No obstante, advirtió que los empleos aún no se han recuperado tras la pandemia. “Me alegro mucho por la baja en la pobreza, porque había un riesgo que se llamaba inflación. Pero ojo, porque la caída en pobreza es por los subsidios monetarios, no es por el mercado laboral, porque esto todavía no se ha recuperado 100 percent después de la pandemia. En paralelo a la reducción de los ingresos autónomos, los subsidios comenzaron a subir en forma acelerada.
Más aún, el desafío de superar la pobreza no tiene sólo que ver con una mejor distribución de recursos materiales, tiene más que ver con mejorar las vías de integración y participación social, con superar la exclusión social y cultural que divide y hiende nuestra sociedad y marginaliza a un grupo de ella. Como respuesta a estos indicadores, suele decirse que el problema no es que los ingresos sean muy desiguales, sino que hay demasiadas personas pobres. También se argumenta que la desigualdad era baja en los regímenes comunistas ruso y chino en 1980 y que su posterior aumento contribuyó a estimular la innovación y el crecimiento en beneficio de todos.
Esas propuestas no se limitan a la estrategia clásica de aumentar los impuestos. Atkinson argumenta en su libro que atacar la desigualdad con impuestos implica actuar al last del proceso de creación capitalismo y desigualdad de riqueza, cuando los contratos se han hecho, los salarios ya se han pagado y la riqueza ya se repartió. En ese sentido, los impuestos tratan de corregir ingresos que se distribuyen cada vez peor.
Frente a los economistas que sostienen que la desigualdad no debe importar ni a la política ni a las personas (pues es un tema irrelevante, al lado del problema de la pobreza y el crecimiento económico), Atkinson argumentaba que la distribución debía estar en el corazón de la investigación económica. Entre otras cosas, porque a las familias y a los individuos sí les importa. Con todo, los factores que generan un incremento en la desigualdad son múltiples e incluso hay algunos consecuencia de evoluciones deseables en la sociedad. El acceso extendido de la mujer al mundo del trabajo y la educación universitaria se encuentra entre estos. Como expone Branko Milanovic, hombres y mujeres acostumbran a emparejarse con personas de un estatus similar al suyo. Hasta hace algunas décadas, en la medida en que los hombres contaban con mayores recursos, era menos probable que sus esposas trabajaran y tuvieran sus propios ingresos.
En la época de Marx, más del 80% de la humanidad vivía en la pobreza extrema. Las vidas de la gran mayoría eran cortas, plagadas de enfermedades y lastradas por el analfabetismo, la desnutrición y la falta de libertad. Atkinson argumentaba que lo que le está faltando a los más pobres y a las clases medias, es lo que los más ricos se están llevando cada vez en mayor cantidad. Y que la mala distribución está empobreciendo a todo el sistema, porque “la producción complete está influida por cómo se distribuye la riqueza”. La Encuesta de Caracterización Económica (Casen) mostró una disminución de la pobreza por ingresos en el país.
Todas estas condiciones se vuelven indignas e inaceptables, en la medida que hay otras personas que tienen la posibilidad de contar con ellas, más aún, en la medida que la sociedad cuenta con los recursos para generar estas comodidades para todos, pero simplemente niega su acceso para grandes mayorías. Por el contrario, en el décimo decil, de más altos ingresos, el 90,9% del whole son entradas autónomas y prácticamente no tiene subsidios. En verdad, esta discusión entre pobreza y desigualdad no tiene mucho sentido en los términos que está planteada. Las sociedades que se desarrollan materialmente –como es el caso de Chile–, logran hacer pasar por sobre la línea de la pobreza a un segmento creciente de la población, pero en cuanto lo hacen, muchas de esas personas se dan cuenta que se mantienen en la misma precariedad relativa. Muchos países la aplican y son capitalistas”, dijo a CIPER, Ben Ross Schneider.
Y eso es solo si nunca más hay recesiones y la economía world logra alcanzar 173 veces su tamaño actual. Hasta el año one thousand de nuestra era, el promedio de ingreso de los habitantes de distintas regiones del mundo period cerca de 450 dólares por año, en dólares de 1990. Eso significa que nuestros antepasados vivían con un poco más de un dólar por día y que en Europa el nivel de ingreso era comparable a América Latina y África.
Ahora bien, el secreto del secreto, es decir, la clave de esta revolución permanente que caracteriza al capitalismo moderno, no es otro que la libertad. En este sistema somos libres para dedicar nuestro esfuerzo a aquello que consideremos más provechoso e intercambiamos nuestros productos y servicios de manera voluntaria. Esto quiere decir que nuestro bienestar depende de nuestra capacidad de ofrecer algo que otros quieran bajo las condiciones que les sean más convenientes. Hace poco más de siglo y medio, Karl Marx hizo un brillante resumen de los primeros logros del capitalismo en el Manifiesto Comunista constatando que en menos de un siglo este sistema había “creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas”.
Schneider lo ha bautizado como “capitalismo jerárquico” y dice que Chile es el caso clásico. Dado que estas grandes empresas están controladas por unas pocas familias, el académico del MIT piensa que este “capitalismo familiar”, como también llama al modelo chileno, “difícilmente puede ser defendido por los partidarios del libre mercado”. De la misma forma, en el otro extremo, en el extremo de los privilegiados, el capitalismo genera también deformaciones monstruosas. El desarrollo superlativo de las comodidades materiales y la tecnología ha permitido para unos pocos un desarrollo completamente desproporcionado, y a la larga inútil. Las grandes empresas (propiedad de un grupo muy reducido de personas, que se apodera gradualmente del mundo), intentan convencernos de que para satisfacer nuestras necesidades requerimos productos que ya han perdido hace rato cualquier utilidad práctica. Hoy, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), usualmente enfocado en el crecimiento, lanza miradas inquietas ante el crecimiento de la desigualdad.
Así las cosas, en términos reales el ingreso autónomo se redujo entre 2017 y 2022, asociado a una caída de su principal componente, el ingreso laboral, fenómeno que se explica por la mayor prevalencia de empleo por cuenta propia y que crece en el segmento de ocupados pobres. Así, mientras en 2017, el 39% de los ocupados pobres era trabajador por cuenta propia, en 2022 esa proporción ha subido a 44%. Actualmente, los movimientos populistas sacan provecho a ese sentido de pertenencia que sobrevive en los sectores empobrecidos, articulando un discurso de odio contra otros que viven en el mismo país. El gran desafío de nuestro tiempo, dice bienestar social oms Collier, es encontrar otra vez un vínculo lo suficientemente amplio que regenere las confianzas y las responsabilidades mutuas. A propósito de esta variedad, planteamos dos puntos importantes de tener en cuenta para quienes estamos interesadas en tener una conversación feminista anti-capitalista este 8 de marzo.
Esto último es especialmente cierto para China, donde la pobreza disminuyó drásticamente. Sin embargo, la justificación de la desigualdad en función del bien común no puede aplicarse a la realidad common de todas las naciones. Por ejemplo, el crecimiento económico estadounidense y europeo durante el auge del Estado de Bienestar, de 1950 a 1980, fue más intenso que en las décadas siguientes, las que estuvieron caracterizadas, como escribe Thomas Piketty en Capital e ideología, “por un aumento de las desigualdades de dudosa utilidad social”. Según el economista francés, estas no beneficiaron “al 50% más pobre, que ha sufrido un estancamiento total de su nivel de vida en términos absolutos y un hundimiento en términos relativos”. Según datos de la Encuesta CASEN, la pandemia golpeó duramente a la clase trabajadora en Chile.
No es difícil entender porqué estos ilusos ganan elecciones, ni porqué dejan arruinados a los países que gobiernan. Quien lo dude puede mirar la España de José Luis Rodríguez Zapatero o la Francia de François Hollande, si es que no quiere volver la mirada hacia el Chile de hoy. Para Atkinson, es la norma antimonopolio efectiva, entre otras regulaciones, la que permite que haya libertad de mercado. Dos convicciones fundamentales empujaron su trabajo en las últimas décadas. Cuando el modelo falla, no hay que enojarse con la realidad, hay que cambiar el modelo». El Estado se financia a través de la coacción y, a mayor carga, mayor coacción y menor libertad».
En el otro extremo, en el décimo decil, la variable corresponde en promedio a 8,9% de los ingresos totales. La pobreza no ha sido reducida por el capitalismo, sino a pesar y en contra de la oposición de los capitalistas. Entonces, no es solo que el capitalismo no soluciona la pobreza, sino que sumerge a más y más personas en la desesperación, para que el sistema pueda sobrevivir. A ese ritmo, los expertos proyectan que se necesitarían más de 200 años para estar cerca de eliminar la pobreza.