El país procura lograr un crecimiento más rápido, más ecológico y más inclusivo, y las reformas en los ámbitos de la productividad, la tecnología, la competencia y el desarrollo del capital humano son cruciales para lograr este objetivo. En 2016, el gobierno chileno aprobó la Política Nacional Docente (PND) que consiste en reformas al acceso y retención de educadores en las escuelas públicas y privadas con subvención del estado. Estas reformas incluyen establecer altos requisitos de ingreso y nueva acreditación para programas de formación docente, proporcionar un año de tutoría para cada maestro/a entrante con pago adicional para mentores y aprendices, y crear un sistema de desarrollo profesional para la promoción profesional a largo plazo. Estudios internacionales como los de Parcel, Dufur y Cornell (2010) coinciden en afirmar que la pobreza material es un issue de riesgo para niñas y niños, ya que implica menor acceso a recursos educativos que apoyen el proceso de aprendizaje, como materiales y actividades educativas.
El escenario más optimista de acuerdo a las estimaciones para Chile, nos deja como el país más desigual entre países ricos y como el sexto más desigual a nivel global. El motivo es que el Gini reportado periódicamente por los organismos internacionales no captura correctamente los ingresos de los individuos de más altos ingresos. Estos indicadores se basan exclusivamente en datos provenientes de encuestas de hogares (en el caso chileno, la encuesta CASEN), que no son representativas para los percentiles de más altos ingresos (es decir, muy rara vez una persona de altos ingresos aparece encuestada en la CASEN). Además, las personas de altos ingresos que sí son encuestadas, subreportan sus ingresos, ya sea porque no los conocen con exactitud o porque no desean hacerlos públicos. Según la jefa del Departamento de Equidad de Género y Diversidad del IPVG, Camila Inostroza, “los cambios que está experimentado Chile son positivos, en términos de brecha de género, pero es importante comprenderlos en su contexto. Por ejemplo, al observar la realidad de nuestro Instituto, podemos ver que, si bien hay más mujeres en carreras masculinizadas, se mantienen vigentes los roles de género, y las mujeres tienden a ingresar a carreras que tienen que ver con el cuidado o la educación, mientras que los hombres se encuentran en carreras del área industrial.
Proporcionan un ambiente en que los maestros trabajan juntos para formular y desarrollar buenas prácticas y proporcionan vías inteligentes para que avancen en sus carreras profesionales. Los sistemas de alto desempeño se han movido de un control administrativo y de rendición de cuentas hacia nuevas formas de organización del trabajo profesional; apoyan a sus maestros para realizar innovaciones pedagógicas, mejorar su propio desempeño y el de sus colegas, y alcanzar un desarrollo profesional que lleve a una práctica educativa superior. Destacó en que aun cuando nuestro país tiene escuelas sólidas y estables, es urgente construir un sistema educativo más fuerte alrededor de las escuelas para asegurar que los profesores y directores trabajen con un alto grado de autonomía profesional, pero en una cultura de colaboración. “Si Chile quiere escapar de la trampa de ingresos medios y avanzar de una economía basada en recursos a una economía del conocimiento, entonces tiene que construir la base de capital humano para eso”, agregó. Más importante aún, la educación pública puede atraer a los profesores más talentosos a las aulas más desafiantes y a los directores más capacitados a las escuelas más difíciles.
A tan solo días que se realice una nuevo Foro Económico Mundial en Davos, donde asiste la élite económica del mundo, la confederación Oxfam publicó un nuevo informe de desigualdad, que entre sus principales conclusiones revela que mientras la riqueza se concentra cada vez más en menos manos, la lucha contra la pobreza a nivel mundial se ralentiza. A nivel mundial, 750 millones de mujeres y niñas se han casado antes de cumplir los 18 años de edad y al menos 200 millones de mujeres y niñas de 30 países distintos han sufrido mutilación genital femenina. Los datos, relativos a 89 países, muestran que hay 4,4 millones más de mujeres que viven en la extrema pobreza en comparación con los hombres. Gran parte de esta desigualdad se explica debido a la carga desproporcionada del trabajo doméstico no remunerado que enfrentan las mujeres, especialmente durante sus años reproductivos.
Es decir, que los resultados de una generación afectarán directamente el punto de partida de la siguiente y, además, aun habiendo logrado la igualdad en una de estas dimensiones, esto no resolvería las disparidades en la otra dimensión. Diversos trabajos académicos han profundizado el estudio sobre las causas y la evolución de la desigualdad en el país. Durán (2018) plantea que, al hablar de desigualdad, existen diferentes enfoques normativos sobre que entendemos por ella, así como formas de medición, incluyendo la desigualdad de riqueza, ingreso y salarios, para los cuales existen diferentes indicadores utilizados por la literatura económica. Respecto del Índice de Gini, el autor plantea que Chile ha tenido históricamente un valor elevado, con solo ocho años, de un total de 161, con un valor bajo zero,forty five. Además, que este indicador permite analizar el impacto de las políticas fiscales, evidenciando que Chile es uno de los países de la OCDE con menor impacto, pues para el año 2003, el valor del Índice de Gini para los ingresos autónomos fue de zero,5 y al incluir transferencias y subsidios solo cae a 0,forty nine. Si bien los valores actuales serían estarían dentro de los mejores resultados alcanzados por el país (Le Fort, 2017), del análisis histórico de Durán (2018) es posible apreciar un comportamiento cíclico de este indicador, por lo que no necesariamente existe evidencia que permita sostener que la actual reducción sea permanente en el tiempo 4 .
Ciencia y Salud es un medio de comunicación en línea e independiente que tiene como objetivo entregar información y análisis para comprender los desafíos que afectan a la ciencia, al sector de la salud y que tienen impacto en la sociedad. “No es justo que haya países en los que se vacuna a jóvenes saludables, mientras en otros de rendimientos medios o bajos ni siquiera los sanitarios tienen acceso al antiviral”. “Ha servido como catalizador de cambios a nivel global, como se ha visto en su liderazgo de la huelga feminista de marzo de 2018”, dice el informe. En 2018, esta tendencia se vio reflejada en los movimientos feministas que surgieron en diferentes países. Iniciativas como el #MeToo o el #NiUnaMenos, en América Latina, han establecido el debate internacional.
Una forma en la que el informe mide el crecimiento inclusivo es mirando si las ciudades al crecer económicamente, involucraron un mayor número de sus habitantes en este proceso. Los resultados difieren mucho entre ciudades; mientras algunas, como Santiago o Valparaíso, han incrementado tanto su PIB como su participación laboral, en otras, como Querétaro (México), el crecimiento aumentó mientras la participación en el mercado laboral disminuía. Este escenario “daña nuestras sociedades y economías”, aseguran desde la OMS y ponen énfasis en que estos factores se pueden prevenir. “Es por eso por lo que pedimos a los líderes que garanticen que la equidad en la salud sea la pieza central de nuestra recuperación de COVID-19. En aquellos países en desarrollo, el sistema fiscal y la política de gasto público agravan la pobreza en vez de solucionarla. Según el informe, en Chile, por ejemplo, en 2013 aumentó en 222 mil personas el número de personas en situación de pobreza, debido a la política fiscal del gobierno.
La Corporación Financiera Internacional (IFC) ha apoyado activamente al sector privado de Chile para aumentar la productividad, promover la inclusión y lograr avances en materia de sostenibilidad. En el país se están llevando a cabo algunos de los proyectos más innovadores de IFC, que incluyen autobuses eléctricos, productos especiales diseñados para promover la inclusión financiera, e hidrógeno verde. En el ejercicio de 2023, los nuevos compromisos de IFC alcanzaron un monto récord de USD 1700 millones, un aumento de casi el 200 % desigualdad de recursos en comparación con el ejercicio anterior. Todo esto es positivo para la distribución del ingreso, pero los procesos políticos resultantes permanecen tensos. Es posible que los activistas estudiantiles que exigen (junto con el resto de la sociedad) una distribución más justa de los recursos, no deseen enterarse de que el aumento en el número de profesionales con frecuencia obedeció a la rápida y polémica expansión de universidades privadas – a veces con fines de lucro – y que esto explica parte de la disminución de la desigualdad.
Además, de las otras que son anteriores a esta agenda, hay algunas como, por ejemplo, la Reforma Previsional del año 2008, o la Ley Nº19.966 del año 2004 que establece un Régimen de Garantías Explícitas en Salud, que son varios años previas al acuerdo, pero que aun así se incluyen en el informe relativo al ODS 10. Es decir, que incorporar la Agenda 2030 desigualdad durante la pandemia a las diferentes reparticiones públicas del país es un proceso que no es inmediato y necesita un trabajo previo como el diagnóstico y planes de implementación. Por otro lado, las acciones públicas incorporadas que son muy anteriores a la Agenda 2030, en términos de temporalidad, son acciones que además de perdurar en el tiempo, son de largo alcance.
No obstante, también tiene niveles de segregación muy altos, razón que llevó a Ignacio Fernández, a indagar sobre las investigaciones realizadas en este tema. Las personas que viven en las ciudades tienen más posibilidades de aumentar sus ingresos independientemente de sus orígenes, por lo tanto hay mayores oportunidades de movilidad social. Los ingresos en los hogares son de media un 18% más alto que fuera de las ciudades, aunque los mayores costos de vida pueden compensar este beneficio. Una de las recomendaciones de la confederación Oxfam para reducir la desigualdad es que cada gobierno se establezca metas y planes de acción concretos.
A modo de ejemplo, el Gini de la Región Metropolitana para el año 2017 es de zero,50, levemente por sobre el de Chile (0,49), pero muy por sobre el de otras regiones, tales como la de O’Higgins (0,40), Arica y Parinacota (0,41), Tarapacá (0,42) y Antofagasta (0,43). De hecho, el segundo lugar del ranking de desigualdad en Chile lo ocupan La Araucanía, Aysén y Los Ríos, todas con coeficientes de Gini de zero,47, lo que constituye una diferencia no menor respecto de la Región Metropolitana y del promedio nacional. Se ha sugerido que la estructura y funcionamiento cerebral tiene bases genéticas altamente compartidas en la población mundial. Por esto es esperable que ciertas áreas cerebrales aumenten o disminuyan su tamaño dependiendo de la etapa del desarrollo en que se encuentre el individuo. Sin embargo, lo que sorprende es que, a pesar de estas bases genéticas comunes, los cerebros individuales pueden variar significativamente entre sí. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico.
Por su parte, Weiss y otros (2009) establecen que «padres, madres o cuidadores que viven en condiciones de pobreza o estrés económico experimentan más problemas de salud mental, que pueden limitar su habilidad para apoyar los estudios de niñas y niños e incrementar la probabilidad de uso de prácticas punitivas. También enfrentan más barreras logísticas para acercarse a la escuela como falta de transporte, falta de flexibilidad de tiempo diario y falta de tiempo para vacaciones». Diversos estudios concluyen que la desigualdad educativa está directamente relacionada con la clase socioeconómica y al nivel de acceso a oportunidades (ante condiciones socioeconómicas deprimidas, menores oportunidades y viceversa). Así, la educación perpetúa las desigualdades que surgen con la clase social, el género, y el origen étnico. A mí lo que me parece más interesante es ver cómo se desconecta la encuesta con lo que nosotros encontramos. Si se toma el PIB dentro de un país puedes distribuirlo entre cuáles son los ingresos que van a remunerar el capital y cuáles remuneran el trabajo.