[5] LARRAÑAGA & VALENZUELA, Estabilidad en la desigualdad. Chile 1990 – 2003, en Estudios de Economía, Vol. Democracia incompleta, pobreza y levantamiento social. Székely, Miguel y Rascón, Ericka (2005), «Reducción de la Pobreza con Estabilidad y Expansión de Programas Sociales», Economía Mexicana, vol.XIV, número 002, CIDE, México. Ordónez, Gerardo y Reyes Sergio (2006), Los retos de la política social en la frontera norte de México, El Colegio de la Frontera Norte – Plaza y Valdés Editores, México. Boltvinik, Julio (2003), «Conceptos y medición de la pobreza. La Necesidad de Ampliar la Mirada».
Japón redujo su brecha con respecto a los EUA, entre 1970 y 1987, incluso llegó a superar a los EUA entre 1988 y 1999; Alemania alcanzó a los EUA entre 1988 y 1997 y luego amplio su brecha entre 1997 y 2003, pero todos ellos han mantenido trayectorias crecientes en el largo plazo. En ello puede haber incidido, además, la supresión de la asignatura de educación cívica que había contribuido desde décadas a dar los eslabones necesarios que orientaban conceptual y actitudinalmente pasos efectivos para una incipiente educación de responsabilidades cívicas y políticas. Este hito, acaecido en 1998, ha dejado desprevenido por 22 años al país de este proceso formativo ciudadano, y los frutos se están percibiendo hoy. Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo, que dio el inicio al seminario, destacó que se trata del quinto estudio de la serie del “Dicho al Derecho” hecho por la Dirección Social Nacional.
A pesar de que la riqueza se producía a través de los trabajadores de la industria artesanal, la minería y la agricultura, los sectores populares mantuvieron e incluso empeoraron sus condiciones de vida. De estudios recientes se derivan algunos lineamientos a tener en cuenta. Siguiendo al texto Desiguales y a la OECD (2012), se necesita reducir las brechas que existen en la estructura productiva de la economía chilena, que se expresan en circuitos diferenciados de productividad, competencias laborales, salarios y estabilidad en los empleos. Entre las políticas a considerar destacan las que mejoran la productividad vía capacitación, aumentan la participación laboral femenina y reducen las prácticas discriminatorias en el mercado del trabajo; así como un fortalecimiento de todos los niveles del sistema educativo.
El PIB per cápita sigue siendo un buen indicador del desarrollo que nos indica con un alto grado de precisión los países que avanzan en su desarrollo y aquéllos otros que se retrasan o se estancan, toca a los investigadores indagar las causas de las diferencias en los ritmos de desarrollo usando otros elementos. Como vimos en la primera sección, la causa basic del estancamiento económico es la pobreza entendida ésta, no sólo como la falta de alimentos y demás satisfactores para cubrir las necesidades básicas y lograr la supervivencia, sino como la falta de libertad y derechos para desplegar las capacidades de las personas y vivir en forma digna. De esta manera, el escaso desarrollo que tuvo México durante la colonia española se explica por las condiciones de sometimiento y explotación a que estuvo sometida la población indígena, por la falta de derechos y el escaso acceso a los servicios básicos de alimentación, salud, educación, vivienda y por la inequitativa distribución del ingreso que se hacía del producto que contribuían a elaborar.
En los siguientes three años, la pobreza disminuyó, afectando, en 2005, a menos de la quinta parte de los hogares y a un poco más de la cuarta parte de la población. Ese año la indigencia afectaba al 9% de la población y al 6% de los hogares. Entre 1990 y 2002, el número de pobres se incrementó en forma absoluta de 200 a 221 millones y descendió a 209 millones entre 2002 y 2005, en términos relativos la pobreza se redujo del 48% de la población al 40%, entre 1990 y 2005; eighty one millones de esos 209 millones de pobres, eran indigentes, la mitad de ellos, habitaban en las ciudades y la otra mitad en el campo. Como consecuencia, “si bien Chile no cuenta con una gran capacidad de “ahorro al interior de las familias, sí cuenta con arcas públicas relativamente fuertes para enfrentar una crisis de tres años (2023)”, lo que ha permitido financiar programas de ayuda para los sectores más vulnerables por el equivalente al four,7% del Producto Interno Bruto. Aunque la superación de la pobreza ha pasado de un 40% a a un 7% en 30 años en Chile, los frutos del modelo de desarrollo no han logrado descender a esferas de la población que se autoperciben como carentes de los beneficios del crecimiento económico. Por lo menos las cifras así lo mostraban.
Desde la perspectiva del análisis de la familia como sujeto económico, con un escenario país que presenta situaciones de clara vulnerabilidad para la mayoría de los habitantes, aunque en un contexto de invisibilización meso y microeconómica que es dilucidado” al explorar indicadores adicionales, señala el estudio. Actualmente el Hogar de Cristo cuenta con nueve líneas de acción a través de las cuales busca hacerse cargo -en parte- de la pobreza, exclusión y vulneración de derechos que afecta de diversas formas a este millón de personas más excluidas en el país. La exclusión social debe entenderse como una relación entre la sociedad y las personas, donde la sociedad pone barreras a los individuos para que estos participen de los ámbitos más importantes para vivir en colectividad. “Es una relación entre la sociedad y las hombres porque esas barreras se dan en las relaciones sociales que las mismas personas tienen entre sí y en todos los niveles, por lo cual la exclusión social es un fenómeno en que todos somos responsables”, explica Paulo Egenau, director social del Hogar de Cristo.
Y es entonces que se hace urgente la implementación de un Piso de Protección Social sensible a los derechos de la niñez, que permita hacer frente a las brechas y desigualdades que existen en Chile, estableciendo condiciones para que todos los niños, niñas y adolescentes y sus familias cuenten con un nivel de vida digno, que permita el desarrollo de sus potencialidades. La pobreza en Brasil estaba muy extendida a mediados de los años 50 del siglo pasado y era la mayor de los cuatro países analizados, como nos los revela el bajo ingreso per cápita de Brasil y su inequitativa distribución del ingreso y aunque se redujo considerablemente entre 1950 y 1980. En la década de los 70 el número de pobres disminuyó en un thirteen.2% y el de indigentes en un n10% (Hernández L. y Velázquez R; 2003; 35). La pobreza, en 1979, afectaba al 49% de la población en Brasil, mientras que en México, afectaba al 34% y en Argentina, sólo al 8% (Altimir; 1979, 63).
Existen dos explicaciones principales de la pobreza extrema relacionadas con la dificultad que tienen las personas y algunas comunidades para incorporarse a la vida productiva del país, a la modernidad. Ellas explican 1) la pobreza rural, que existe en comunidades indígenas y menores a 5 mil habitantes y 2) la pobreza urbana asociada al desempleo y al empleo casual. Estas nociones sirven para localizar espacialmente las zonas marginadas de los países, en donde la mayor parte de las personas que habitan en ellas padecen de pobreza y de pobreza extrema. De acuerdo a datos publicados por el INEGI el porcentaje de la población pobre que se encuentra en el medio rural en México, ha ido disminuyendo en términos relativos.
En la gráfica 6, se presenta la distribución del ingreso en México y se observa cómo el 60% de la población de menor ingreso que recibía el 13% del ingreso en 1963, mejoró su ingreso hasta alcanzar el 23% en 1984. A partir de ese año y hasta el 2000 su ingreso se ha estabilizado alrededor del 20%. El sistema de ciudades novohispanas conformado en los tres siglos de la Colonia, giró en torno a los requerimientos de una economía esencialmente rural, minera, artesanal y comercial.
En el año 2000, padecían de pobreza extrema cerca de 1/5 de los hogares; de pobreza de capacidades 1/4 de los hogares y de pobreza patrimonial _ de la población. De manera que, entre 1992 y el año 2000, la pobreza de los hogares se incrementó tanto en términos relativos, como también en términos absolutos, ya que el número de individuos en condición de pobreza extrema se incrementó en 4.7 millones. La pobreza en Argentina, en los años 50, era poco significativa, afectaba a menos del 10% de los hogares y la indigencia no era considerable, sólo afectaba unas cuantas poblaciones rurales. El lento crecimiento del PIB per cápita, en los 50, de tan sólo 2.3%, y moderado, en los sesenta, de 3.2%, y una distribución del ingreso que se iba concentrando, llevó a que el proceso de urbanización se acompañara por el surgimiento de la pobreza en algunas ciudades, de manera que la pobreza urbana afectó al three.5% de los hogares, en 1970.