Asimetría, Poder Y Construcción De Género, ¿un Camino Para Conseguir Igualdad? Revista De Estudios Políticos Y Estratégicos

los contenidos que tenemos que enseñar y hay una primacía del género masculino en todo lo que enseñamos. Yo también trabajo como guionista en un programa de radio que trata de llegar a los estudiantes que no tienen web en este contexto, y en el último programa que hice tuve que escribir sobre

Además, quienes tienen un mayor nivel de formación, se deberían desempeñar en sectores productivos que son más demandantes y competitivos, lo cual también facilitaría que puedan acceder a mayores ingresos líquidos, y por consiguiente que tengan mayor poder de negociación en el proceso de fijación de sus rentas e incentivos laborales. Sin embargo, el estudio de Gonzalo Durán y Marco Kremerman, se podría complementar con el cruce de variables que dicen relación con los niveles de educación y productividad laboral. En este sentido, sería esperable que los trabajadores y las trabajadoras con mayores niveles de educación, tengan salarios más altos. Programa para que mujeres adultas, que han desertado el sistema educacional, finalicen su educación a través de la nivelación y validación de estudios.

que le gusta literatura, etc. Cuando uno les pregunta paises con extrema pobreza se sorprende con las respuestas, y partir desde el supuesto que, claro, ellos

Asimismo, cabe señalar que estos factores de violencia estructural tienen también un reflejo en los indicadores de violencia directa ejercida contra mujeres, donde el impacto de las políticas públicas ha sido a todas luces insuficiente en ambos países. Se observa en el (Gráfico 8) que en 1955, en promedio, los chilenos no alcanzaban a completar la enseñanza primaria (8 años), llegando a este nivel solo a partir de 1990. En 2014 el promedio fue de 9,8 años, por debajo de la educación obligatoria en el país (12 años) y de los años de escolaridad esperada de acuerdo con el PNUD (15,2 años para 2014).

Es más, mientras la tasa de participación masculina es cercana al promedio de la OECD [77% vs. 81%], la de las mujeres está muy por debajo [58% vs. 69%]. Esto indica que, a través de la participación laboral femenina, Chile tiene un gran espacio de progresar y acercarse a los países desarrollados. En esta columna —la cual contiene resultados preliminares de un estudio que se publicará próximamente en el Centro de Estudios Públicos—, aportamos con más evidencia de cómo la falta de conciliación entre trabajo y familia afecta en una mayor proporción a mujeres, y explica en parte la brecha de género en la participación laboral. Es importante que estas medidas para fortalecer la compatibilidad sean dirigidas tanto a hombres como a mujeres, pues ellas tienen el mismo derecho a una vida laboral; así como ellos, a estar presentes en la vida familiar paises que salieron de la pobreza. En lo que se refiere a participación política, los resultados muestran un déficit en ambos países en diferentes niveles de decisión. En la práctica, se observa que, en el mejor de los indicadores, por cada tres varones en cargos de decisión solo existe una mujer e incluso la brecha puede aumentar a una relación de uno a cinco en ciertos períodos y/o áreas de actuación.

Mientras ello no suceda, las causas profundas –arraigadas en el patriarcado y el contrato sexual a través del cual las mujeres transfieren poder, energía y tiempo a los hombres– se mantendrán inalterables, la violencia contra ellas seguirá siendo justificada, explicada o minimizada y la relación con sus cuerpos culpabilizada y reprimida. Es nuestro deber perentorio, y como tal ineludible, contribuir a que el tiempo de los derechos se cristalice también para las mujeres. Ese poder, presente todavía en nuestras decentes democracias constitucionales, se expresa a través de la explotación, esto es, un proceso sostenido de transferencia de los resultados del trabajo de un grupo social en beneficio de otro. Un ejemplo paradigmático de explotación es aquella que se sustenta en la categoría de la «clase», pero otro muy significativo es la explotación de género.

establecimientos educativos y en la generación de espacios de participación para los y las estudiantes. El rol del profesorado es central en la prevención o intervención frente a la violencia de género, particularmente en la sala de

paises con mayor desigualdad de genero

OECD (2012) postula la necesidad de reformas tributarias que combinen ajustes en impuestos (algunos hacia la baja, otros al alza) con políticas de subsidios al trabajo de los sectores de menores ingresos. La desigualdad es un desafío ético porque implica una injusticia, ya que todos tenemos una dignidad por ser personas y el derecho a participar de los bienes y servicios que se producen en la sociedad; y es injusta porque esta realidad podría ser distinta mediante políticas públicas. Desde la tradición del pensamiento social cristiano, san Alberto Hurtado define la justicia social como “aquella virtud por la que la sociedad, por sí o por sus miembros, satisface el derecho de todo hombre a lo que le es debido por su dignidad de persona humana”. Aunque la pobreza ha disminuido en el país, la distancia entre ricos y pobres sigue siendo muy importante. Tanto es así, que un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico.

La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha afectado más que nadie a los pobres y las comunidades más vulnerables. Ha sacado a la luz las desigualdades económicas y las frágiles redes de seguridad social que hacen que las comunidades vulnerables tengan que sufrir las consecuencias de la disaster. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales, políticas y económicas han amplificado los efectos de la pandemia. A pesar de la existencia de algunos indicios positivos hacia la reducción de la desigualdad en algunas dimensiones, como la reducción de la desigualdad de ingresos en algunos países y el estatus comercial preferente que beneficia a los países de bajos ingresos, la desigualdad aún continúa. Utilizando datos de la CASEN para los años 2009 a 2017, los resultados de este ejercicio indican que alrededor del 11% de la desigualdad (medida a través del coeficiente de Gini) es exclusivamente atribuible al 1% más rico (ver Tabla 1). En estos párrafos, se busca hacer una descomposición un poco más profunda de evidencia nacional sobre desigualdad para entregar perspectivas acerca de la concentración de ingresos, su dimensión territorial y su eventual rol en el conflicto social.

La relevancia viene dada porque son precisamente estas personas que concentran altos niveles de ingresos, quienes adicionalmente ejercen una influencia importante en las decisiones y en el diseño de políticas que finalmente los terminan favoreciendo a ellos mismos. Con el objetivo de informar las discusiones políticas de cómo eliminar las restricciones legales a las mujeres y promover la investigación para mejorar su inclusión económica, el Banco Mundial realizó un informe sobre la discriminación de género en el trabajo y los cambios legales al respecto en los últimos diez años. El informe detalló que, a nivel global, la brecha de género se ha cerrado en un 68%, y que, según el reporte del WEF, se necesitarán cerca de 132 años para alcanzar la paridad de género complete en el mundo. Asimismo, el país durante las últimas décadas llevó a cabo medidas pioneras para eliminar la brecha de género, entre las que se destaca la ley, aprobada en 2018, que obliga a las empresas con al menos 25 empleados a demostrar que pagan de igual forma a hombres y mujeres por la misma labor.

De acuerdo a un reporte elaborado por Equal Measures, que mide el nivel de cumplimiento de las naciones del Objetivo de Desarrollo Sostenible asociado a la Igualdad de Género, para 2030, el país nórdico se encuentra en el cuarto lugar del globo, con 87.7 puntos. Un hito que Hanna Nicholls, segunda secretaria de la embajada de Noruega en Chile atribuye a que el Gobierno y sus ciudadanos han entendido que la equidad es un derecho fundamental y que la mujer tiene un rol protagónico en el crecimiento económico del país. Actualmente, se estima que un 67% de las mujeres del país nórdico trabajan, mientras los hombres alcanzan un 73%. Además, un 83% de las mujeres con hijos están insertas en el mercado laboral, frente a un 90% de los hombres.

“En Chile, en el ámbito educacional, las oportunidades que se tienen en la infancia parecen tener profundos efectos, casi determinantes, sobre las oportunidades futuras de una misma persona” (Senado de la Nación, 2012, pp. 74). Esta frase refleja una wise conclusión a la que llega el estudio Retrato de la desigualdad en Chile y es que, en todo nivel educativo, las desventajas de origen socioeconómico de los chilenos, marcan el acceso, la trayectoria y los resultados de su educación. Es decir, que el éxito o fracaso escolar, está fuertemente determinado por los orígenes de las personas, marcando una desigualdad desde los inicios.