Desiguales Orígenes, Cambios Y Desafíos De La Brecha Social En Chile Publicaciones Pnud

En este último caso, el motivo principal de esta divergencia, es por el crecimiento económico de un país, la forma de medirlo es utilizando datos del producto interno bruto (PIB), siendo este un indicador indispensable para poder comparar a los países. Por lo tanto, es esencial que los gobiernos y las sociedades trabajen organizaciones sin fines de lucro juntos para garantizar el acceso igualitario a la educación. Esto implica la eliminación de barreras económicas, culturales y sociales que impiden que los grupos más desfavorecidos accedan a la educación de calidad, así como la inversión en políticas y programas que promuevan la igualdad de oportunidades en la educación.

Para medir la desigualdad social, así como cualquier otra, debemos comparar a las personas dentro de un mismo territorio. Esta zona geográfica puede ser una ciudad, región, país, continente, civilización u otra forma de agrupación humana. Para António Guterres, la disparidad de ingresos y la falta de oportunidades “están creando un círculo vicioso de desigualdad, frustración y descontento entre generaciones”.

Las desigualdades también socavan la capacidad de las personas y las comunidades para adaptarse al cambio climático y mitigarlo. Las últimas reacciones populistas al impuesto sobre el carbono demuestran que será cada vez más difícil emprender iniciativas audaces en relación con el clima si no se resuelven las causas profundas de las desigualdades.. En el contexto de disaster socio-sanitaria en el cual nos encontramos a raíz de la pandemia por covid-19 observamos como otra vez la pobreza, o más bien, el empobrecimiento que afecta a vastos sectores de la población, vuelven a irrumpir con fuerza en la agenda pública y el debate nacional. Problema y debate público que sin embargo no se agota en la pandemia, sino que se complejiza en el marco del proceso constituyente que vive el país, y de las demandas por mayores niveles de igualdad y justicia social a la base de las movilizaciones sociales de los últimos años, especialmente desde octubre de 2019. A más de treinta años desde el inicio de la transición el país experimenta una irrupción pública de sus conflictos, entre ellos, el de la desigualdad y sus múltiples manifestaciones, incluyendo al área de la política social.

“Este es el primer libro publicado por la CEPAL que se dedica de manera exclusiva al estudio de los sistemas de pensiones no contributivos en la región. Esto es elementary porque estos sistemas constituyen un pilar básico para lograr sistemas de protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes. Además, estos sistemas son esenciales para alcanzar un desarrollo social inclusivo”, resaltó en el lanzamiento el Secretario Ejecutivo de la CEPAL. Otro de los temas que representan una demanda que no se circunscribe solo a la movilización precise, sino que viene de mucho antes, es el que cube relación con la presencia de “los mismos de siempre” en la toma de decisiones, terminología popular que se refuerza con los datos del libro. Cociña manifiesta que “respecto de las autoridades políticas a nivel nacional, nuestros datos muestran que entre 1990 y 2016, siete de cada diez ministros o ministras, seis de cada diez senadores o senadoras y cuatro de cada diez diputados o diputadas, fueron a uno de 14 colegios de elite (todos de Santiago).

desigualdad social

Para mitigar los efectos de esta situación, los países desarrollados pueden acoger y atender a las personas refugiadas o desplazadas. Por ejemplo, el reasentamiento es una de las herramientas para garantizar una vía segura y authorized a la población que se ve obligada a huir de su país y refugiarse en un país vecino, y evita que estas personas se encuentren en una situación aún más weak. Poner en marcha proyectos de cooperación y ayuda al desarrollo es una de las vías para reducir la desigualdad. La lucha contra la desigualdad social ha transcurrido paralelamente a la aparición de los derechos fundamentales. La Declaración de los Derechos del Hombre, en 1789, y la aprobación de la Carta de los Derechos Humanos, en 1948, son dos acontecimientos esenciales en este sentido.

Sin embargo, la educación también puede reforzar la desigualdad social si no se garantiza el acceso equitativo a ella. En muchos países, las desigualdades económicas y sociales se reflejan en el acceso desigual a la educación, donde los grupos más desfavorecidos tienen menos acceso a la educación de calidad y a oportunidades de aprendizaje. Afortunadamente, hay muchas soluciones que se pueden implementar para combatir la desigualdad social en la sociedad actual. Una forma de abordar este problema es a través de políticas gubernamentales y programas sociales que estén diseñados para ayudar a las personas que se encuentran en situaciones de desventaja. Algunas de estas políticas pueden incluir programas de asistencia económica, como el seguro de desempleo, la ayuda para vivienda y el cuidado de niños, así como programas de educación y capacitación para mejorar las habilidades y oportunidades laborales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha identificado ocho frenos que impiden el desarrollo social de la región y que van desde la enquistada pobreza a la desigualdad crónica, pasando por la falta de inversión en el tejido social y los impactos del cambio climático.

También pueden desarrollarse enfermedades mentales por quienes se encuentran en situación de desigualdad. El sentirse desplazado, apartado, e incluso repudiado por el resto de la sociedad, puede desembocar en el desarrollo de trastornos mentales. Así como la caída en el estado de salud físico y el comienzo en la adicción de ciertos vicios como las drogas o la ludopatía. El documento advierte que si no se toman medidas de inmediato, millones de personas pueden acabar en la pobreza tan pronto como en diez años. El informe da pruebas de cómo la innovación tecnológica, el cambio climático, la urbanización y la migración internacional están afectando la tendencia de la desigualdad. Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) son una llamada a la acción a todos los países para erradicar la pobreza y proteger el planeta así como garantizar la paz y la prosperidad.

Durante el lanzamiento, Salazar-Xirinachs señaló cinco factores que han profundizado la desigualdad en los países latinoamericanos y caribeños, tales como la disparidad de ingresos en los diferentes sectores productivos, «con unos pocos sectores de muy alta productividad y una mayoría de baja o muy baja productividad», dijo. Angelika Rettberg, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, Colombia, sostiene que esta tercera conferencia pone el dedo sobre un tema muy importante y no resuelto de nuestros países como es la desigualdad. «Creemos que es clave que las universidades produzcan e intercambien conocimiento sobre las distintas formas de desigualdad de clase, de género, de raza, entre otras, que afectan el desarrollo y las vidas de las personas que habitamos América Latina». Y aunque las diferencias en la vida social sean evidentes, y pese a las sociedades tengan medios legitimados de distribución de los recursos, dice Méndez, se entiende que hayan asimetrías. Casi todos los casos de desigualdad social que apreciamos se originan en una injusta inversión del gasto público, es decir, de los fondos comunes en cualquier sociedad. En muchos lugares del mundo, los grupos sociales que más tienen se erigen en el derecho de acaparar el grueso de los recursos que, en realidad, pertenecen a toda la ciudadanía; de esta manera la brecha social se ensancha.

Y afirma la necesidad de una distribución que garantice la independencia y la voz de todos. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico. Es preciso advertir que incluso los países más igualitarios exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial.

La desigualdad es algo que va no solo en contra de conceptos básicos de justicia social, sino que es ineficiente para el crecimiento y es corrosiva para la cohesión social y para la estabilidad de los pactos sociales”. María Luisa Méndez, académica de la Universidad Católica e investigadora principal de Centro de estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), señala que el trabajo de PNUD muestra las bases históricas de la desigualdad. Un fenómeno que parte en las haciendas, se dio en el desarrollo de la minería y posteriormente se profundiza con la instalación del modelo neoliberal. «Va mostrando que hay una configuración histórica estructural que involucra distribución de recursos, una institucionalidad, un marco normativo y uno authorized que le da forma a esta distribución altamente desigual de ingresos y de representación política». Por último, uno de los puntos más oscuros de la desigualdad social tiene que ver con la incertidumbre, específicamente la laboral, que es la que determina todo lo demás para las personas de escasos recursos. “Del universo de trabajadores cubiertos por el seguro de cesantía en un período de eleven años, aquellos que partieron en un trabajo de bajo salario tuvieron empleo formal y con contrato indefinido menos de un 30% de esos 132 meses y tuvieron en promedio casi 10 empleadores.

La desigualdad social es un concepto que se refiere a la distribución desigual de recursos, oportunidades y poder dentro de una sociedad. Las personas que se encuentran en grupos marginados o en desventaja socioeconómica tienen menos acceso a recursos como la educación, la atención médica y la vivienda, lo que a su vez limita sus oportunidades y les impide alcanzar su máximo potencial. Además, estas personas a menudo enfrentan discriminación y exclusión social, lo que puede tener un impacto negativo en su salud mental y física.

Estudios del Journal of Gerontology han indicado que las personas más acaudalas viven con buena salud por un tiempo más prolongado que los pobres. Cuando los recursos destinados al gasto público desaparecen o se desvían para asuntos distintos, se detienen las obras con carácter social. La desigualdad educativa significa que no todas las personas tienen una vía clara para ingresar al sistema educativo de sus países, ni tienen acceso fácil a la información. En ciertas sociedades, el trato diferencial a las personas por su origen étnico es todavía una realidad. La desigualdad económica se refleja en la disparidad de ingresos y en la gran diferencia de riqueza entre los miembros de una sociedad.

Reflexionando sobre estos datos, es fácil comprobar que la desigualdad de ingresos se ha convertido en uno de los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo social. La contrapartida de la concentración en el tope son los bajos sueldos que obtiene la mitad de los asalariados, cuya remuneración es inferior al ingreso que necesita un hogar promedio para cubrir sus necesidades básicas (línea de pobreza). Esto no se traduce en una situación generalizada de precariedad, porque hay más fuentes de ingresos. También hay un agravante fundacion caritas de género a considerar, por cuanto más de un 70% de las mujeres asalariadas con educación media completa y que trabajan más de 30 horas semanales, obtiene una remuneración por debajo del umbral citado. Entre 1930 y 1970, hubo una moderación del fenómeno en el contexto de una creciente democratización del país, revertida durante la dictadura militar, cuando grandes transformaciones domésticas y de la economía mundial generaron innovaciones tecnológicas y de otro tipo que impactaron sobre la desigualdad de ingresos.