También se usa como un método para reforzar el poderío de ciertos grupos sociales sobre otros, bien sea por razones religiosas, culturales, ideológicas, étnicas, raciales o de origen. Quienes ganan las guerras, además, son casi siempre los que se apoderan del derecho de acceder a los recursos y las fuentes de ingresos que en principio tienen una naturaleza común. Reflexionando sobre estos datos, es fácil comprobar que la desigualdad de ingresos se ha convertido en uno de los principales obstáculos para alcanzar el desarrollo social.
Entre las características de la desigualdad social está su componente estructural, es decir, tiene su origen en la organización y funcionamiento de la sociedad y de las instituciones que las componen y que, a su vez, están integradas por personas. Esta definición en sociología de desigualdad social implica que la desigualdad se extiende y desarrolla en los patrones instituidos a lo largo de la sociedad, facilitando su asimilación por los individuos. Entender el desigual social que padecen muchas sociedades requiere que tengamos un concepto de desigualdad social que nos ayude a comprender este fenómeno.
En la mayoría de los países, los ingresos del 40 % más pobre de la población aumentaron con mayor rapidez que la media nacional. Sin embargo, los últimos datos, aún no concluyentes, sugieren que la COVID-19 puede haber perjudicado esta tendencia positiva de reducción de la desigualdad dentro de los países. La pandemia también provocó el mayor aumento de la desigualdad entre países en tres décadas. Cada vez son más los que coinciden en que haber adoptado un planteamiento limitado frente al crecimiento económico —en el que se dejaron de lado las consecuencias en términos de distribución— ha dado lugar a una gran desigualdad de los ingresos y la riqueza en muchas regiones del mundo. Los datos presentados en el índice de pobreza multidimensional de 2019 revelaron una escasa relación entre la pobreza y el grado de desigualdad económica, y que dos tercios de los pobres del mundo viven en países de ingreso mediano.
Específicamente la variable Techo de Cristal se refiere a un conjunto de normas informales al inside de las organizaciones que dificultan a las mujeres ascender en la jerarquía organizacional, independientemente de sus competencias laborales o logros alcanzados. Este término hace referencia a una metáfora donde hay una barrera invisible que representa un límite de crecimiento y desarrollo laboral derivado de los estereotipos sociales. la desigualdad en la globalizacion Sin embargo, la IA también es capaz de impulsar robots más inteligentes y también podría conducir a una mayor automatización de los empleos manuales, advirtió el FMI. En cambio, el FMI propuso aumentar los impuestos sobre las ganancias de capital y las ganancias, gravámenes que han disminuido en las últimas décadas, así como los impuestos sobre la renta corporativa, para ayudar a compensar la creciente desigualdad de la riqueza.
La OIT atribuye el retroceso a la combinación de las disaster que asolan al mundo con las crecientes desigualdades tanto al interior como entre los países. Puede accederse a todos los conjuntos de datos del HIDR (en inglés) a través del programa Health Equity Assessment Toolkit (HEAT) (en inglés) y descargarlos en el sitio web sobre seguimiento de la desigualdad en materia de salud (Health Inequality Monitor) (en inglés), así como mediante una interfaz de programación de aplicaciones (API). El Repositorio de Datos sobre Desigualdad en materia de Salud (HIDR) incluye casi 11 millones de datos puntuales y se compone de fifty nine conjuntos de datos procedentes de más de 15 fuentes.
La inversión en cooperación y desarrollo es uno de los mecanismos institucionales más promovidos para la lucha contra las desigualdades sociales. La concept es que los países mejor desarrollados destinen algunos recursos hacia los menos desarrollados para paliar sus desigualdades y así dar paso a sociedades más justas y competitivas en el ámbito global. Esto sería posible a través del aumento del gasto público, el diseño de políticas orientadas a los sectores vulnerables, alianzas con los entes privados, y otras vías. Las negociaciones de Río+20 comenzaron en plena recesión por la disaster la desigualdad socioeconomica financiera de 2008, lo que puso de manifiesto con claridad que los recientes desequilibrios económicos, sociales y ambientales ya no podían abordarse por separado, secuencialmente o con medidas en solitario para cada país. La crisis sobrevino a raíz de un crecimiento lento, una redistribución masiva de los ingresos a favor del 1% más rico de la población y una explosión de la deuda privada, lo que, además de suscitar cierta introspección ethical, generó inquietud respecto de la fragilidad del pacto social.
Según Oxfam, si se mantiene el grado actual de desigualdad, la economía mundial tendría que crecer 175 veces para que todos ganaran más de 5 dólares al día. Es evidente la necesidad de lograr un crecimiento inclusivo, equitativo y sostenible, que garantice el equilibrio entre las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. Hasta hace pocos años, la desigualdad era considerada uno de los graves problemas a los que se enfrentaban los países en vías de desarrollo, en común con las agudas situaciones de pobreza que generalmente sufrían. Pero la disaster financiera de 2008, la pandemia del COVID y la mayor sensibilización por el cambio climático han hecho que instituciones multinacionales, foros económicos y políticos y pensadores significados proclamen repetidamente que la desigualdad es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Hoy creemos que la desigualdad es un reto global, que debilita la cohesión social, hace más vulnerables a las economías y es síntoma y preludio de otros males.
En América Latina y el Caribe sigue siendo alta, pese a que ha disminuido considerablemente. En muchas economías industriales avanzadas, la desigualdad aumentó ligeramente si bien ya se encontraba en valores bastante bajos. Varios países de Europa Oriental registraron un drástico aumento de la desigualdad durante su transición política. Las diferencias han disminuido en algunas partes de Oriente Medio, pero han aumentado en determinados grupos. La desigualdad entre países llevará inevitablemente a la migración pero, si está se gestiona de forma adecuada, no solo beneficiará a los migrantes sino que también ayudará a reducir la pobreza y las diferencias sociales y económicas.
A pesar de ello, las economías emergentes y de renta baja no han sido excepción a la concentración de riqueza en manos del grupo superior, mientras la renta del grupo inferior disminuía. Muchos de estos países, que ya se encuentran en situación de sobreendeudamiento, deben enfrentar una escasez de recursos aún mayor. El trabajo esporádico en línea es un aspecto esencial del mercado laboral y una fuente de ingresos, pero solo para aquellos que pueden acceder a él. Las políticas migratorias mejoradas no solo pueden ayudar a aliviar la crisis; también pueden impulsar el crecimiento económico y la prosperidad. Desde la crisis financiera mundial de 2008, el número de multimillonarios se ha multiplicado por más de dos.
Es función de los gobiernos promover un acceso igualitario a los recursos básicos así como garantizar su calidad. Un ejemplo lo encontramos en Ecuador, donde Oxfam Intermón ha estado trabajando para fortalecer la producción y capacidad de autosubsistencia de las familias campesinas. La gran disparidad en la propiedad de la tierra afecta al acceso al agua de riego de estas personas. Al ser estructural, la desigualdad social es una situación que se puede apreciar con facilidad en nuestra cotidianidad. Sin embargo, es bueno aclarar que es mucho más visible en aquellos países que más sufren los efectos de la pobreza, la marginación y la exclusión.
La desigualdad social es una situación socioeconómica que se presenta cuando una comunidad, grupo social o colectivo recibe un trato desfavorable con respecto al resto de miembros del entorno al que pertenecen. La desigualdad social es una circunstancia socioeconómica en la que un colectivo o comunidad son tratados de manera diferente por los demás sujetos o grupos de su entorno. Aunque se están midiendo los avances, se puede hacer más para impedir que la contaminación atmosférica siga superando a otros riesgos para la salud como una de las mayores amenazas para millones de vidas, concluyó el organismo. Muchos países, sobre todo los que registran los niveles más altos de contaminación atmosférica, están abordando por fin el problema “de frente”, señala UNICEF.
Ahora bien, el aumento de los salarios también es necesario para expandir la demanda interna, que se considera cada vez más como un componente esencial de un crecimiento más sostenible (UNCTAD, 2013). Por lo tanto, los países tendrán que establecer el tipo de infraestructura y capacidad productiva que propicie una economía más diversificada basada en la política industrial, superar gradualmente la dependencia de los productos básicos y alcanzar cierto grado de éxito en actividades industriales más complejas. El Grupo de Trabajo Abierto sobre los ODS propuso un objetivo independiente en relación con la desigualdad con siete metas y tres medios para lograrlas. Para reducir la desigualdad en el mundo globalizado se pueden tomar varias medidas, como promover la educación y el acceso a la salud, implementar políticas fiscales progresivas, promover el empleo decente, fortalecer la protección social y promover la igualdad de género.
No olvidemos que la actual Reforma Laboral ya incluye la obligación de los centros de trabajo para la prevención de diversos factores de riesgo incluida la violencia laboral, que las empresas cuenten con protocolos para erradicar la discriminación por razones de género. Así como la reforma constitucional relativa a la paridad de género que permitirá “garantizar” la ocupación del 50% por mujeres en los puestos, contribuyendo a la igualdad, no discriminación e inclusión. Si bien, estos aspectos sin lugar a dudas representan un gran avance, las cifras aún nos dan otra fotografía nacional. Si bien el FMI reconoció que la IA generativa tenía un inmenso potencial para impulsar el crecimiento de la productividad y mejorar la prestación de servicios públicos, advirtió que también “plantea profundas preocupaciones sobre masivas perturbaciones laborales y creciente desigualdad”. La región empieza el año con un desempleo de 9,6%, la mitad de los trabajadores en la informalidad y un panorama incierto. Muchos trabajos no se han recuperado porque su sector no se ha reactivado o ha cambiado su naturaleza.