenta del planeta, y advierte que si bien la desigualdad causa mayor violencia, la violencia también aumenta la desigualdad porque afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables,  contribuyendo a perpetuar su estado de privación.

Más tarde, en el año 2002 ya con Jorge Batlle como presidente, Uruguay vivió una crisis financiera debido a la fuga de capitales, por lo que fue difícil controlar el mercado de cambios hasta que meses más tarde se decidió cambiar al sistema de flotación independiente, que es el que se ha mantenido al momento. Si confrontamos el dato con jornadas pasadas, cambia el sentido del dato anterior, en el que se saldó con una bajada del zero,71%, mostrándose incapaz de establecer una tendencia clara en las últimas fechas. En cuanto a la volatilidad de las últimas jornadas, es manifiestamente superior a los números logrados para el último año (11,21%), presentándose como un activo con mayores cambios de lo recurring. “Las telenovelas tradicionales nos cuentan historias de amor imposible, generalmente interclases y con finales felices, sin embargo, algunas de ellas se escapan de estas matrices. En el caso chileno, las producciones locales, más realistas, centradas en la clase social alta y presentando temas contingentes en tono dramático serán las protagonistas en un horario en explicit, el nocturno”, señala  Antezana y pone especial foco en las telenovelas de época. Sin embargo, previo a la pandemia, la razón de mortalidad materna en las Américas ya mostraba señales de estancamiento, alejando a la región de la posibilidad de cumplir con las metas y compromisos asumidos, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda Sostenible de Salud de las Américas.

la desigualdad en américa latina

Los empleados de la industria minera y el sector financiero son los mejor remunerados, con más de US$1.000 dólares mensuales; los de la administración pública, comunicaciones, comercio y salud integran el nivel medio con ingresos entre US$500 y seven-hundred; y los más desfavorecidos son los trabajadores agropecuarios con menos de US$450. Pérez cree que la raíz de la tendencia migratoria de los dominicanos está en la desigualdad que impera en el país. También destacó que desde la creación de esta Organización, la esperanza media de vida ha aumentado 23 años. Los propios Estados Miembros de la OPS han decidido que el PIB para la salud alcance progresivamente un 6% pero seguimos alrededor de una media del 4%, lo que refleja que algunos países no están llevando a cabo esa inversión”, asegura Fitzgerald. Por ejemplo, tres de cada diez personas en las Américas no tienen acceso a servicios sanitarios por razones económicas. Los principales obstáculos para conseguir el objetivo de la cobertura sanitaria universal vienen condicionados por impedimentos físicos o geográficos, la capacidad económica, la deficiente calidad del servicio o la discriminación que pueden llegar a sufrir ciertos grupos de personas.

Además, la industria turística se recuperó con fuerza desde la pandemia y las remesas aportan cada año a las arcas del Estado más de US$10.000 millones, casi una décima parte del PIB. De hecho, la democracia de República Dominicana es una de las más duraderas en América Latina, con más de seis décadas de sucesión pacífica del poder mediante el voto popular. El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita dominicano alcanzó US$11.200 en 2023, un fuerte avance del four,35% interanual y más del 30% respecto a 2019, el año previo a la pandemia. Es un resultado extraordinario, muy poco frecuente en la historia de los países emergentes. Lo ideal sería ver una caída de la desigualdad con aumento de salarios para todos, pero eso no siempre ocurre. Luego sigue Bolivia, que pasó de fifty eight,1 a 44 y en tercer lugar Guatemala, que redujo su desigualdad desde un 59,6 a 48,3.

Y al mismo tiempo, «casi la mitad de la población tiene un ingreso cercano al umbral de pobreza». «En esos países ha habido una reducción en la brecha salarial entre aquellos que tienen más educación y aquellos que tienen menos educación». Así es como El Salvador pasó en tres décadas de tener un índice de ingresos de 54, a uno de 38, la desigualdad más baja de toda América Latina.

Al mirar la tendencia por países, la investigadora explica que algunos han logrado reducir más la pobreza y la desigualdad porque inicialmente tenían núcleos duros familias con grandes desventajas. «Bolivia es un país que ha redistribuido y que tiene programas universales, pero como ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos, se redistribuye menos de lo que se debería», cube López-Calva. En el caso de Bolivia también se dio una disminución de la desigualdad por una caída en el mercado laboral, y no tanto por la redistribución de ingresos, pese a que sí hubo.

«Chile y Colombia son sistemas fiscales que redistribuyen poco. No tiene que ver con los gobiernos. Es una característica estructural de esos dos países», argumenta López-Calva. «La razón es que han caído los salarios de los que tienen educación universitaria. Lo cual no es una buena señal. Es una caída de la desigualdad que no quieres ver». Por otro lado, ese indicador tampoco mide la concentración de la riqueza en un país, razón por la cual puede resultar engañoso. Uno de los reclamos de los manifestantes que protagonizan el estallido social que comenzó en Chile a mediados de octubre y que aún se mantienen es que su país es muy desigual.

El legado de exclusión de la esclavitud, que durante siglos moldeó en forma dramática la constitución histórica de América Latina, sigue presente en la actualidad, ocultando, además, el aporte de estas poblaciones en el desarrollo de las naciones. Romper con ese legado supone incluir explícitamente a las personas afrodescendientes en las agendas de desarrollo e implementar acciones decididas para garantizar sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, ambientales y culturales, y eliminar todas las formas de discriminación racial. Este documento brinda información novedosa y actualizada sobre las condiciones de vida de las personas afrodescendientes.

“Estas cifras no solo implican un empeoramiento en los resultados, sino una profundización de las desigualdades, que representan tragedias particulares e inaceptables que en la mayoría de los casos serían evitables”, afirmó Barbosa en el evento Cero muertes maternas evitables, organizado por OPS, que tuvo lugar el 18 de junio de 2024. Por el contrario, esta aumenta a un ritmo aproximado del 1% anual, ya que los nacimientos -la tasa de fecundidad fue de de 2,2 hijos por mujer en sobrepasan cada año al número whole de dominicanos que mueren o abandonan el país. Así, cada año aumentan las remesas que envían los emigrantes dominicanos desde EE.UU., España y otros países. La cifra, que incluye a hijos de emigrados que nacieron en sus países de acogida, es appreciable teniendo en cuenta que la población de República Dominicana ronda los 11,three millones.