Incluso los países más equitativos exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un appreciable nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial. De acuerdo con la última publicación de la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) en 2021, con datos de 2021, el forty one,8% de las personas ocupadas fueron mujeres. El 50% de ellas obtuvo ingresos mensuales iguales o menores a $405.348, provenientes de su ocupación principal. Tras la presentación de los datos, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, expresó su preocupación por la escasa participación de mujeres en los niveles más altos de la toma de decisiones en las empresas, manifestando la necesidad de avanzar con mayor decisión.
Asimismo, revela que la mediana de densidad de cotizaciones para los hombres fue de 63,4% y para las mujeres llegó a forty five,3%. Respecto de los saldos acumulados, a junio de 2020 las mujeres registran un saldo promedio de 663 UF, en tanto que el de los hombres es de 1.842 UF, lo que indica una brecha de -64,0%. En esto incide, además de las densidades de cotizaciones, el período de acumulación de ahorros, a su vez, determinado por las diferencias en las edades legales de jubilación por sexo (60 años para las mujeres y 65 años para los hombres), lo cual resulta en un menor período de acumulación en el caso de las mujeres.
En el caso de Chile, la puntuación fue de 77,5, por sobre al promedio mundial y de la región Latinoamericana de sixty nine,1. La Iniciativa para la Paridad de Género será implementada por el “Grupo de Liderazgo”, que entregó a la Mandataria un documento ejecutivo con las propuestas de acción y medidas que impulsará, a la que se espera adhieran nuevos actores del mundo empresarial. Este grupo está conformado por representantes de empresas, autoridades de gobierno y actores de la sociedad civil, que se han comprometido a colaborar en la dirección de esta iniciativa. En el caso de Chile, son parte de esta instancia el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Economía, el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, la SBIF, Comunidad Mujer, Antofagasta Minerals, Manpower, Sodexo y Telefónica.
No obstante, desde la década del 2000, se ha podido observar un incremento generalizado de movi-mientos sociales que, entre otras causas, dan cuenta del malestar que existe en la población chilena, exigiendo mayor igualdad ( Grez, 2011 ; Segovia & Gamboa, 2012). Estas demostraciones de descontento social detonaron en octubre de 2019 con el “Estallido Social”, donde millones de chilenos y chilenas marcharon y protestaron, entre otras razones, debido a la desigualdad que existe en Chile ( Güell, 2019 ; Jiménez-Yañez, 2020 ). Esta desigualdad económica afecta no solo la calidad de vida y las oportunidades de las mujeres, sino la de la sociedad en su conjunto. El Banco Mundial estimó que la desigual participación laboral de las mujeres tiene un costo para el planeta de a hundred and sixty trillones de dólares. Mientras el 9% de la población se encuentra bajo la línea de la pobreza, el 18% de los niños se encuentra en esta situación; niños que mayoritariamente viven en hogares monoparentales de jefatura femenina.
Por ejemplo, al observar la realidad de nuestro Instituto, podemos ver que, si bien hay más mujeres en carreras masculinizadas, se mantienen vigentes los roles de género, y las mujeres tienden a ingresar a carreras que tienen que ver con el cuidado o la educación, mientras que los hombres se encuentran en carreras del área industrial. Esto nos dice que aún queda un camino por recorrer, desde la educación que se entrega a niños, niñas y adolescentes”, reflexionó la jefa de departamento. En este escenario, la situación de las mujeres en el mundo del trabajo y de la igualdad de género requiere nuestra especial atención. La discriminación por motivos de género constituye una de las formas de desigualdad injustificables, siendo una situación que atenta contra la posibilidad de construir sociedades más prósperas, justas y cohesionadas.
Por otra parte, los resultados encontrados, luego de examinar las acciones públicas para reducir las desigualdades, proponen la necesidad de realizar un análisis sobre los indicadores que están siendo utilizados para cuantificar las disparidades en el país y cómo se están utilizando para tomar decisiones. Como se explicó en el primer apartado de este artículo, los indicadores son una herramienta que cuantifica una realidad y facilitan los procesos de toma de decisiones. En este sentido, es importante destacar que no son el único instrumento utilizado para decidir a nivel de autoridades, pero sí una parte importante ( Mügge, 2015 ; Coyle, 2016 ).
Dentro de las causas, destacó la secretaria de Estudios de Programas Advance de la Facultad de Economía y Negocios de la USS, Daniela Catalán, está el factor cultural, que ha perdurado a través de la historia, de creer que el hombre es el jefe de hogar proveedor, mientras que la remuneración obtenida por la mujer es sólo un complemento en el ingreso familiar. Por otro lado, el creer que rol de la mujer se scale back a estar al cuidado de los hijos y del hogar, es un issue que ha jugado un rol importante, para explicar y entender la gran desigualdad existente, sostuvo. Según los nuevos datos, un 15% de mujeres en edad de trabajar quieren un empleo, comparado con un 10,5% en el caso de los hombres, lo que indica que esta brecha no se ha reducido en dos décadas.
De acuerdo al informe, el país tuvo una puntuación perfecta en los indicadores que restricciones a la libertad de movimiento, trabajo y cuidado infantil. No obstante, la calificación más baja está en las limitaciones para que las mujeres inicien y dirijan un negocio (25). Por otro lado, la máxima autoridad del país hizo hincapié en un estudio reciente del Ministerio de Economía que estima que en nuestro país hay unas 900 mil mujeres con potencial para ingresar a la fuerza laboral, que de incorporarse permitirían un incremento desigualdad de la salud del 6% del Producto Interno Bruto nacional. El desarrollo de estas herramientas involucró un trabajo colectivo a lo largo de casi un año, que incluyó mesas de diálogo con investigadores/as, expertos/as en temáticas de género y directores/as en instituciones I+D+i; jornadas participativas con más de 30 universidades, y un proceso de pilotaje en 2 universidades. Profesora titular y Prodecana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Universidad Austral de Chile, donde dicta cursos sobre derechos humanos, y género.
10.2 De aquí a 2030, potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra condición. A pesar de la existencia de algunos indicios positivos hacia la reducción de la desigualdad en algunas dimensiones, como la reducción de la desigualdad de ingresos en algunos países y el estatus comercial preferente que beneficia a los países de bajos ingresos, la desigualdad aún continúa. El conocimiento que hemos obtenido trabajando en conjunto con Chile, ha sido compartido con diversos países del mundo que enfrentan desafíos de desarrollo similares. Para el caso del número de horas extraordinarias trabajadas por sección económica (gráfico 16), se observa que las mujeres realizan una menor cantidad, las cuales van desde un -15,4%, como en el rubro de las actividades artísticas y recreativas, hasta un -72,3% en el sector del suministro de electricidad y gas. Miriam Jerade expuso sobre las desigualdades comunicativas en el ámbito de una teoría de la injusticia hermenéutica y cómo eso se relaciona con cuestiones materiales y qué pasa cuando no tenemos categorías, conceptos o narrativas para darle sentido a la experiencia, o cuando ciertos grupos no pueden comunicar sus experiencias dentro del lenguaje y cómo eso se relaciona con lo social. María Teresa Vial, presidenta de la CCS, indicó que “queremos que estos datos sean un instrumento más para que las autoridades puedan desarrollar planes y programas que fomenten el empleo femenino, especialmente en algunas áreas más masculinizadas.
Sin embargo, al considerar el comportamiento de la diferencia de remuneraciones ordinarias, se obtiene que esta es de un 20,2% menor para las mujeres en relación con los hombres. Al visualizar el comportamiento de las horas promedio trabajadas desagregadas por tamaño y sexo (gráfico 6), se observa la repetición del mismo patrón común de los análisis anteriores, en que las mujeres presentan una menor cantidad de horas trabajadas que los hombres, yendo de un 1,53% en las empresas medianas a un 2,02% en las empresas grandes. Desde el punto de vista organizacional, Penner; Toro-Tulla y Huffman (2012) estudiaron la forma en que las empresas determinan las recompensas salariales entre hombres y mujeres. Para ello analizaron el comportamiento y resultado de la gestión de los gerentes de la industria de las golosinas de los Estados Unidos, no pudiendo encontrar evidencia para sostener la existencia de una discriminación arbitraria en el establecimiento de las políticas de retribución del private. Sin embargo, Card; Rute Cardoso y Kline (2016), al investigar específicamente los beneficios salariales que reciben las personas, determinaron que las mujeres reciben un 10% menos de los que pueden acceder los hombres.
Además, se reitera que cerrar la brecha de género podría aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) en más del 20%, lo que duplicaría la tasa de crecimiento mundial en la próxima década. Sin embargo, los esfuerzos van dando buenos resultados al disminuir las brechas en las carreras de Técnico en Logística Marítima Portuaria que pasó de un 29,6% a un 49,2% de presencia femenina, o la de Técnico Nivel Superior en Minería que subió desde un 12,5% a 26,1%. En la otra vereda, existen carreras como Técnico NIvel Superior en Educación de Párvulos con un ninety nine,6% de mujeres, junto con la carrera de Psicopedagogía (PE) que presenta sólo el 1% de estudiantes hombres.
La llegada de la crisis sanitaria provocó que varias personas salieran del mercado laboral ya sea perdiendo su trabajo o simplemente dejando de buscar empleo. Según la Encuesta Nacional de Empleo desigualdad de oportunidades esta salida del mercado laboral fue mayor para las mujeres que para los hombres. La creación de un Sistema Nacional de Cuidados en Chile es una necesidad imperiosa y una responsabilidad del Estado.
En este sentido, la dimensión ex-post, que hace referencia a los resultados e ingresos se encuentra presente, como también la dimensión ex-ante, que hace referencia al punto de partida sobre el cual los individuos podrán alcanzar los objetivos o calidad de vida que desean. Sin duda los factores son múltiples, pero la desigual distribución de las tareas familiares juega un rol basic. Las mujeres asumen en mayor proporción las tareas domésticas, la crianza de los hijos y el cuidado de personas dependientes, dejándoles menos tiempo disponible para el trabajo remunerado. En promedio, las mujeres dedican dos horas diarias más que los hombres al cuidado de los niños menores de cuatro años, casi una hora más diaria al cuidado de personas dependientes y dos horas más a tareas domésticas.