Existen pocas experiencias en la región que logran integrar las metas de mejorar la habitabilidad y las oportunidades productivas de los habitantes de barrios precarios. En general, los acercamientos son parciales, sin la instalación de modelos de desarrollo sostenible native. Al nivel regional, se detecta algunas experiencias de potenciar las posibilidades existentes en las ciudades y los barrios precarios, para que los hogares de escasos recursos tengan acceso a espacios e instalaciones adecuadas para el fomento productivo local y la generación de oportunidades de ingreso.
En la mayor parte de los países de la región la pobreza urbana habita de manera formal y al mismo tiempo subsiste gracias al sector casual. Otro grupo importante es el que presenta una pobreza «formal» en ambas dimensiones de empleo y habitat. La experiencia de algunos países parece indicar que la pobreza formal es especialmente vulnerable a los ciclos económicos, tanto por los costos de vivir en viviendas convencionales como por la mayor rigidez que enfrentan los hogares a la hora de ajustar sus patrones de vida cuando lo requieren las fluctuaciones en el ingreso. El progreso es alentador, pero no alcanza para cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ya que transcurrió más del 50 por ciento del período que se estableció para alcanzar las metas correspondientes a la pobreza. El crecimiento del ingreso promedio en la mayoría de los países de la región ha sido insuficiente para superar los problemas de la pobreza. Las bajas tasas de crecimiento económico han tenido efectos negativos en el empleo y en la creación de nuevos puestos de trabajo, en especial en las áreas urbanas.
La disaster económica de 1995, la falta de dinamismo en la agricultura, el estancamiento de los salarios y el descenso de los precios reales en este sector, es lo que provoca todavía más pobreza rural. Si a esto le sumamos el bajo precio que pagan los intermediarios a lo producido por los campesinos, para después venderlos a costos más altos en zonas urbanas, el trabajo del campesino se devalúa. Así se ve en la necesidad de emigrar a la ciudad, dejando sus tierras sin nadie que las trabaje, aumentando el costo de la agricultura y, como consecuencia, el precio de la cesta básica. Una discusión que el expresidente gremial de los empresarios profundizó en una entrevista en Ex Ante, donde aseguró que «el sueldo formal promedio es aproximadamente el doble que el sueldo informal para todos los niveles educacionales. Entonces que alguien sostenga que la gente prefiere la informalidad precaria sin seguridad social, es profundamente equivocado». Lograr la igualdad de género y la autonomía de las mujeres es un objetivo que no requiere justificación, porque los derechos humanos no tienen precio.
Es indiscutible que estas diferentes localizaciones señalan sitios donde se acumulan y multiplican las desventajas, tanto en forma particular person como colectiva; y la mayoría de tales sitios tiene una localización periférica en relación con toda la ciudad. A continuación presentamos el análisis de algunos de estos barrios, para contrastar sus principales rasgos desde la perspectiva de su localización y su condición de pobreza. Después de muchas décadas de reducción sostenida de la pobreza, grandes conmociones y crisis provocaron la pérdida de tres años de avances entre 2020 y 2022. Los países de ingreso bajo, que experimentaron un aumento de la pobreza durante este período, aún no se han recuperado y no están eliminando esas diferencias. Por ello, The Precariat debiera ser considerado por los investigadores y sociólogos del trabajo como una de las piezas fundamentales para discutir y delinear la emergente agenda de investigación sobre la precariedad laboral en América Latina.
Y con respecto a los mercados laborales, mientras el autoempleo caracteriza la inserción laboral en áreas rurales, es la situación del subempleo la que es característica de las zonas urbanas. Los enfoques conceptuales tradicionales de carencias y necesidades básicas insatisfechas, son aquellos que ponen atención sobre la dimensión de las carencias o déficits que presentan grupos de población en indicadores o estándares entendidos como básicos de acuerdo a convenciones internacionales. De esta manera se distinguen los pobres indigentes de los pobres no indigentes y los no pobres. Las variaciones de los índices de pobreza e indigencia dependen de la situación del mercado de trabajo y de las oportunidades para generar ingresos por cuenta propia. La perspectiva de necesidades habitacionales insatisfechas materialidad de la vivienda, acceso a agua potable y saneamiento, tenencia, actualmente orienta la política habitacional en América Latina y el Caribe, donde proporciona objetivos agregados sobre los déficits cuantitativos y cualitativos, al marco de desarrollo de la política. Las mujeres tienen tan solo el 64% de los derechos legales de los que disfrutan los hombres, y la arraigada desigualdad merma sus oportunidades económicas.
Lo importante en este caso es que los niveles de ingreso son bajos para comprar la canasta básica integral (CBI)5; dado el costo de la CBI6, por un lado, y el salario mínimo mensual existente en el Distrito Federal, por otro, se tiene que este último solo alcanzaba para adquirir el 80% de la CBI el año 2013. Ahora bien, la manera tradicional de concebir la condición laboral histórica de lo trabajadores en América Latina por medio de la categoría de informalidad laboral también se ha vuelto problemática (Leiva, 2012). En efecto, si bien la categoría de informalidad sigue ofreciendo una mirada valiosa para explicar en parte importante la heterogeneidad de los mercados del trabajo y las inequidades sociales que crónicamente se incubaron en América Latina (Sproll, 2013), hoy ésta categoría parece insuficiente. Por ejemplo, hoy encontramos que en sectores productivos como la agroindustria y el sector portuario en Chile las relaciones laborales se han formalizado y no por ello son más seguras y estables. Las variedad de formas de contrato permitidos y la diversidad de relaciones laborales existentes en el campo –en especial el aumento de los contratos por obra y faena (Caro, 2012)- sirven de suficiente evidencia de que formalización y precariedad laboral no se oponen.
Debemos avanzar en la comprensión de la articulación de las diferentes fuerzas sociales y económicas que, siendo similares, se presentan diferenciadamente en cada realidad. Por ejemplo, el nivel de debilitamiento de los sindicatos y de movilidad del capital y el trabajo, nunca suceden en un vacío institucional. Las realidades institucionales de cada sociedad facilitan o regulan la influencia de dichas fuerzas sociales y económicas.
La thought inicial, crear un punto de encuentro entre jóvenes y mayores, evolucionó hacia un auténtico proyecto social en el que los jubilados, que suponen la mitad de los 80 trabajadores, no sólo llenan horas del día sino que, muchos, luchan contra la precariedad. “Es difícil de creer, pero la pobreza en la vejez es un problema importante en Austria, los afectados suelen estar muy solos”, describen la situación en su página internet Vollpension, un proyecto que empezó en 2015 con una cafetería, y que tiene ya tres locales. República Dominicana pasó de ser un país de renta baja a media más rápido que ninguno de sus pares latinoamericanos y, ahora, quiere alcanzar la renta alta.
Este tipo de argumentos acerca de una pobreza y marginalidad o exclusión inducida ha sido criticado pero a veces también complementado desde un punto de vista institucionalista por un enfoque que pone su énfasis en el elemento coercitivo o forzoso que conduce a la pobreza y la exclusión. En teoría económica se conoce esta situación como un conflicto entre insiders, o grupos establecidos, y outsiders, o grupos que buscan entrar en un determinado mercado, ya sea laboral o de otro tipo. Desde este punto de vista, la pobreza y la exclusión social son fenómenos que deben ser atacados por medio de reformas institucionales y legales que eliminen los obstáculos a la creación de mercados de trabajo más dinámicos, abiertos y menos discriminatorios.
Muchas personas que trabajan por cuenta propia, que crean micronegocios, tienen un taller o tienda acquainted, lo hacen por sobrevivencia, como alternativa al desempleo. Para la mayoría es una forma de escapar del desempleo abierto y generar al menos algún ingreso para sobrevivir, aunque sea en pobreza. Las grandes empresas son el motor de la economía del país, son la parte “de arriba” de la economía, que exporta y crece, pero al mismo tiempo son grandes productoras de personas que trabajan y son pobres.