Aun así, países que han expandido la asistencia social, como Brasil, están logrando contener la caída. Argumentó que “si corregimos el Gini y otros indicadores por lo que pasa en el high 1, el nivel de desigualdad sería mayor desigualdad de la salud y la caída no sería como la observamos si nada más usamos encuestas. Pero persiste una parte de la historia que es sumamente importante y es lo que pasó con la distribución del ingreso laboral, con las transferencias y con las remesas.
En la ocasión, que tuvo como objetivo brindar un espacio de reflexión en torno al análisis sobre las desigualdades en países como México y Chile, Reygadas analizó qué tanto el enfoque de la interseccionalidad resulta útil para entender o no, la desigualdad de Latinoamérica. “En América Latina es un enfoque que está ahora muy en boga, muy de moda porque plantea la imbricación entre el género, la raza y la clase. Es un enfoque potente para explicar muchas cosas, lo que voy a discutir hoy ayuda mucho a entender, pero no es suficiente, entonces voy a tratar de provocar un poquito la reflexión”, indicó. Por último, el resultado electoral de Estados Unidos puede potenciar los liderazgos demagógicos. Teniendo en cuenta los altos niveles de desigualdad y pobreza que preexistían en la región, no sorprende que sea una de las más afectadas por la pandemia.
Aquellas políticas que en la zona cementaron la cultura del privilegio para unos pocos, por encima de la satisfacción de las necesidades más básicas para millones de personas, encuentra ahora terreno fértil para que la epidemia resulte una verdadera tragedia. Al cierre de 2019, la Comisión Económica y Social para América Latina y el Caribe (Cepal) anunció el ingreso a la fila de los pobres de seis millones de personas más en comparación con el 2018. Frisancho indicó que estos cambios son necesarios para una mayor movilidad social, pero lamentó que no sean suficientes para alterar las posibilidades de progreso laboral entre hombres y mujeres en América Latina.
De igual modo, elabora recomendaciones concretas en políticas públicas, orientadas a mejorar las condiciones de vida de lo más pobres, y las pone a disposición de investigadores, asesores técnicos y tomadores de decisiones. Brasil, la Argentina, Colombia, México y Perú forman parte de los 10 países más golpeados por el coronavirus. Además, la región experimentará una de las caídas económicas más fuertes a raíz de la pandemia. Según las últimas estimaciones del FMI, mientras a nivel mundial la economía retrocederá un four,4% en 2020, América Latina sufrirá este año una caída del 8,1%, casi el doble que el promedio mundial. La Cepal prevé una contracción económica del 9,1% para la región, lo que supone unos 45,four millones de nuevos pobres y 26,1 millones de desocupados más que el año pasado.
“Nuestro campo laboral es bastante reducido, la mayor parte de las y los antropólogos quedan como en un limbo de precarización laboral donde hay mucho trabajo informal, por cuenta propia, sumado al auge de las consultoras vuelve necesarias las postulaciones a fondos culturales y hace estar en una constante autogestión laboral que sin duda no es lo best. Asimismo, se realizó un foro organizado en conjunto con el Colegio de Antropólogos de Chile. En esta instancia, el Dr. Reygadas abordó el tema del mercado laboral de la antropología y los problemas que encuentran los antropólogos jóvenes para insertarse en el mundo del trabajo, y expuso parte de su investigación realizada en el 2019 que condujo a un libro llamado “antropólogo del nuevo milenio”. Santibañes sugirió que la región pierde importancia por motivos económicos y tecnológicos. «Una baja tasa de crecimiento, menor comercio, menor innovación, nos vuelven menos relevantes. Pero América Latina se está convirtiendo en un foco más relevante geopolíticamente por la presencia china, sobre todo en el Cono Sur. Y eso genera la necesidad de una política exterior responsable». En medio de las múltiples crisis superpuestas, la región no apela a mecanismos de integración y cooperación que la fortalezcan.
«También aumentó la proporción de mujeres que no recibe ingresos propios y se mantuvieron las brechas de pobreza en áreas rurales, pueblos indígenas y la niñez», señaló. «La recuperación económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la disaster sanitaria», lamentó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, durante la presentación virtual del informe desde Santiago de Chile. Tras unos años en los que el índice de Gini había bajado de 0,fifty three a 0,46 entre 2001 y 2019, la pandemia ha ocasionados enormes costes sociales muy desigualmente distribuidos.
«Chile fue primer país de América Latina que privatizó el sistema de pensiones. «Llega un cierto punto en el desarrollo de un país en que se hace más difícil bajar la desigualdad». «La tendencia es una mejoría en la región porque han aumentado relativamente los ingresos de los sectores más pobres», le cube a BBC Mundo Laís Abramo, directora de División Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y otro elemento importante a considerar es que la baja en la pobreza y desigualdad está relacionada con la llegada de remesas de los salvadoreños que viven en el exterior. «El país ha visto un pequeño aumento en su clase media, pero su tamaño sigue estando por debajo de los estándares centroamericanos y regionales», apuntan.
La descomposición ratifica la concept que la naturaleza de la desigualdad subnacional es muy distinta entre países y que cambia en el tiempo, a pesar que en términos absolutos la magnitud de la brecha entre la región con más analfabetismo/escolaridad y menos analfabetismo/escolaridad es parecida. Como vemos en la tabla 2, la diferencia entre la región andina y la región Caribe en Colombia en la tasa de analfabetismo era el 8% en 2005 y 5% en 2018. En Perú, la diferencia en la tasa de analfabetismo entre la Costa y la Sierra era de 9% en 2007 y 7% en 2017. En Chile, la diferencia en escolaridad entre la región Central y la Sur era de 7% en 2002 y 3% en 2017. Como se recordará, parte de esta porción no explicada se explica por diferencias en los efectos (o los coeficientes) que tiene ser mujer, ser campesino o ser minoría indígena en las regiones desventajadas. Es decir, tiene que ver con la forma como dentro de la región interactúan de forma specific los atributos de género, ruralidad y etnia.
En el lado opuesto, y como muestra de las crecientes brechas entre ricos y pobres se encuentran las personas en situación de pobreza extrema que entre 2020 y 2021 avanzaron aceleradamente como consecuencia de la profundización de la crisis social y sanitaria derivada al Covid-19, según estima la Cepal en su informe anual Panorama Social de América Latina. López Calva especificó los fenómenos que más preocupación generan en el organismo internacional del cual forma parte, entre los que mencionó la desigualdad, mediocre crecimiento económico, violencia, percepción de injusticia, desconfianza en el Estado y políticas de respuesta desarticuladas. «Como resultado, la violencia es un factor común subyacente, que impulsa y es impulsado por la trampa de alta desigualdad y bajo crecimiento de la región. Si bien la mayor desigualdad puede estimular la violencia, la violencia también puede aumentar la desigualdad a través de su efecto sobre los resultados del desarrollo», puntualizan. El segundo año de la pandemia del COVID-19 disparó la pobreza extrema en Latinoamérica hasta alcanzar a 86 millones de personas, cinco millones más que en 2020 y la mayor cifra en 27 años, apuntó este jueves un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Los «modelos económicos» de estos dos países se derrumbaron a las semanas de la llegada de la disaster sanitaria, la privatización de la salud y los derechos sociales, unidos a la precarización laboral, fueron el caldo de cultivo para la propagación del virus en poblaciones indefensas y abandonadas por sus autoridades.
Agregó que los datos utilizados para medir la desigualdad son deficientes para cuantificar los niveles de concentración del ingreso entre los muy ricos. Las encuestas de hogares -las fuentes de información típicas de los indicadores de desigualdad- no siempre captan bien los ingresos de los más ricos. Los hogares tienden a declarar menos ingresos de lo que realmente reciben, sobre todo, los procedentes de las rentas del capital. A raíz de ello, tanto el grado de desigualdad como la tendencia pueden estar mal calculados. La percepción de las personas de que la distribución de ingresos en su país period injusta o muy injusta disminuyó al caer la desigualdad, en tanto subió cuando la brecha se acrecentó. “La percepción se mueve de manera conjunta con lo que ocurre con la información.
Es necesario prestar especial atención a las necesidades de las pequeñas empresas que, a diferencia de lo que sucede en los países de la OCDE, se benefician en common mucho menos de la innovación que las grandes empresas. Iniciativas como el programa de Proyectos Asociativos de Fomento en Chile pueden marcar la diferencia. Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas, de Sao Paulo, siente que “los números cuentan desigualdad de recursos y medios economicos una historia y las élites económicas y políticas están contentas con esos números, pero la experiencia de las personas es otra”. Stuenkel pone como ejemplo las protestas de Brasil, en 2013, muy similares en su origen a las de Chile de hace una semana. “Lo que vivimos es consecuencia de una sociedad muy desigual, no solo desde el punto de vista económico. Y hay que incluir a la élite intelectual, periodistas, analistas, entre los que me incluyo, no anticiparon esto.
Por ello la porción no explicada se refiere en parte a un componente interseccional de la brecha. Para finalizar el análisis volcamos la mirada a las diferencias que hace vivir en una región u otra. En el agregado, la brecha regional es una de las más pequeñas y es parecida entre los países. En Colombia la diferencia entre la región con mayor y menor analfabetismo era de 8% en 2005 y 5% en 2018.