Asimismo, incorpora la medición de la Pobreza Multidimensional, siguiendo el ejemplo de países más desarrollados. A continuación esta sección analiza la pobreza en Chile, un fenómeno complejo de definir y medir, entendido como una condición privativa, en la cual las personas carecen de recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas como vivienda, alimentación, vestuario o salud. Además, es un término asociado a otros fenómenos negativos, como la desigualdad y la falta de oportunidades, afectando el bienestar de la población (Ministerio de Desarrollo Social, 2011).
Las encuestas de hogares, como la Casen, sobre las que se basan las estimaciones habituales del Gini, no son capaces de capturar la concentración en la parte alta de la distribución, porque no suelen representar al pequeño grupo de personas más ricas y porque a la vez tienen dificultades para capturar los ingresos del capital. Integrando datos de cuentas nacionales, declaraciones de impuestos y encuestas de hogares para corregir estos problemas de medición, el equipo del World Inequality Database estima que el 1% de mayores ingresos en Chile se lleva aproximadamente un 27% de los recursos, fracción que ha permanecido bastante estable desde 1990. Dicho lo anterior, es posible que las políticas redistributivas aún no sean desarrolladas con la eficacia que el país necesita para reducir más rápido las brechas económicas que le aquejan. Además de los indicadores de desigualdad conocidos, recalca que la sociedad, actualmente, valida más la desigualdad que hace 30 años. Asimismo, la percepción de este autor es que las políticas redistributivas, más que abogar por una verdadera equidad, buscan beneficios adicionales, como la perpetuación del poder político-económico.
En consecuencia, el país se encuentra en una época de constantes protestas sociales de diversa índole y es cada vez más frecuente que las regiones se manifiesten en contra de un Gobierno central, que no ha sido capaz de satisfacer las necesidades de un territorio tan heterogéneo como Chile (Mieres, 2015). Es imperativo que la distribución de la riqueza en Chile sea más equitativa; que el crecimiento económico sea más inclusivo y que se facilite la movilidad económica y social de la población chilena. Para alcanzar este mayor nivel de desarrollo y por ende el mejoramiento de la calidad de vida de la población, es necesario que el proceso hacia la equidad considere las diferencias territoriales del país. El informe económico de la OCDE (2013) concluye que el fuerte crecimiento de Chile ha traído consecuencias para el ecosistema, uno de ellos es el mayor gasto energético. Si bien existe la conciencia a nivel público y privado del costo medioambiental, los esfuerzos para cubrir las externalidades negativas, a través de nuevas tecnologías e impuestos energéticos, no han sido suficientes (OCDE, 2013). De acuerdo con Wagstaff (2002), a nivel sanitario, los países pobres tienden a presentar peores resultados que los países ricos, y a su vez, dentro de cada país ocurre la misma situación.
Este país tiene una brecha de género del 91,2%, cifra que lo sitúa en el primer lugar en el mundo donde hay una mayor igualdad. Factores como el cuidado de los hijos, la ley de sala cuna y los sueldos inciden en nuestro país en el aumento de la desigualdad laboral entre hombres y mujeres. Ciertamente hay muchos otros aspectos a considerar, si se tiene en cuenta la devaluación de la institucionalidad política, el empoderamiento de las comunidades y los cambios que trae consigo la automatización del empleo y la revolución digital. Es tarea de todos contribuir a superar los obstáculos y aspirar a un país más justo, próspero y solidario.
De acuerdo con los datos para 2015 del Banco Mundial, en Chile la esperanza de vida al nacer es de 79 años en promedio, siendo de seventy seven para los hombres y 81 en el caso de las mujeres, encontrándose sobre el promedio mundial (72 años, 70 para hombres y seventy four para mujeres). Actualmente, en contraposición del año 1990, no existen grandes brechas entre la esperanza de vida de una u otra región, siendo esta de 2 años en 2015 y 5 años en 1990 (ver Gráfico 11). En 2015, Coquimbo y la Región Metropolitana lideran con casi eighty capitalismo y desigualdad social años en promedio, mientras que la menor esperanza de vida se observa en Antofagasta y la región de Los Lagos, con aproximadamente seventy eight años.
OECD (2012) postula la necesidad de reformas tributarias que combinen ajustes en impuestos (algunos hacia la baja, otros al alza) con políticas de subsidios al trabajo de los sectores de menores ingresos. Se comprobó bienestar social oms la existencia de convergencia absoluta en términos de PIB per cápita y desigualdad del ingreso. De igual forma, las regiones con mayor desigualdad inicial, son las que tienden a reducir más rápido este indicador.
La Región Metropolitana es por excelencia la región que más produce en el país, por sí sola aporta el 42% al PIB nacional, sus principales ingresos provienen del sector de servicios financieros y empresariales y del comercio (Ver Anexo B). En marzo del año 2010, bajo el segundo mandato de la presidente Michelle Bachellet, Chile se convirtió en el miembro número 31 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el primero a nivel Sudamericano. En su discurso, Angel Gurría (Secretario General de la OCDE), declara que la experiencia chilena enriquecerá el acervo de la OCDE en cuestiones clave, siendo un ejemplo al combinar crecimiento económico y mayor bienestar social. Gurría comentó que Chile ocuparía un lugar que le pertenece por mérito propio, cuyo objetivo es que comparta sus buenas prácticas y políticas públicas con los demás países de la OCDE.
El año pasado, los multimillonarios disfrutaron del mayor aumento de su riqueza como participación el complete mundial registrado hasta el momento, según el Laboratorio Mundial de la Desigualdad. El Banco Mundial estima que ninety seven millones de personas en todo el mundo cayeron en la pobreza extrema debido a la pandemia en 2020, viviendo con menos de US$ 2 al día. Según la medición, Haití y Sudáfrica son los países más desiguales del mundo (para los cuales se dispone de datos), con un Gini superior a 60 puntos en 2013. 14En Chile, el sistema público de educación, sobre todo educación básica y media, debe mejorar en calidad para ser competitivo con el sector privado. Por su parte, el sistema de salud presenta problemas, principalmente, por la falta de atención.
Primero, los percentiles de mayores ingresos concentran una parte sustantiva de los ingresos. Por ejemplo, como detallamos más abajo, en Chile el 10% más rico se apropia de más de la mitad de los ingresos totales. Se concluirá que el sistema tributario Chileno responde a un pacto social -impuesto, no acordado- que le asigna un rol acotado al Estado tanto en la recaudación como en la corrección de las desigualdades del mercado. En ese sentido, los altos niveles de desigualdad en Chile no son consecuencia inevitable de la economía internacional. Finalmente, para verificar la robustez de los resultados, se realiza una regresión utilizando como variable dependiente una medida de desigualdad diferente, el ratio 20/20 (en función logarítmica).
Mientras mayor desigualdad, el IDH-D se ubicará más por debajo del IDH, siendo este el caso de Chile. 3Para que un análisis basado en encuestas de hogares con diseño muestral probabilístico tenga validez sobre la población objetivo, se debe usar un ponderador para la estimación de cualquier variable de interés, lo que da cuenta del número de personas de la población que representa un individuo encuestado. Para este estudio se utiliza el issue de expansión regional, puesto a disposición por el Ministerio de Desarrollo Social, responsable de la Encuesta CASEN. La (Tabla 7) muestra, por una parte, la evolución de este índice considerando solo las seis dimensiones originales, lo que permite hacer una correcta comparación en el tiempo, y a continuación, expone los resultados 2017 al incorporar la variable de medio ambiente y sustentabilidad.
Por otro lado, de acuerdo con el estudio de Betancour y Maldonado (2013), la minería estaba entre los tres sectores económicos con mayor variación de la tasa de empleo. “En las cuatro regiones mineras se producen los mayores crecimientos de personas ocupadas en el país entre 1986 y 2012, con un incremento que fluctúa entre 150% y 117%, con un promedio de 139%. Esto determina que la participación de estas regiones en el complete del empleo del país crece desde 10% a 12%” (Betancour y Maldonado, 2013, pp. 115). El desempleo por sector económico también es relevante, de acuerdo al INE, en el último semestre 2015 el sector secundario tenía las mayores tasas de cesantía, sobre todo en el sector construcción. Se observa que el comportamiento no se adecua a la teoría de la U invertida de Kuznets, más bien el comportamiento parece ser el contrario. A mayor nivel de ingreso las desigualdades regionales disminuyen al principio, lo cual es un proceso deseable para un crecimiento económico inclusivo.
En Chile, mayores ingresos son consecuentes con mejores oportunidades de acceso a un sistema de educación y de salud de calidad4. Las personas que gozan de mayores ingresos tienen la posibilidad de ir a mejores escuelas, asistir a clases particulares y extracurriculares, ir a mejores centros médicos e incluso tomar mejores medicinas, que una persona pobre. Estas mismas condiciones sociales y otras medioambientales y de seguridad, son determinantes para el futuro nivel de ingresos de las personas, por tanto, peores condiciones sociales pueden aumentar las desigualdades del ingreso. Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional. Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–. Es muy possible que la causalidad opere en ambas direcciones, puesto que una alta desigualdad de ingresos dificulta la igualación de oportunidades en ámbitos como el desarrollo infantil temprano y el sistema educacional, por las grandes divergencias que existen en el capital económico, social y cultural de los hogares de origen.
El desarrollo económico ha significado un fuerte incremento en la esperanza de vida y un descenso en las tasas de fertilidad. De hecho, si bien en relativamente menor medida que otros países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), Chile está adelantado en la transición demográfica, lo que implica importantes retos en términos de crecimiento económico y productividad laboral. Los buenos indicadores a nivel de crecimiento económico de las últimas décadas en Chile, no han podido mitigar la persistente desigualdad del ingreso. Anteriormente, Soto y Torche (2004) concluyen lo mismo, demostrando que, entre 1975 y 2000, el PIB per cápita chileno creció un 5% al año, sin embargo, las regiones no se beneficiaron de igual forma.