Instituto De Investigación En Ciencias Sociales Universidad Diego Portales Llamado A Ponencias: Iii Jornada De Investigadores As Jóvenes En Temáticas Sobre Desigualdades Y Cohesión Social

Es este apartado, de manera muy somera, recogeremos algunos análisis sobre el fenómeno de las desigualdades, consideradas sobre todo desde la economía, de la historia y las ciencias sociales, tanto en estudios globales como locales. Por su lado, la Región Metropolitana, como no es de extrañar, ostenta los mejores resultados junto con regiones del norte como Antofagasta y Tarapacá. Las regiones que más han mejorado su nivel de escolaridad promedio son Los Ríos, Aysén y Coquimbo, mientras que las regiones de menor avance han sido Atacama, la Región Metropolitana y Antofagasta. En basic, las regiones con menores años de escolaridad al comienzo del período, son aquellas que han tendido a mejorar más este indicador. Respecto a la tasa de crecimiento, en 2016, La Araucanía es la región con mayor crecimiento a nivel real, a pesar de los bajos indicadores socioeconómicos que se darán a conocer más adelante.

a que se debe la desigualdad social

Dicho lo anterior, no creo que la de ingreso sea la desigualdad más relevante para explicar el estallido social. En cambio, en este texto sostengo –como hipótesis– que hay dos tipos de desigualdades que están relacionadas con la desigualdad de ingreso y que tienen una relación más directa con el estallido social, a saber, la desigualdad de exposición a la incertidumbre y la desigualdad de poder. 3 En explicit, mientras la primera podría explicar por qué amplios sectores de la población están tan “descontentos con el modelo”, la segunda desigualdad explicaría por qué este descontento no se canalizó de forma gradual a través de la institucionalidad política y tuvo que explotar de esta manera. Según datos de 2017, Chile tiene uno de los índices más altos en desigualdad educativa entre los países de la OCDE, expresado en el índice Gini con un zero,503 . Dicho de otro modo, los ingresos del 10% más rico del país son 26 veces más altos que los ingresos del 10% más pobre en Chile; una cifra que es señal de alarma.

Más aún, podemos decir que hace más de cincuenta años dichas desigualdades fueron consideradas como el factor que más atentaba contra la paz y el desarrollo integral de América Latina. Para un desarrollo más pormenorizado este delicado asunto, me permito remitir a mi investigación teológico-cultural publicada recientemente, con ocasión del 50° aniversario de la Conferencia de Medellín (Verdugo & Arellano, 2019). Si bien, desde la recuperación de la democracia Chile ha logrado importantes avances en términos institucionales y en la superación de la pobreza4, a la siga de un crecimiento económico sostenido, poniéndolo en primer lugar en la región; sin embargo, el progreso alcanzado no al canza a todos por igual. La desigualdad en términos de ingreso también lo pone en los primeros lugares del rating latinoamericano5. 12Los cambios metodológicos de la Encuesta CASEN aplicados a partir del año 2013 tuvieron también un impacto en el cálculo de los indicadores de desigualdad de ingresos. Para entender la evolución de la desigualdad a largo plazo, se expondrán también los resultados del índice de Gini bajo la metodología tradicional.

Mientras tanto, la menor variación se observó en el norte, en la región de Antofagasta, cuyo PIB disminuyó un 2,9% respecto al año anterior, sin embargo, sigue siendo una de las regiones que más aporta al PIB nacional (9,7%), gracias al producto minero de esta zona. La Región Metropolitana es por excelencia la región que más produce en el país, por sí sola aporta el 42% al PIB nacional, sus principales ingresos provienen del sector de servicios financieros y empresariales y del comercio (Ver Anexo B). Existen diversas razones por las que podríamos argumentar a favor de reducciones en los niveles de desigualdad que exhibe el país, desde juicios morales y éticos, hasta elementos puramente prácticos como son los efectos que produce sobre el crecimiento, el tejido social, y la concentración del poder político (además del económico). Parece existir una relación bastante directa entre los niveles de desigualdad sobre la ocurrencia de conflictos, que tiene que ser estudiada con mayor profundidad.

Al realizar el mismo ejercicio pero considerando el 20% de los hogares con mayores y menores ingresos, el ratio es claramente menor. Sin embargo, el escenario no cambia demasiado al jerarquizar el territorio, al menos no para las regiones mejor y peor catalogadas anteriormente. El (Gráfico 7) demuestra nuevamente que La Araucanía y Los Ríos son los territorios más desiguales, seguida del Biobío y la Región Metropolitana, la cual sube al puesto número cuatro. Por su lado, con menor desigualdad destacan las regiones de Arica y Parinacota, Atacama y Antofagasta (las misma regiones destacadas en el ratio 10/10, pero en un orden diferente). Chile es un país largo y angosto, ubicado al sudoeste de América Latina, limita al norte con Perú, al noreste con Bolivia y al este con Argentina.

Los datos educacionales comparativos por país se obtienen de Barro y Lee (2010) y PNUD (2015). Los datos regionales, como años de escolaridad promedio y analfabetismo, se obtienen a partir de la Encuesta CASEN. Con la nueva metodología, se aprecia que en ambos años se repiten tanto las regiones más desiguales como aquellas con menor nivel de inequidad.

La segregación en la educación, originada con el proceso de municipalización y la desregulación urbana, ambas promovidas durante la dictadura cívico-militar, dieron origen a una profunda brecha social y cultural. El estado ha tenido la mayor responsabilidad en estas, por favorecer un patrón de segregación urbana en gran parte de las grandes ciudades en Chile, especialmente en santiago. Desde todo punto de vista, la mixtura social y cultural en barrios debe ser considerada un atributo de la ciudad, no un defecto, para lo cual es urgente avanzar en educar a la ciudadanía con ese propósito. Segundo, mientras que la elite económica parece ser totalmente dogmática, ya que se niega a que el Estado se haga cargo en cualquiera de los ámbitos consultados; la ciudadanía, en cambio, tiene un juicio más reflexivo y pragmático, apoyando mayoritariamente la acción del Estado en algunos ámbitos y minoritariamente en otros. Por ejemplo, respalda fuertemente un rol en salud y educación, pero no así en el caso de las telecomunicaciones. Esta comparación contrasta con el discurso de la –poco pluralista– prensa chilena, que suele poner las demandas de la ciudadanía como un ejemplo de irracionalidad, mientras que sitúa el pensamiento empresarial como ejemplo de cordura y pragmatismo.

La convocatoria está destinada a estudiantes y egresados que se encuentren en las etapas iniciales de su carrera investigadora. Esto incluye a estudiantes y egresados de pregrado, magíster, diplomado y doctorado que estén comenzando sus proyectos de investigación, fomentando el intercambio y la reflexión entre jóvenes investigadores/as que, desde diversas disciplinas y enfoques, están explorando las múltiples facetas de la desigualdad y la cohesión social. Al enfocarnos en investigadores/as en estadios tempranos de su trayectoria, buscamos visibilizar sus contribuciones, promoviendo un espacio dinámico y enriquecedor para el desarrollo de nuevas perspectivas y conocimientos en estas áreas críticas. Conformar un espacio abierto de intercambio de avances de proyectos en etapas iniciales, como también de resultados de investigación cuyas contribuciones teóricas, metodológicas y/o empíricas inviten a la reflexión y el debate en torno a las distintas manifestaciones de la desigualdad y cohesión social en Chile y América Latina. Adicionalmente, la convivencia en burbujas sociales lleva también a profundizar la desigualdad con las personas menos favorecidas dentro de la casa, como las mujeres, quienes no sólo tienen el mandato de hacer las tareas domésticas y de cuidado, sino también acompañar a los niños y las niñas en las clases virtuales y sus tareas.

Como segunda conclusión, entonces, podemos establecer que tener un Estado grande, intervencionista y “solidario” no pareciera ser el camino más adecuado para disminuir nuestra enraizada desigualdad. Asimismo, más burocracia estatal y más gasto social —por parte del Estado central— no ayudarían a reducir la desigualdad económica, si dicho gasto social no va acompañado de buenas políticas públicas focalizadas y de un Estado eficiente y profesional. Sin crecimiento económico, complementado con una modernización del Estado bienestar social segun la oms y una reforma profunda a su burocracia y gestión, por más impuestos, redistribución y ayuda social que inventemos, la desigualdad seguirá enraizada como lo ha sido siempre en nuestra historia. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó su índice de desarrollo humano (IDH) con cifras de 2018, donde si bien constató que la gran mayoría de los países latinoamericanos mejoraron sus indicadores, la región continúa siendo la segunda zona del mundo de mayor desigualdad, detrás de África Subsahariana.

La nueva metodología, a diferencia de la anterior utiliza el hogar como unidad de análisis (no las personas) y se dejan de considerar los individuos que no reportan ingreso alguno. 8Estados Unidos por su parte, obtiene el puesto número diez, con un PIB per cápita 2,four veces superior al chileno. 3Para que un análisis basado en encuestas de hogares con diseño muestral probabilístico tenga validez sobre la población objetivo, se debe usar un ponderador para la estimación de cualquier variable de interés, lo que da cuenta del número de personas de la población que representa un individuo encuestado.

La discusión no se agota en qué prioridad damos, si a enfrentar la pobreza o la desigualdad. Sin embargo, en cualquier escenario, especialmente el actual, parece inconcebible abandonar la pelea contra la pobreza, aunque el discurso contra la desigualdad esté en su auge de popularidad. Esta realidad puede provocar que muchos políticos que ven estos datos intenten hacerse cargo exclusivamente de la opinión mayoritaria de la ciudadanía, pero les puede pasar que se olviden que la política no solamente está para hacer lo well-liked autores de la pobreza, sino también para no perder de vista las cosas importantes de la vida en sociedad. En otros términos, no se trata simplemente de navegar la ola de la opinión pública, sino que se debe contribuir a generar opinión pública para que se vuelva a poner el foco en las cosas que consideramos importantes.

Enfocó su análisis en la percepción de la desigualdad en la vida cotidiana y cómo motivar a luchar por tener sociedades más equitativas. Incluso, con su antiguo grupo llevó a cabo un estudio que evidenció cómo cuando se hablaba de desigualdad a otras personas usando rostros cercanos, por ejemplo pidiendo pensar en el amigo con menos recursos, crecía el rechazo hacia ella. Generalmente, la ideología que promueve la desigualdad hace que incluso las personas en condiciones más perjudiciales justifiquen la desigualdad.