¿Será simplemente coexistencia que en Chile tenemos paralelamente malos índices de salud psychological y de distribución de ingresos? Diversos estudios han mostrado que mientras más desigual -económica y socialmente- es una comunidad, más precaria será la salud psychological de la misma. Sin duda la precise crisis social, política y sanitaria en América Latina ha sido analizada desde múltiples aristas relacionadas a la historia, economía, sociología y ciencias políticas.
En el informe del PNUD (2016)16, se observa que Chile está dentro de los países con un nivel muy alto de desarrollo humano, ubicándose en el puesto número 38, bajo Lituania y sobre Arabia Saudita, con una expectativa de vida promedio de eighty two años, y una media de años de escolarización de 9,9 (de los 16,3 años esperados para el país). Dentro de esta categoría los únicos países latinoamericanos representados son Chile y Argentina en el puesto 45 (con valores de 0,847 y 0,827 respectivamente, siendo el promedio de América Latina y el Caribe de zero,751). Sin embargo, Chile retrocede 12 puestos si se considera la desigualdad17, quedando al nivel de países como Rumania, Kuwait o Rusia. Los primeros puestos son ocupados por Noruega, Australia y Suiza, mientras que en los peores lugares están la República Centroafricana, Nigeria y Chad, con niveles de desarrollo humano muy bajo. En el período 1990 y 2013, la desigualdad del ingreso en Chile12, medida a través del índice de Gini, evolucionó de una forma comparable a que se debe la desigualdad social a una U invertida (ver Gráfico 6), crece a partir de 1992 para luego descender desde 2003 y de manera constante desde 2009. Bajo la metodología tradicional Chile pasó de un índice de Gini de zero,fifty seven en 1990 a 0,fifty three en 2013.
El emprendimiento se ha entendido como un aprendizaje de una nueva forma de relacionarse con la dimensión productiva. El empresario es modelo de conducta gracias a su emprendimiento y, en tanto tal, toda persona puede convertirse en emprendedor si sigue las reglas de esta conducta, independiente de su posición objetiva en la sociedad. Las dos matrices culturales exitosas en Chile (cultura hacendal, cultura del emprendimiento) tienen relevantes principios de legitimación de la desigualdad. Y la ruta cultural no exitosa, la cultura republicana, ostenta una variante que permite también incorporar la desigualdad como parte de su repertorio posible. Una revisión somera de las tres matrices mostrará la articulación de estas visiones con nuestra historia de desigualdad. Además, hablamos permanentemente de reforma a Carabineros, de reforma al Sence, a la Sala Cuna y ninguno de esos proyectos sale adelante.
Ya se estudió uno de sus componentes, el ingreso, por tanto, en esta sección se estudiarán otros dos, la educación y la salud. En este apartado se examina el desarrollo económico del país, evaluado a través de índices de desarrollo humano (PNUD) y el índice de desarrollo regional (Vial, 2017) y a continuación se evalúa la desigualdad social en dos aspectos muy controversiales actualmente en el país, educación y salud. Ambos temas generan constantes polémicas, protestas y levantamientos por parte de la sociedad, la cual siente la desigualdad y busca que el Gobierno doble sus esfuerzos para satisfacer estas necesidades básicas, de una manera eficiente y que beneficie a toda la población y no solo a unos pocos.
En zonas aisladas podemos evidenciar las más altas desigualdades en el acceso a las oportunidades, lo que genera quiebres sociales. Se observa en el (Gráfico 8) que en 1955, en promedio, los chilenos no alcanzaban a completar la enseñanza primaria (8 años), llegando a este nivel solo a partir de 1990. En 2014 el promedio fue de 9,eight años, por debajo de la educación obligatoria en el país (12 años) y de los años de escolaridad esperada de acuerdo con el PNUD (15,2 años para 2014). El país busca facilitar cada vez más el acceso a estudios superiores, de hecho la política pública pretende que a través de becas y créditos la educación esté al alcance de la población económicamente más vulnerable.
Además, muestran una alta correlación entre los diferentes patrones nacionales de desigualdad de ingresos y la adicción al juego, problemas de comportamiento en la niñez, trastorno bipolar e incluso “sesgo de autoestima”. De esta forma, este programa de investigación apunta a incorporar la percepción en los estudios y encuestas. Recoger los datos necesarios considerando esta dimensión del tiempo para, finalmente, construir políticas públicas que permitan llegar a una superación de estas desigualdades e injusticias de nuestra sociedad. La disaster también tiene el potencial de aumentar la presión política a favor de un cambio más progresivo.
Uno de los factores decisivos a la hora de comprender la desigualdad en Chile es la permanente justificación cultural de la importancia de conservar ciertas concentraciones de poder (político o económico) en ciertos grupos específicos, siempre pensando en el bien del país. Desde el poder militar para conservar el orden, el poder eclesial para conservar la ethical, hasta el poder de la clase política para preservar la estabilidad; Chile ha estado atravesado por hipótesis que justifican la acumulación de recursos como condición para la civilización. La ciudadanía ha sido vista como fuente de caos, animalidad, instintos, frente a la sabia razón que inspiraría a los grupos dominantes. No hay que olvidar que para que esta Reforma sea exitosa, se requiere fortalecer la profesión docente. Tal como señaló el Informe McKinsey de 2007, en ninguna parte del mundo la calidad de un sistema escolar supera la calidad de sus profesores.
En algunos países como Colombia se destaca particularmente la desigualdad en materia de justicia por todo el proceso de violencia que ha marcado por años a ese país, mientras que en otras naciones como Chile, las divergencias más fuertes están marcadas por la alta desigualdad económica, en el sistema educacional y social. Asimismo, los sectores más vulnerables tienen altas tasas de desocupación, informalidad en el empleo y desprotección social. Siguiendo al texto Desiguales y a la OECD (2012), se necesita reducir las brechas que existen en la estructura productiva de la economía chilena, que se expresan en circuitos diferenciados de productividad, competencias laborales, salarios y estabilidad en los empleos.
La república es instaurada por una oligarquía que, entre otros factores, gozaba de una fortaleza cultural enorme en medio de un país donde el siglo de las luces había pasado entre sombras. El siglo XIX chileno está marcado por sociedades literarias, por la Universidad de Chile, el Instituto Nacional, las escuelas normalistas, la redacción de las leyes, el diseño desde el positivismo de un país racionalista. Pero esta fuerza enorme en dirección de la razón, la ciencia, las artes y la religión al servicio de la república, tuvo (como decíamos) un vicio de origen. Se asumió que la ausencia de racionalidad y madurez de la sociedad chilena era tan brutal que, en tanto no fuera educada, la política no podía hacerse con la ciudadanía. Es decir, se postergó el ejercicio del poder deliberativo de los ciudadanos hasta nuevo aviso y, mientras tanto, se asumió que el management y diseño del país debía residir en las instituciones.
La misma encuesta ratifica que la desigualdad se mantiene constante, algo que damos por descontado como un muy mal resultado. CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica. A pesar de esta evidencia, los datos sobre desigualdad comúnmente se relativizan frente a las percibidas bondades del modelo económico. Bajo su alero surgieron grandes fortunas, cuyo origen se centra en la minería, las finanzas y el comercio.
No estamos haciendo solamente la dimensión cuantificadora (lo que ya se ha hecho), sino que se busca acceder al sentido, al sujeto, al individuo”, cube el sociólogo. Cuando uno compra tiempo, cube Basaure, se gana cierta autonomía y capacidad de manejar las actividades de orden necesaria, como el trabajo remunerado -y con eso mejorar la propia situación económica-, y las actividades discrecionales como disfrutar del tiempo libres y la recreación. Las causas de esta problemática, de acuerdo al sociólogo, radicarían en el hecho de vivir en una sociedad del trabajo, acelerada e individualista. Una sociedad trabajólica y de consumo, alienada por el dominio de determinados tiempos, básicamente los de trabajo, perjudicando el marco de “vida buena” que tiene espacios para lo lúdico, lo estético, la participación política y la vinculación con uno mismo y el entorno. Gran parte del sentido de bienestar, autonomía y autorrealización personal depende del tiempo que podemos destinar a las diversas actividades que componen el diario vivir. Para el sociólogo Mauro Basaure, investigador del COES y director del Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la Universidad Andrés Bello, las condiciones estructurales de una sociedad como la nuestra hacen que existan actividades que se extienden en demasía, que ocupan más tiempo y gobiernan la cotidianeidad.
En Chile, en el año 2015, el promedio de escolaridad para una persona nacida en el país era de 11 años, y para un inmigrante (cuya madre residía en otro país al momento del nacimiento) de 12,5 años. Asimismo, hay una diferencia promedio de un año de escolaridad dependiendo de si pertenece o no a una etnia, siendo el promedio de 10,1 años para la población indígena y 11,1 para la no indígena. Las principales banco frances fundación conclusiones de este trabajo, revelan la gran heterogeneidad que existe entre las regiones de Chile, siendo consistente con los trabajos de Agostini y Brown (2007; 2010), Ramírez et al. (2009) y Mac Clure y Calvo (2013), quienes avalan la importancia de trabajar a distintas escalas territoriales2. Se observa que las regiones más desiguales a nivel social y económico, son igualmente aquellas con menor PIB y desarrollo económico.