Pero esto no tiene por qué seguir escalando, ya hubo violencia suficiente y es hora de enmendar las teorías y metodologías afines al neoliberalismo. El escenario ha cambiado, el tablero está revuelto y las epistemologías de la desigualdad en Chile deben se repensadas por los tomadores de decisión. Es de esperar que este artículo, como tantos otros desde la ciencia social, ayuden a romper el cerco neoliberal y abrirnos sin ideologías a imaginar la sociedad post-neoliberal. Sin embargo, las complejidades de la sociedad de libre mercado, donde impera la ley de oferta y demanda con una baja regulación de precios de bienes básicos, las soluciones no son tan sencillas como exigir que aumenten los ingresos y que se congelen los precios. Las dinámicas de poder, la política, la ideología y la propia práctica cotidiana de la economía juegan un rol relevante.
Entre los siglos IX y XV, las monarquías autocráticas y las jerarquías eclesiásticas dominaron la sociedad occidental. El capitalismo generó miles de libros y millones de palabras, por lo que sería imposible explorar todas sus facetas. «El capitalismo occidental a que llamamos desigualdad social no está irremediablemente destinado al fracaso, pero es necesario repensarlo», argumentan Jacobs y Mazzucato. Y como lo demostraron el malestar político y la polarización en todo el mundo, hay crecientes signos de descontento con el statu quo.
Es decir, la desigualdad se podría reducir con mayor eficacia a través de políticas públicas, más que por solo efecto del mercado que en esta aproximación se ve poco incidental. El viernes 18 de octubre de 2019, un grupo de estudiantes organiza una protesta mediante la evasión colectiva del acceso al metro de Santiago en reclamo por el alza anunciada de pasajes de un ya muy caro sistema de tren subterráneo metropolitano. La acción de origen, más bien festivo, fue fuertemente reprimida por el Alcalde de Santiago1, Felipe Alessandri, con el uso de la fuerza policial, autorizada por el presidente de Metro, Louis de Grange, quien ordenó el cierre del servicio de transporte público subterráneo de forma indefinida2. Ese día, una importante cantidad de personas se tuvo que devolver a sus hogares caminando desde sus espacios de trabajo.
La desigualdad económica es un problema world que afecta a miles de millones de personas en todo el mundo. A medida que la brecha entre ricos y pobres se amplía, se generan tensiones sociales y políticas que pueden tener consecuencias a largo plazo. Es importante tener en cuenta que existen experiencias exitosas en la reducción de la desigualdad económica en diferentes países. Por ejemplo, países como Noruega y Finlandia han implementado políticas y programas que han logrado reducir significativamente la brecha de ingresos y garantizar una mayor igualdad de oportunidades.
Cuidarse del contagio es un lujo que solo quienes tienen fuentes de ingreso estables se pueden dar. Para combatirla, es basic garantizar la protección de los derechos laborales. Esto implica establecer leyes y regulaciones que protejan a los trabajadores, como el establecimiento de salarios mínimos, la limitación de las jornadas laborales y la prohibición del trabajo infantil. Además, es importante promover la negociación colectiva entre trabajadores y empleadores y educar a los trabajadores sobre sus derechos laborales para que puedan exigir su cumplimiento. En este sistema, se prioriza la obtención de beneficios económicos por encima de las condiciones laborales de los trabajadores. Esto lleva a situaciones en las que los trabajadores son mal remunerados, tienen jornadas laborales excesivas y no cuentan con derechos laborales básicos.
Esto se debe a que en este sistema se prioriza el crecimiento económico y la obtención de beneficios por encima de la sostenibilidad ambiental. Como resultado, se ha producido la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación y el cambio climático. Para abordar esta problemática, es necesario promover la sostenibilidad y adoptar medidas que reduzcan la huella ecológica y promuevan el uso responsable de los recursos naturales. Una de las soluciones para abordar la desigualdad económica en el capitalismo es la redistribución de la riqueza. Esta medida busca equilibrar la distribución de los recursos económicos, de manera que aquellos que tienen más contribuyan más al sistema y aquellos que tienen menos puedan acceder a mejores oportunidades. El trabajo temporario es el sector de más rápido crecimiento en Gran Bretaña y EEUU, donde ya representa 25% de la mano de obra empleada.
«La pobreza absoluta es básicamente que las personas puedan obtener… US$4 por día por persona. Es una medida de umbral», explica, pero advierte que la pobreza relativa puede desequilibrar una sociedad a largo plazo. La brecha de desigualdad puede importar más de lo que a algunos políticos y líderes corporativos les gustaría creer. Después de la Segunda Guerra Mundial, se fundó la Sociedad Mont Pelerin, un grupo de expertos en política económica, con el objetivo de abordar los desafíos que enfrentaba Occidente.
Por esta razón, asumir que el crecimiento por sí solo genera reducción de la desigualdad no se adecúa a la realidad. Primero, debemos reconocer que América Latina es una de las regiones del mundo con la mayor desigualdad de ingresos y que esta es histórica y crónica (PNUD, 2017). No obstante, esta desigualdad crónica e histórica difícilmente puede explicarse por la mera presencia de algunas modernizaciones lideradas por el capitalismo y por el libre mercado en Latinoamérica.
Pero, más allá de las teorías, fue a partir de la década de 1980 cuando se sistematizó en Estados Unidos el modelo de bajos salarios y bajos impuestos a partir de las condiciones vigentes en el sur del país. Las grandes corporaciones lograron mantener su eficacia transfiriendo actividades industriales hacia las áreas de salario reducido del sur estadounidense, deprimidas por el «efecto México», es decir, por la presión de los inmigrantes, en basic clandestinos. Los salarios bajos –en el sur estadounidense, en México o en China– definieron mecanismos de acumulación muy diferentes de aquellos que habían producido el éxito capitalista de EEUU en la posguerra. Era un nuevo modelo, el «modelo del sur», que fue la salida a la crisis a que llamamos pobreza de los años 70 y el fundamento de la revolución reaganeana, sobre la base de una serie de reformas que atacaron la protección del trabajo, los derechos civiles, el ambiente y los servicios públicos.
Facilitado por el providencial derrumbe del imperio soviético, el nuevo consenso neoliberal se combinó con el flujo de capitales, cada vez más libres y abundantes, y la reestructuración productiva sobre la base de las nuevas tecnologías. Pero antes de entrar en esas cuestiones debemos seguir recordando que a la economía comercial o mercantilista siguió desde mediados del siglo XVIII, la Primera Revolución Industrial, la cual produjo de nuevo un aumento considerable de riqueza y benefició en gran manera a esa burguesía o clase media de la que hablamos. Fue un proceso, este último, del que surgió el capitalismo como lo conocemos hoy. Algunos ejemplos de países que siguen un sistema capitalista son Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Japón, entre otros. El pequeño campesinado de muchas regiones del planeta solo cuenta con sus plantaciones domésticas como medio de vida.
De hecho, son pocos los países de la región que han abrazado seriamente el libre mercado y las reformas impulsadas por la libertad económica y el libre comercio. Sin embargo, tanto los países capitalistas como los no tan capitalistas de América Latina obtienen resultados muy similares en las clasificaciones de desigualdad. No se trata de un asunto que afecte únicamente a los «perdedores» en el juego de la competencia capitalista, que de hecho constituyen la inmensa mayoría de la población mundial. Ejerce asimismo su impacto en el entorno social y político, sea nacional o mundial, en el progreso económico y en la calidad de vida de todos nosotros, incluida la minoría adinerada. El crecimiento de la desigualdad ha traído como consecuencia la agitación social, la polarización política y las tensiones crecientes entre distintos grupos de la sociedad.
Inequidad en el acceso a sanidad, educación, alimentación, agua potable u otros bienes o servicios. El desarrollo de políticas sociales y de igualdad favorecería una sociedad más inclusiva, y aumentaría la protección de las familias y colectivos más desfavorecidos evitando que vivieran en condiciones de vulnerabilidad o pobreza. La desigualdad económica está asociada a otro tipo de desigualdades, y, juntas, aumentan el peligro de caer en la marginación.
Dicho esto, podemos comenzar a comprender hacia dónde se dirigirá el capitalismo en el futuro explorando dónde comenzó. Esto nos dice que el capitalismo no siempre funcionó como lo hace hoy, especialmente en Occidente. El segundo factor, junto con el trabajo, que sufrió una profunda transformación fue el conocimiento. Paradójicamente, en pleno auge de la economía del conocimiento, este ha ido perdiendo valor. Al multiplicarse casi sin costos en forma de software program utilizado de manera ilimitada por máquinas que aplican un patrón common, el conocimiento, crecientemente masificado, se convirtió en un bien accesible a todos.