Las Cifras De La Desigualdad De Chile En Salud Medwave

En términos simples, la mutualización considera el seguro de salud como un mecanismo solidario en el que el riesgo se comparte entre los beneficiarios, recalculando la deuda sobre el total del sistema en lugar de los efectos individuales. En esta segunda edición del boletín “Voces del CEP”, dedicado al análisis de temáticas relevantes para Chile, publicamos un artículo de nuestro investigador, Gabriel Ugarte, acerca de la crisis actual que enfrenta nuestro sistema de salud y las causas que la generan. Según explica la profesional, lo que hizo en su estudio fue estimar la desigualdad absoluta y relativa en caries y en pérdida dentaria, y se encontró que la desigualdad en pérdida dentaria según nivel educativo, ha aumentado en el país, tanto en hombre como en mujeres, pero desigualdad distribucion de la riqueza particularmente en mujeres el nivel de desigualdad es más elevada. La violencia que ejerce la ciudad neoliberal (Hidalgo & Janoschka, 2014) sobre las personas y sus hábitats, configura espacios urbanos sin derecho a la salud. Las ciudades son escindidas y fragmentadas, y su consecuencia es la generación de zonas de sacrificio social, expresada en marginalización, guetificación, hacinamiento, dificultad para desplazarse y desarticulación de la organización comunitaria; todos factores que inciden directamente en la salud de las poblaciones (Firpo-Porto, 2013). Esto además, debería ir de la mano con estrategias que promuevan el transporte activo, el cual facilita el acceso en distancias medias, de una forma no contaminante, con menos ocupación de espacio urbano y que es favorable para la salud.

Prácticamente en todos los ámbitos, desde la salud hasta la economía, desde la seguridad hasta la protección social, los efectos de la COVID-19 han agravado la situación de las mujeres y las niñas simplemente como consecuencia de su sexo. La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha afectado más que nadie a los pobres y las comunidades más vulnerables. Ha sacado a la luz las desigualdades económicas y las frágiles redes de seguridad social que hacen que las comunidades vulnerables tengan que sufrir las consecuencias de la crisis.

Un modelo de sociedad sustentada en profundas desigualdades muestra una de sus caras más injustas en sus consecuencias sobre la salud de las personas. Sin duda, una dimensión relevante del descontento social que tiene movilizado al país en estos días. A pesar de los desafíos que enfrenta nuestro sistema de salud, este exhibe resultados que nos posicionan favorablemente a nivel internacional, incluso en comparación con países desarrollados.

Por ejemplo, mientras Salvador Allende era ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, la provisión de vivienda se entendía como un asunto estratégico para mejorar las condiciones sanitarias de la población (Amar, 2008). “Sirven para mostrar lo heterogéneo que es Chile, que a pesar de que tenemos muchos discursos de un Estado capaz y potente, aún existen diferencias nacionales territoriales que tienen que ver con categorías como ser mujer e indígena en el acceso a la salud y eso tiene una fuerte implicancia en política pública. Entonces, esta investigación sirve para promocionar y para impulsar políticas que sean más pertinentes tanto territorialmente como para categorías de grupos específicos”, cerró la invitada.

Producto de una política vinculada al precio del suelo y de una política de vivienda social que lamentablemente expulsa de manera sistemática a las personas de menores recursos a la periferia. Así como en viviendas pequeñas, frías y húmedas en invierno, donde frecuentemente habitan muchas personas. Por otro lado, como habíamos comentado, contar con empleo tiene un beneficio evidente que es tener un ingreso, pero también hay otros beneficios menos evidentes.

El análisis mostró que los niños más pobres que vivían en los países con una mayor desigualdad en los ingresos eran más propensos a tener una peor salud, a hacer menos ejercicio, a tener más grasa corporal, a tener una satisfacción important más baja y a reportar más síntomas de salud física y mental, como irritabilidad y dolores de cabeza. Los autores plantean que la esperanza de vida coincide con un patrón geográfico claro al inside de la ciudad, evidenciando la segregación socioeconómica y de nivel de salud en Chile. Se observó que la mayor esperanza de vida se concentra desde el centro y hacia el oriente de Santiago, con una expectativa de hasta 17,7 años más en estas zonas favorecidas. Una importante dimensión de su aporte ha sido desarrollar centros de investigación y laboratorios que generan conocimientos en los temas prioritarios de salud en cada territorio.

Sin embargo, incluso con recursos limitados, se puede lograr mucho, afirma la agencia de la ONU. Pero, si vemos el promedio cuando desagregamos por comunas, encontramos que en algunas de altos ingresos como Providencia o Vitacura la esperanza de vida alcanza eighty two años, mientras que, en comunas como Molina o Lota, este indicador alcanza un promedio en torno a los 74 años. A medida que aumenta la edad, el sueño se reduce en duración y experimenta cambios estructurales, como la reducción del sueño lento y el aumento de la vigilia nocturna. Dormir inadecuadamente tiene claras consecuencias para la salud, y se ven, en parte, influidas por las desigualdades sociales. Los estudios sugieren que los problemas de calidad de sueño están sujetos a un «gradiente social». Así pasaron los años en medio de un conflicto normativo generado por la inconsistencia entre nuestro marco regulatorio y la interpretación constitucional avanzada por el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial.

Así, se combinan la pobreza familiar, la del colectivo y la del municipio, con los impactos en la salud que observamos. Es una labor que suele implicar jornadas muy largas, relacionadas generalmente con la cantidad de miembros del hogar a quienes se cuida, así como su edad y situación de salud. Además, en este tipo de trabajo, generalmente se realizan actividades muy repetitivas y en contacto con sustancias tóxicas, por lo que se producen problemas músculo-esqueléticos o en la piel. Finalmente, se realiza -y considero que cada vez más- en condiciones de aislamiento social, lo que limita las oportunidades que tiene el trabajo remunerado de establecer vínculos sociales, afectivos, significativos y solidarios.

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que las personas con discapacidad tienen el riesgo de morir antes que las personas sin discapacidad, en ocasiones hasta 20 años antes, debido a la desigualdad sistémica y persistente en el acceso a la salud. A nivel nacional, existen 4,2 enfermeras por cada mil habitantes, siendo que el promedio de la OCDE es de 8,eight enfermeras cada mil habitantes. En cuanto a la proporción de enfermeras por cada médico, los mayores déficits se muestran en las regiones de Aysén y Valparaíso. En la citada publicación del INDH, la Región del Maule observó la tasa de cesáreas más altas en el sistema público de salud (54,5%). Según datos extraídos por la Corporación Matria Fecunda desde el sitio internet del Servicio de Salud del Maule, en el periodo comprendido entre los años 2018 y 2021, cuatro de siete hospitales públicos tienen tasas de cesáreas de 60% ó más. Casi un tercio de las personas indicaron dormir menos (24,7%) o más (7,7%) de lo recomendado, dos factores asociados a un mayor riesgo de mortalidad.

desigualdad de salud

Esta situación hace recordar lo ocurrido en epidemias a lo largo de la historia, lo que es muy triste, y que tiene que ver con el modelo de ciudad que tenemos y cuya fragilidad ha quedado en evidencia. La esfera no remunerada de las labores domésticas y de cuidado es indivisible del trabajo remunerado o de la esfera llamada desigualdad de oportunidades productiva, por contraposición a la llamada esfera reproductiva. Porque desde la perspectiva del trabajo, es la que garantiza la reproducción de una fuerza de trabajo saludable, sin la cual la esfera productiva no podría funcionar. A la vez, es un importante consumidor de los productos generados por el trabajo productivo.

Por esta razón, el INDH recomendó al Estado elaborar estadísticas y datos más detallados de estos grupos específicos. “Si bien el sistema de recopilación es bueno, falta registrar datos que permitan identificar las condiciones específicas de ciertos grupos. Por ejemplo, información desagregada por etnia de tasas de mortalidad materna, que es un dato que hoy no existe y no sabemos si hay algún fenómeno en este grupo”, puntualizó Tijero. En ese contexto, podemos destacar una parte significativa de las condiciones que llevan a que las personas se mantengan sanas, o bien, se enfermen.

Los refugiados y los migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños se encuentran especialmente en riesgo de ser excluidos. La actual pandemia por Covid-19 ha traído al debate la estrecha relación entre las desigualdades sanitarias y la configuración del espacio urbano neoliberal. Si bien la importancia del pensamiento salubrista en el desarrollo de las ciudades es de larga data, se sostiene que la coyuntura actual ha vuelto a posicionar a la salud pública como un factor trascendental al momento de planificar las ciudades, a fin de propiciar una distribución más equitativa de las condiciones sanitarias y ambientales. Esta columna busca visibilizar la perspectiva de la salud colectiva en su doble propósito de comprender los procesos de salud-enfermedad como fenómenos socioespacialmente construidos, así como también vincular a diversos actores locales en la gobernanza de la salud. Este fue un estudio que condujo Usama Bilal, un investigador de la Universidad de Drexel, en Filadelfia, y que forma parte de un proyecto de investigación que se llama Salud urbana en América Latina (SALURBAL)1.

Este volumen se dirige tanto a los especialistas de salud pública, desigualdades de salud, y salud laboral, como a los investigadores en ciencias políticas y sociales, y a los activistas y miembros de sindicatos y movimientos sociales y, en basic, a aquellos lectores y lectoras interesados sin un conocimiento previo especializado sobre estos temas. La Organización Mundial de la Salud ha sido enfática en plantear que mientras más inequitativa en términos socioeconómicos es una sociedad, mayores serán las desigualdades en salud. Quienes tienen menos educación formal e ingresos, viven menos años y de forma menos saludable.