Desigualdad Y Riqueza Extrema En Chile

Los datos educacionales comparativos por país se obtienen de Barro y Lee (2010) y PNUD (2015). Los datos regionales, como años de escolaridad promedio y analfabetismo, se obtienen a partir de la Encuesta CASEN. Con la nueva corriente que relaciona negativamente a las variables surgen estudios como el de Persson y Tabellini (1994), quienes realizan dos modelos de regresión con muestras históricas y actuales, evidenciando un signo negativo de la desigualdad sobre el crecimiento.

Mientras que en la otra vereda se encuentran quienes han encontrado que esta relación es de carácter negativo, argumentos que se derivan del comportamiento evidenciado en la literatura empírica al momento de estudiar el comportamiento de estas variables tanto en el continente asiático como en Latinoamérica2. Es por eso que pidió un Crédito con Aval del Estado que pagará por los próximos 20 años y apostó por la universidad. Sin embargo, en 2019 fue despedido y no ha logrado encontrar trabajo relacionado a sus estudios. Y aunque le ha salido a cuenta su nuevo negocio Vidafrut, Felipe está en parte decepcionado con la llamada promesa de la meritocracia.

Además, dice el libro, son los grupos de mayores ingresos los que pueden postergar el pago de impuestos por las utilidades que no han retirado de las empresas de las que son dueños, postergación que no existe para los trabajadores respecto de sus salarios. Aunque Chile es más rico que cualquier país de África o de América Latina, la misma proporción de su recaudación total (60%) viene de los impuestos al consumo, la que es de 45% para el promedio OCDE. Para los tributos al ingreso, mientras países como Australia y Nueva Zelanda recaudan cerca de 17 puntos del PIB, en Chile la cifra llega a 6,5%, situándose muy por debajo del promedio OCDE, y más cerca de lo que registran países pobres. Según revela el estudio Distribución de riqueza no previsional de los hogares chilenos, elaborado por los economistas Felipe Martínez y Francisca Uribe, quinto quintil –el más rico- posee altos niveles de dispersión.

Para entender la evolución de la desigualdad a largo plazo, se expondrán también los resultados del índice de Gini bajo la metodología tradicional. Con los datos regionales obtenidos, se realiza un análisis de convergencia para comparar si los territorios más pobres, crecen más rápido que los más ricos. De acuerdo con Barro y Sala-i-Martin (2009), una de las formas de encontrar la velocidad de convergencia Β, es trabajar con un conjunto de datos de territorios que converjan hacia un estado estacionario similar, lo cual es posible encontrar en datos regionales.

También se argumenta que la desigualdad period baja en los regímenes comunistas ruso y chino en 1980 y que su posterior aumento contribuyó a estimular la innovación y el crecimiento en beneficio de todos. Sin embargo, la justificación de la desigualdad en función del bien común no puede aplicarse a la realidad common de todas las naciones. Por ejemplo, el crecimiento económico estadounidense y europeo durante el auge del Estado de Bienestar, de 1950 a 1980, fue más intenso que en las décadas siguientes, las que estuvieron caracterizadas, como escribe Thomas Piketty en Capital e ideología, “por un aumento de las desigualdades de dudosa utilidad social”. Según el economista francés, estas no beneficiaron “al 50% más pobre, que ha sufrido un estancamiento total de su nivel de vida en términos absolutos y un hundimiento en términos relativos”.

desigualdad distribucion de la riqueza

«Vemos que los grandes ganadores han sido el zero,1% de la población, quienes anualmente aumentaron sus ingresos en más de veinte mil dólares; mientras que gran parte de la población, hasta el percentil ninety, es casi imperceptible el aumento anual de ingresos», sostuvo. «La desigualdad en la región es estructural y está asentada e n una matriz productiva altamente heterogénea y en una cultura del privilegio», señaló Cecchini. Simone Cecchini fue el encargado de dar a conocer cifras alarmantes de la CEPAL con respecto a la pandemia en términos de distribución del ingreso, igualdad y aumento de la pobreza en Chile y América Latina y el Caribe.

Los datos proporcionados por un académico de la Universidad de Santiago de Chile evidenciaron que el 71% de los estudiantes provenientes de la educación municipal no alcanzaron los 500 puntos hacia las postulaciones 2016. De acuerdo a la información entregada por el CRUCh la diferencia en el promedio nacional PSU de un colegio particular respecto a los establecimientos municipales llegó a los 138 puntos, donde la educación privada obtuvo un promedio nacional de 606 puntos, mientras que los municipales promediaron los 468. En términos de desigualdad económica, se consignó que en 2022 los hogares pertenecientes al 20% con mayor riqueza obtuvieron ingresos autónomos 12,9 veces superiores al 20% de menores ingresos, lo que representa una mejora en comparación con 2020 (21,9 veces), pero no con 2017 (10,9 veces). La segunda buena noticia es que la política pública demuestra eficacia, pues la acción del Estado (principalmente subsidios y transferencias) logra impactar de modo significativo en el marco de procesos de redistribución social de los ingresos. Es decir, no es una hipotética mano invisible del mercado la que logra estos resultados, sino que una mano visible desigualdad de la salud y trazable de recursos públicos que operan redistributivamente.

En contextos en donde existe mucha evasión y elusión, éstos también subestiman los ingresos de las personas de más altos ingresos. Un sistema tributario que se toma en serio la desigualdad y la protección de la democracia debe considerar el mérito de los impuestos al patrimonio, en explicit desigualdad del mundo a la herencia y a la riqueza. La revitalización de la discusión académica al respecto sugiere que la thought merece ser, al menos, discutida seriamente.

En consecuencia, si el Índice de Gini chileno demuestra que hay una gran disparidad de ingresos, deberían cuestionarse las causas de esta, por un lado, y por otro, qué otros indicadores podrían entregar una mejor perspectiva de cuáles son las acciones públicas que deben llevarse a cabo para disminuir las desigualdades que hoy afectan al país. Por ejemplo, y como se describió en el primer apartado, Chile mostraba un Coeficiente de Gini de forty four,four al año 2017 ( Banco Mundial, 2020a), siendo el país número 35 junto con Filipinas, versus su Índice de Desarrollo Humano, en el cual Chile se encuentra en la posición número forty two, al contrario de Filipinas que se encuentran en la posición número 106 ( UNDP, 2020b). Es decir, Chile ha conseguido algunas metas mínimas en materia de desarrollo humano, como la esperanza de vida y los años de escolaridad, por ejemplo, sin embargo, esto no ha acortado las brechas existentes dentro del país. Así, se hace necesario examinar lo que efectivamente están mostrando estos indicadores, con el fin de dilucidar el problema que afecta a la población de Chile, en términos de las grandes disparidades que hoy sufren. Por otra parte, y como también se mencionó al comienzo de este artículo, el Coeficiente de Gini es uno de los indicadores más utilizados a nivel internacional a la hora de medir la desigualdad ( Medina, 2001 ; Goubin, 2018 ) y Chile no es la excepción.

”, expresó Valenzuela, quien concluyó que “los que ganan más dinero de la sociedad, pagan muchos más recursos”. Además, en relación a la Agenda 2030, a pesar de no contar con todos los indi-cadores que propone esta misma para el Objetivo de Desarrollo Sostenible 10, de las 27 acciones públicas examinadas, se puede ver que estas responden, no solo a las primeras tres metas de las cuales se tienen información para reportar indicadores, sino que también a la 10.4, 10.5 y 10.7. Finalmente, la temporalidad de la mayoría de las acciones analizadas podrían dar cuenta de la etapa primeriza en la que se encuentra la Agenda 2030 en el país, encontrándose esta en una fase inicial de implementación, en la cual se puede observar cómo este marco que guía a los países aún no penetra con fuerza en las diversas reparticiones públicas de Chile. En Latinoamérica las políticas públicas están asociadas a las políticas de protección social a través de la entrega de bonos y subsidios a las clases más bajas, lo que hace que se transformen en medidas cortoplacistas y no fomenten el empleo y el salir de la pobreza extrema. En una reciente entrevista que el economista Sebastián Edwards le hizo al ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda, en Ex Ante, Edwards rescata la profundidad que alcanzó esa convicción.

De hecho, según su estimación, la CASEN cubre apenas alrededor del 40% del ingreso nacional que registra el Banco Central. Un encuestador que llega a la casa de Luksic o Piñera no tiene probability de salir de ahí con datos reales sobre los ingresos de ellos o sobre las sociedades que el primero tuvo en Luxemburgo y el segundo en Islas Vírgenes. “La historia sobre la baja de la desigualdad en Chile es una ilusión”, escribe Flores en el libro. Porque si eso no cambia, y volvemos a crecer, el 60% de todo lo que crezcamos se lo seguirá llevando un 10% de la población. De acuerdo con sus cálculos, entre 2000 y 2019 el 1% más rico se quedó con más del 30% del ingreso.

Además, el informe declara que el asunto de la desigualdad salió a la luz dentro de varios otros tópicos consultados, como el de salud, el medioambiente donde habitan, brechas de género, entre otros. De esta forma, se reafirma la multidimensionalidad de la desigualdad económica, presentada anteriormente, la cual no solo está rela-cionada a los ingresos que perciben los individuos de una economía, sino que hay una variedad de particularidades a considerar para eliminar las formas más extremas de esta. Esto generó que su elaboración no fuera fácil, al haber un gran número de voces que escuchar, con diferentes ideas, intenciones y prioridades (Martínez & Martínez, 2015; Tassara & Cecchini, 2016). En educación, Chile es el segundo país de las OCDE con la mayor privatización de su sistema educacional.

Es con esa motivación que se ha reactivado el interés político y académico por el impuesto a la riqueza whole (también conocido en Chile como el impuesto a los “súper ricos”).[17] Hoy la evidencia académica es más optimista que antes respecto a la aplicación de estos impuestos en términos de factibilidad e impacto esperado (ver aquí). Evidencia reciente en Colombia sugiere que incluso en países con instituciones fiscalizadoras más débiles que las de un país desarrollado, estos impuestos pueden ser ejecutados de manera efectiva. La literatura académica sugiere que los impuestos óptimos al ingreso de los individuos en la parte más alta de la distribución deberían ser altos (estimaciones sugieren que podrían llegar a 73%, e incluso sobre el 80% si existe apropiación de rentas no productivas). Las personas de mayores ingresos ahorran más, y por lo tanto el consumo representa una menor proporción de sus ingresos comparado con las personas de menores ingresos. Algunos columnistas han especulado que esto se debe a la ineficiencia del Estado en las transferencias. Uno podría argumentar, en cambio, que las transferencias son progresivas, pero la manera de recaudar es regresiva, haciendo, por lo tanto, neutro el sistema en su conjunto.