El Grupo del Banco Mundial (GBM) ha respaldado el proceso de desarrollo de Chile durante más de 75 años, con una variedad de instrumentos que incluyen préstamos, seguros, donaciones, asistencia técnica e intercambio de conocimiento. Entre los grandes frenos al avance económico, Bárcena destacó la deuda externa toda vez que América Latina y el Caribe es la región más endeudada del mundo, con un fifty six,3% de su PIB, y con un pago por el servicio de deuda que equivale al 59% de sus exportaciones. Bárcena afirmó que la crisis america latina pobreza agudizó los problemas estructurales, haciendo más urgente que nunca emprender cambios de fondo “con una mirada de igualdad” que elimine “de una vez por todas la cultura del privilegio expresada en la evasión, en la elusión, en los fondos ilícitos, en los gastos tributarios inequitativos, en la excesiva concentración de la riqueza”. «Sin embargo, los niveles de empleo todavía no llegan a los previos a la crisis, especialmente entre las mujeres», lamentó.
El informe da cuenta que la creación de alianzas es esencial, esto porque alrededor del 60% de todos los fondos para desarrollar este trabajo en la Región, proviene de contribuciones de los gobiernos a través de programas o proyectos en los mismo países. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD está trabajando con los distintos gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, para apoyar un cambio en los países y sociedades del continente americano. «Sin embargo, los niveles de empleo todavía no llegan a los previos a la disaster, especialmente entre las mujeres», lamentó Alicia Bárcena. En 2021, con el fin de mitigar los efectos de la pandemia en el mercado laboral, los gobiernos implementaron una serie de medidas de apoyo a trabajadores que, junto al avance de los procesos de vacunación, permitieron una «lenta recuperación» y un alza del PIB del 6,2 %, según cifras de la institución. La directiva reconoció que prima en la región una débil infraestructura en materia sanitaria incapaz de hacer frente a la situación.
El reporte «Panorama Social de América Latina» estimó que la tasa de pobreza extrema creció del 13,1% al thirteen,8% en 2021, mientras que la pobreza disminuyó del 33% al 32,1%, alcanzando a 201 millones de latinoamericanos. Según la funcionara, la pobreza extrema aumentaría de los 67,5 millones a los 90,7 millones. De hecho, también se estima que con esta caída del Producto Interno Bruto y este aumento del desempleo, el número de personas que viven en pobreza se incrementaría de 186 millones a 219,1 millones. La incidencia de la informalidad en el ámbito laboral en América Latina y el Caribe es una de las más altas a nivel mundial, reconoció desde hace tiempo la Organización Internacional del Trabajo.
Es la economía regional que más ha crecido desde los años 80 y suele ser encomiada como modelo virtuoso para el resto de la región. «Los procesos económicos contractivos acompañados de ajuste fiscal golpean a los que menos tienen y, por lo general, aumentan tanto la pobreza como la desigualdad», indicó Herrera Bartis. Mucho más difícil de ocultar, es la disparidad de acceso a salud y educación, algo que se visibilizó a nivel global en las protestas que precedieron a la Copa del Mundo 2014. Esta desigualdad sería más abismal aún si se contara toda la riqueza no declarada en un país que tiene una evasión fiscal del thirteen,4% y una economía en la sombra del 39%.
En ella se fundamenta un deber ético de ayudar a los demás para que dejen de estar vulnerados en sus derechos y necesidades básicas, para que sean menos vulnerables y para que disfruten de la mejor situación posible de libertad y de vida autónoma plena. En definitiva, la pandemia está teniendo un fuerte impacto económico y social en América Latina. Se ha incrementado el desempleo y se han cerrado empresas, se han deteriorado las cuentas públicas y han aumentado la pobreza y la desigualdad.
“El único país que alcanza un nivel related es Estados Unidos y solo desde mediados del 2000”, afirma el estudio. Más allá de una bioética centrada en asegurar la no maleficencia y el respeto a los derechos de justicia por parte de todos, absolutamente imprescindible en nuestros países, debemos avanzar en el respeto de la autonomía de las personas, profesionales de la salud y pacientes. Y parte de este respeto es el deber ético de promover su competencia como agentes morales, mediante una solidaridad personal, institucional y social que lleve a la inserción social de los más vulnerables y a conseguir su efectivo empoderamiento para llevar adelante sus ideales de vida buena, con una solidaridad y una beneficencia no paternalistas. La preocupación por los derechos humanos está en el inicio de las primeras publicaciones de temas de bioética en México, por ejemplo, con las publicaciones del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en los años ochenta, que han continuado hasta la actualidad(46). También son recientes las visiones globales de la bioética como una ética de los derechos humanos, sobre todo como una profundización del principio de justicia del principalismo, con la equidad como elementary por encima de la eficiencia del sistema de salud, por ejemplo(47), o en abierta crítica a este sistema de principios(48). Veremos primero algunos datos acerca de la pobreza y la dependencia en Latinoamérica que nos parecen éticamente relevantes, antes de entrar en el análisis bioético.
De hecho, el estudio da cuenta de que los datos tributarios de las personas parecen no recoger a cabalidad los ingresos corporativos, por lo que a los autores les parece urgente comprender mejor, en el contexto chileno, cómo operan esos ingresos que se reportan como corporativos, pero que se usan con propósitos personales. Esto supone políticas sociales que concreten la solidaridad -que ésta no se ejerza sólo particularmente- y la organización de unos sistemas de salud con atención de calidad, más allá de las atenciones básicas, que supere las desigualdades en el acceso y en las prestaciones de salud. Papel de la bioética es impulsar estos valores en la reflexión de la deontología profesional, de la ética institucional en salud y de la ética pública en las políticas y sistemas de salud. Una visión bioética de la calidad de vida en Latinoamérica no puede ser sólo un modo de determinar la proporcionalidad o no de un tratamiento médico, o de delimitar desde la economía los grados de pobreza o riqueza de algunos grupos sociales distribuidos en quintiles. Lo que nos importa es la situación de vida que deben tener los seres humanos, lo cual se nos presenta como una exigencia ethical a cada uno, pues los otros y su vida nos interpelan -en el sentido de Ricoeur y Levinas- y nos plantean exigencias desde la ética personal y, sobre todo, desde la ética social.
Tras unos años en los que el índice de Gini había bajado de zero,53 a 0,forty six entre 2001 y 2019, la pandemia ha ocasionados enormes costes sociales muy desigualmente distribuidos. Este incremento de la desigualdad ha reavivado las protestas sociales en la región, generalizando las ya manifestadas durante la segunda mitad de 2019 en Chile, Ecuador y Colombia. Si bien el comercio internacional se ha contraído en 2020 a nivel mundial, lo ha hecho de forma más severa en América Latina. En ese sentido, a la fragmentación social de cada país se agrega la fragmentación regional, apuntó De Riz.
Maneja la empresa a través de un esquema de «cascadas», obteniendo una utilidad fraudulenta de US$128 millones (juicio en curso). En 2021, SQM obtuvo ganancias por US$585,5 millones; 255,9% más respecto de 2020. También, se ha trabajado extensamente para abordar los desafíos del país en materia de agua como un elemento de desarrollo y resiliencia.
En segundo lugar, como se desprende del análisis del periodo posterior a 2012 (año que, aproximadamente, marca el ultimate del auge de las materias primas), la reducción de la desigualdad no ha sido sostenible en un conjunto de países. Las mayores transferencias públicas fueron también un issue relevante en la disminución de la desigualdad. “El estado se volvió más redistributivo hacia los pobres en ese período”, dijo la académica, agregando que el período coincide con un gran número de gobiernos de izquierda en la región. “Los datos muestran un efecto izquierda que estamos analizando ahora econométricamente”, puntualizó. El crimen organizado ya se instaló en las principales zonas de conflicto del país, llámense mapuche, inmigración o estallido social, y es la nueva lepra. En Walmapu operan mafias que se dedican al lucrativo negocio del robo de madera.
Resistencia porque se relacionan con las acciones de los movimientos sociales y también organizacionales para hacer frente a esta disaster y emergentes en el sentido de que en este contexto de disaster surgen iniciativas que apuntan a cambios que afecten los elementos más estructurales que sostienen la desigualdad. Hemos evidenciado cómo el aumento de la pobreza y violencia apuntan a factores estructurales, sociales y económicos. Estamos trabajando para apuntar a una sociedad más justa, donde la garantía de derechos fundamentales pueda ser una realidad”. La pandemia de Covid-19 no sólo generó una disaster económica que impactó al mundo, sino que también trajo una crisis social que se expresó en mayores niveles de pobreza, desigualdad y que desnudó una serie de brechas en acceso a tecnologías y a viviendas de calidad, entre otros factores que continúan sin resolverse. La calidad de vida es parte de la dignidad de la persona y, por ello, es una finalidad -quizás la primera- de la medicina y de las políticas públicas de salud.
Aun sin que se sospechara acerca del virus SARS-COV-2, causante de la enfermedad letal, se sabía que más del fifty three por ciento de la población ocupada en la región permanecía en el empleo casual y que los ingresos de millones de trabajadores no eran suficientes para su sustento. Sendos informes del Banco Mundial y la CEPAL, actualizados al 30 de junio del 2020, dan cuenta de oscuro horizonte para las economías latinoamericanas, en el contexto de la pandemia mundial de Covid 19, que ha dejado a esta región del mundo capitalismo y desigualdad como la más afectada. Las mayores alzas en desigualdades fueron en Chile, Perú, El Salvador, Bolivia y Colombia. Por su parte, Brasil, Paraguay, México, Costa Rica y República Dominicana tuvieron mejorar en la distribución de sus recursos. De los casi tres años que ha llevado sacar adelante esta investigación, buena parte de ellos se fueron en reunir la información, que no se encontraba en un solo lugar ni estaban organizados de la misma manera (por ejemplo, el SII cambiaba cada cierto tiempo los tramos de ingreso que informaba).