Resistencia porque se relacionan con las acciones de los movimientos sociales y también organizacionales para hacer frente a esta disaster y emergentes en el sentido de que en este contexto de disaster surgen iniciativas que apuntan a cambios que afecten los elementos más estructurales que sostienen la desigualdad. Hemos evidenciado cómo el aumento de la pobreza y violencia apuntan a factores estructurales, sociales y económicos. Estamos trabajando para apuntar a una sociedad más justa, donde la garantía de derechos fundamentales pueda ser una realidad”. Además de crear limitaciones al acceso a servicios públicos para grupos históricamente marginados de la población, los sistemas de identificación obligatoria y biométricos implican una “sobrevigilancia” hacia esos grupos. No se sabe cómo son utilizados, agregados y compartidos los datos recolectados de esos grupos, ni parece proporcional exigir un nivel tan alto de información para la entrega de beneficios limitados o condicionados.
Pero el teletrabajo no es posible para todas las empresas, ni para todos los empleados. Las pequeñas empresas y los trabajadores poco cualificados tienen mayores dificultades y, por lo tanto, también se han visto más perjudicados por las restricciones de la pandemia. En el siguiente artículo, el medio The Conversation da a conocer cómo la pandemia ha afectado el desempleo y la pérdida de empleos en el continente, y el efecto que estas cifras tendrán a largo plazo en países que ya eran muy desiguales en la región. «Muchos países no contemplan el derecho a la protesta. En las Naciones Unidas defendemos los derechos humanos, la igualdad, la justicia y las voces de los que no tienen voz», señaló.
No obstante, en un contexto de Estados débiles y sociedades desiguales, la secuencia clásica de T.H. Marshall sobre la expansión de los derechos civiles, políticos y sociales se rompe. Tal como afirma O’Donnell (2010), el «paquete completo» de derechos de ciudadanía, nunca ha sido implementado (pp. 180) a completitud. desigualdad social wikipedia Esta configuración segmentada de derechos de ciudadanía se ilustra gráficamente en la Figura 1, donde sólo en la intersección de los tres derechos se estaría accediendo a la ciudadanía plena, mientras que todas las otras áreas de la Figura representan un acceso segmentado y parcial a los derechos de ciudadanía.
Desde la tradición liberal, John Rawls afirma que “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”. Por su parte, la filósofa Nancy Fraser habla de la paridad participativa y postula que la justicia exige unos acuerdos que permitan que todos los miembros de la sociedad interactúen en pie de igualdad, tanto a nivel de redistribución como de reconocimiento. Y afirma la necesidad de una distribución que garantice la independencia y la voz de todos.
Se explica por la distinta composición, sobre todo en lo que tiene que ver con lo urbano-rural. Es altamente possible que parte de esta porción no explicada se deba a que en la región Sur ser indígena o campesino tenga una mayor penalidad sobre la escolaridad que en la región Central, aunque el efecto es pequeño puesto que la brecha es muy reducida. En Chile la brecha urbano-rural es importante y en algunas categorías presenta variación regional. La brecha urbano-rural entre las personas que no hacen parte de ninguna etnia era entre 14 y 20 p.p. Entre los dos años evaluados se ha recortado bastante la brecha y la fluctuación regional. Vemos así que no solo la brecha prácticamente no cambia en diez años, sino que para las mujeres rurales en Perú la región sí importa, pues la brecha urbano-rural es menor en la Selva que en las otras dos.
Un mayor crecimiento de la productividad es fundamental para cerrar las brechas en los niveles de vida, dice el informe. Aunque los latinoamericanos dedican más tiempo a sus actividades laborales que el promedio de la OCDE, esto se ve descompensado por una enorme diferencia en los niveles de productividad. El informe hace un llamado a los gobiernos de la región para que desarrollen una estrategia dirigida a elevar la productividad y combatir la desigualdad. Así, entre 2002 y 2017, la participación de los estratos de ingresos bajos en el whole de la población disminuyó de 70,9% a 55,9% (porcentaje que incluye a las personas en situación pobreza extrema, pobreza y en estratos bajos no pobres). A su vez, la participación de los estratos de ingresos medios (divididos en medios-bajos, medios-intermedios y medios-altos) creció del 26,9% al 41,1%.
La porción de miembros de grupos indígenas que tenían cuatro años o menos de escolaridad es menos del doble que de los no indígenas en ambos años. Con esta aplicación cuantitativa y descriptiva de la investigación subnacional y la teoría de la interseccionalidad, este estudio constituye un aporte unique para la comprensión de la desigualdad en América Latina y el rol de la dimensión subnacional en ella. En mi conocimiento éste es el primer estudio que aterriza el enfoque interseccional utilizando las últimas rondas censales para describir evolución en las diferencias entre grupos compuestos por la intersección de varios atributos, y constituye una contribución novedosa a la conceptualización de la desigualdad subnacional.
La desigualdad, la pobreza y las brechas en el acceso a la tecnología son algunos aspectos que se están abordando en el IV Congreso Internacional de Trabajo Social que reúne a profesionales de 23 universidades. Esto se traduce en una explosión del desempleo, que llegaría a forty four,1 millones de personas en la región, lo que representa un aumento cercano a 18 millones con respecto al año 2019. Pero también en un aumento de la mendicidad o extrema pobreza la cual se incrementara en 28,5 millones personas en solo un año, pasando de 67,7 millones de personas en 2019 a 96,2 millones de personas en 2020. Una aproximación de derechos fundamentales con una comprensión interseccional de los distintos tipos de exclusiones que las tecnologías promueven y clausuran es la única manera de hacer frente a la desigualdad a la que millones de personas están siendo sometidas en el continente. Solo así, las nuevas tecnologías quizás puedan convertirse en un factor que ayude al cierre de las brechas que enfrentamos ahora.
En cualquier caso, lo cierto es que desde lo más profundo de la disaster en 2010 la esperanza de vida se ha incrementado en 14 meses hasta eighty,5 años de media (con un techo de eighty four,2 en Japón y un suelo de 74,6 en Colombia), y ha subido en los 35 países del estudio. Durante las últimas tres décadas, América Latina ha vivido una period democrática sin precedentes. Además, la pobreza y la desigualdad han disminuido significativamente durante la última década y media (Lustig, 2017). Sin embargo, la democracia y la disminución de la desigualdad coinciden con una mayor politización de la persistente naturaleza desigual de las sociedades latinoamericanas. Dicha politización podría tardar en aparecer en nuestras evaluaciones objetivas respecto a las características de la gobernanza democrática y podría no aparecer en absoluto. Sin embargo, creemos que las evaluaciones subjetivas de cómo la promesa democrática se traduce native e individualmente en las experiencias cotidianas de los derechos básicos de la ciudadanía son cruciales para dar sentido al debate contemporáneo sobre la disaster democrática.
Los resultados presentados en este artículo provienen de los censos de la ronda de 2000. Si bien son incapaces de dar cuenta de lo acontecido durante la década de 2000, representan la situación a inicios de siglo, cuando las transformaciones metropolitanas ya estaban operando. Además, los proyecta a futuro como línea de base para cálculos similares, usando los microdatos de los censos de la ronda de 2010 por venir. En tal sentido, los planteamientos efectuados en este documento en torno al futuro de las centralidades metropolitanas y su relación con las modalidades de expansión y segregación residencial de las ciudades latinoamericanas pueden considerarse en espera de veredicto. Este último comenzará a configurarse con los resultados de la ronda de censos de 2010, los que servirán también para enjuiciar a las restantes hipótesis sobre este tema que han sido divulgadas en la literatura reciente. Tras unos años en los que el índice de Gini había bajado de 0,fifty desigualdad social onu three a 0,forty six entre 2001 y 2019, la pandemia ha ocasionados enormes costes sociales muy desigualmente distribuidos.
A partir del análisis de la distribución en la tasa de analfabetismo o escolaridad en grupos compuestos por la intersección de estos atributos, concluimos que las brechas étnicas, de género, y urbano-rurales se agravan y atenúan en unas regiones, y que a veces estas brechas tienen importantes variaciones regionales, y otras veces no. Las causas de los estallidos sociales están ampliamente abordadas en la literatura económica y tienen estrecha relación con políticas públicas que no han logrado resolver los problemas de pobreza y desigualdad que aquejan a los individuos de una sociedad. Un estallido social es, por tanto, un proceso acumulativo de años de frustración y descontento social.
Otra es la consideración simultánea de los costos de la vivienda, cuya minimización puede llevar, tanto a pobres como a ricos, a zonas periféricas alejadas del trabajo. Adicionalmente, y sobre todo para el caso de los pobres, las políticas de vivienda social y las regulaciones urbanas pueden tener efectos directos sobre su localización en la ciudad y sus tiempos de traslado, con independencia de las preferencias de los pobres en materia de movilidad. En suma, la hipótesis debe ser evaluada empíricamente, porque tiene demasiadas consideraciones que generan dudas sobre su validez. Cabe destacar que el censo aporta poca información respecto de rasgos importantes de la movilidad diaria, como la distancia recorrida7, el tiempo/dinero gastado en ello, el medio empleado, el horario utilizado, la comodidad del viaje, entre otros datos. Por ello, las encuestas origen-destino siguen siendo la fuente principal de información para la planificación del transporte metropolitano. Por ello, el análisis que sigue no apunta a tener una relevancia destacada en esta última esfera.
En América Latina el 20% más pobre de la población se queda con cerca de 4% del ingreso whole, explica el representante de la ONU, mientras que el 20% más rico se queda con casi la mitad de todo el ingreso. Luego sigue Bolivia, que pasó de 58,1 a forty four y en tercer lugar Guatemala, que redujo su desigualdad desde un 59,6 a 48,three. Por otro lado, ese indicador tampoco mide la concentración de la riqueza en un país, razón por la cual puede resultar engañoso. Uno de los reclamos de los manifestantes que protagonizan el estallido social que comenzó en Chile a mediados de octubre y que aún se mantienen es que su país es muy desigual. Tus datos personales se utilizarán para procesar tu pedido, mejorar tu experiencia en esta web, gestionar el acceso a tu cuenta y otros propósitos descritos en nuestra política de privacidad.