Por otra parte, los resultados encontrados, luego de examinar las acciones públicas para reducir las desigualdades, proponen la necesidad de realizar un análisis sobre los indicadores que están siendo utilizados para cuantificar las disparidades en el país y cómo se están utilizando para tomar decisiones. Como se explicó en el primer apartado de este artículo, los indicadores son una herramienta que cuantifica una realidad y facilitan los procesos de toma de decisiones. En este sentido, es importante destacar que no son el único instrumento utilizado para decidir a nivel de autoridades, pero sí una parte importante ( Mügge, 2015 ; Coyle, 2016 ). Por lo tanto, si estos tienen algún tipo de sesgo, esto probablemente influirá también en el tipo o calidad de decisión que se implemente finalmente.
El autor incluso hace referencia a la “mala suerte” que podrían tener algunos sujetos de la economía. Por ejemplo, dos personas que perciben el mismo ingreso, pero una de ellas se ve forzada por factores fortuitos a generar un gran gasto o endeudarse, mientras que la otra puede ahorrar ese dinero o invertirlo en su desarrollo private, mostrarán disparidades en el uso de sus recursos y, por consiguiente, en la libertad para lograr ciertos resultados. También se hace referencia a la desigualdad económica que puede provocarse por las costumbres o convenciones sociales de una comunidad (Sen, 2000).
No obstante, desde la década del 2000, se ha podido observar un incremento generalizado de movi-mientos sociales que, entre otras causas, dan cuenta del malestar que existe en la población chilena, exigiendo mayor igualdad ( Grez, 2011 ; Segovia & Gamboa, 2012). Estas demostraciones de descontento social detonaron en octubre de 2019 con el “Estallido Social”, donde millones de chilenos y chilenas marcharon y protestaron, entre otras razones, debido a la desigualdad que existe en Chile ( Güell, 2019 ; Jiménez-Yañez, 2020 ). “En Chile, en el ámbito educacional, las oportunidades que se tienen en la infancia parecen tener profundos efectos, casi determinantes, sobre las oportunidades futuras de una misma persona” (Senado de la Nación, 2012, pp. 74). Esta frase refleja una sensible conclusión a la que llega el estudio Retrato de la desigualdad en Chile y es que, en todo nivel educativo, las desventajas de origen socioeconómico de los chilenos, marcan el acceso, la trayectoria y los resultados de su educación. Es decir, que el éxito o fracaso escolar, está fuertemente determinado por los orígenes de las personas, marcando una desigualdad desde los inicios.
También existe un programa de reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal (REDD+) por valor de USD 26 millones y una donación de USD 5 millones para la implementación de los mercados de carbono. Se han suscrito seis acuerdos de servicios de asesoría reembolsables por un whole de USD 8,seventy six millones que abarcan temas como género, salud, protección social, estadísticas nacionales y digitalización del transporte. Esta estrategia se basa en las recomendaciones de política pública para que Chile alcance un desarrollo sostenible e inclusivo y en aquellas para desarrollar un sector privado más fuerte, para una sociedad más productiva e inclusiva. La Asamblea General de la ONU al aprobar la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948 reconoce el derecho a las madres y niños/as a “cuidado y asistencias especiales”, así como “protección social”.
En este sentido, según FMI (2014), en las economías avanzadas, la composición y el ritmo de la consolidación fiscal condicionan su impacto sobre la desigualdad. Sus resultados demuestran que los ajustes fiscales basados en los recortes del gasto empeoran la desigualdad más que los ajustes basados en los ingresos. Existe una distancia inabordable entre las oportunidades educativas que se brinda en instituciones desigualdad distribucion de la riqueza privadas y la realidad de las escuelas públicas. Las grandes brechas y desigualdades sociales son una parte integral de la cultura actual, pero no son imposibles de reducir y de desarticular. Si comparamos el índice de GINI, que es uno de los indicadores para medir la desigualdad, observamos que Chile no es el país más desigual de Latinoamérica ni se encuentra dentro de los países más desiguales del mundo.
Está claro que hay protestas por la desigualdad y el malestar social, el FMI y la ONU también lo dicen. Organismos internacionales que no son precisamente de izquierda llaman la atención de que el recrudecimiento de las condiciones de vida lleva a las personas a protestar. Generalmente, la ideología que promueve la desigualdad hace que incluso las personas en condiciones más perjudiciales justifiquen la desigualdad.
Agregó que los datos utilizados para medir la desigualdad son deficientes para cuantificar los niveles de concentración del ingreso entre los muy ricos. Las encuestas de hogares -las fuentes de información típicas de los indicadores de desigualdad- no siempre captan bien los ingresos de los más ricos. Los hogares tienden a declarar menos ingresos de lo que realmente reciben, sobre todo, los desigualdad de genero en la economia procedentes de las rentas del capital. A raíz de ello, tanto el grado de desigualdad como la tendencia pueden estar mal calculados. Aunque la pobreza ha disminuido en el país, la distancia entre ricos y pobres sigue siendo muy importante. Tanto es así, que un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico.
Si bien los valores actuales serían estarían dentro de los mejores resultados alcanzados por el país (Le Fort, 2017), del análisis histórico de Durán (2018) es posible apreciar un comportamiento cíclico de este indicador, por lo que no necesariamente existe evidencia que permita sostener que la actual reducción sea permanente en el tiempo four . Es más, para el caso de Chile, el PNUD (2017) identificó seis factores que reproducen la desigualdad a lo largo del tiempo en el país. Primero, la estructura productiva de Chile, que se relaciona a las diferencias de productividad, capacidad de inversión y nivel educacional de los/as trabajadores/as. Segundo, la alta concentración del ingreso y las riquezas a manos de unas pocas personas. Igualmente, el tercer issue contempla el rol pasivo del Estado que no tiene mayor injerencia distributiva de los recursos, y el cuarto la concentración del poder político que tienen las personas con mayores ingresos. El quinto factor refiere a las desigualdades de oportunidades, como es el sistema educativo del país que se encuentra bastante dividido y finalmente, los principios normativos establecidos en Chile que en algunos casos avalan las disparidades y limitan iniciativas que promuevan la igualdad.
“Esta relativa homogeneidad significa que es más possible que exista convergencia absoluta entre regiones de un mismo país que entre países” (Barro y Sala-i-Martin, 2009, pp. 468). La incorporación de la dimensión sustentabilidady medio ambiente produjo que el IDERE disminuyera en todas las regiones (Tabla 7). La región de Magallanes fue la menos afectada tras la incorporación de la nueva dimensión, con un IDERE que solo descendió un 1,86%. A diferencia de las regiones Metropolitana y Antofagasta, con descensos de 7,47% y 7,45% respectivamente, que fueron las más afectadas. Pese a esta generalizada incidencia a la baja, la nueva dimensión no generó grandes cambios en las posiciones regionales del IDERE global. La dimensión sustentabilidad y medio ambiente es de gran relevancia para el crecimiento económico sostenible.
De esta forma, se reafirma la multidimensionalidad de la desigualdad económica, presentada anteriormente, la cual no solo está rela-cionada a los ingresos que perciben los individuos de una economía, sino que hay una variedad de particularidades a considerar para eliminar las formas más extremas de esta. «En consonancia con el nivel de desigualdad, la demanda de los ciudadanos de una intervención política destinada a reducir las disparidades económicas es la más alta entre los países de la OCDE», plantean los autores. Precisan, además, que la demanda de una mayor redistribución es impulsada por la percepción de baja movilidad social y por el limitado alcance de la redistribución actual. A pesar de la convergencia, la desigualdad de la renta es alta y persistente en el tiempo.
«Bolivia es un país que ha redistribuido y que tiene programas universales, pero como ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos, se redistribuye menos de lo que se debería», cube López-Calva. Lo ideal sería ver una caída de la desigualdad con aumento de salarios para todos, pero eso no siempre ocurre. Luego sigue Bolivia, que pasó de 58,1 a forty four y en tercer lugar Guatemala, que redujo su desigualdad desde un fifty nine,6 a 48,three. Uno de los reclamos de los manifestantes que protagonizan el estallido social que comenzó en Chile a mediados de octubre y que aún se mantienen es que su país es muy desigual.
Por ejemplo, la principal conclusión de Casalone y Sonedda (2013) es que las reformas fiscales que tuvieron lugar en Italia durante el año 2004 no tuvieron repercusiones redistributivas alguna. En la misma línea, para Martínez-Vázquez et al (2012) el impacto de la política fiscal, en conjunto, ha sido muy limitado. Dada la profunda transformación económica, social y política por la que atraviesa nuestro país, es urgente generar una pausa en el clima de polarización para revisar cómo queremos vivir el presente y cómo queremos proyectar el futuro.