Actualmente, España es el segundo estado europeo donde más crece la desigualdad social. También pueden desarrollarse enfermedades mentales por quienes se encuentran en situación de desigualdad. El sentirse desplazado, apartado, e incluso repudiado por el resto de la sociedad, puede desembocar en el desarrollo de trastornos mentales. Así como la caída en el estado de salud físico y el comienzo en la adicción de ciertos vicios como las drogas o la ludopatía.
Y la tendencia va en aumento, por lo que se pronóstica que los multimillonarios seguirán acumulando capital, mientras muchas comunidades continuarán padeciendo exclusión. La desigualdad informativa muchas veces es causada por la falta de conocimientos o educación formal, así como la falta de acceso a fuentes de información adecuada. En Europa y América, por ejemplo, se negó sistemáticamente el acceso de las mujeres a la universidad durante gran parte del siglo XIX, incluso se les prohibió ejercer como docentes en la universidad en la mayor parte de Europa hasta principios del siglo XX. Hoy, Milei quiere instalar en Argentina un modelo extractivista, quiere convertirnos en una sociedad twin, con un pequeño polo de privilegiados de un lado y otro polo inmenso de postergados y precarizados del otro. Al contrario, es un modelo que efectivamente se instaló e impera en varios países de la región. La oposición a ese modelo primarizador y sin soberanía surge de la enorme mayoría de nuestro pueblo que no está dispuesta a resignarse, no está dispuesta a entregar sus derechos y sus conquistas.
Visto de esta manera, la desigualdad social implica una distribución inequitativa de oportunidades, del respeto y del acceso a los bienes y servicios, que se fundamenta en diversas razones de tipo cultural o social. No es, como muchos quisieran hacer creer, un rasgo natural u obvio de la existencia humana, ni es una forma de “justicia” o castigo divino. La falta de ingresos está relacionada de forma muy estrecha con el resto de los indicadores de la pobreza.
Son percibidas como injustas en sus orígenes, moralmente ofensivas en sus consecuencias, o ambas. Esto no se expresa solo en términos de ingreso y riqueza, sino también en educación y salud; trato social y dignidad; seguridad económica y física, además de poder y capacidad de influencia sobre las decisiones públicas. Trabajamos con miles de organizaciones socias y aliadas en 87 países prestando apoyo a comunidades para que puedan mejorar sus vidas, fomentando la resiliencia, y protegiendo vidas y medios de subsistencia en tiempos de disaster. Precisamente porque queremos soluciones duraderas, combatims las desigualdades que mantienen a las personas sumidas en la pobreza y la injusticia, abordamos las causas estructurales, y no los síntomas, y hacemos campañas para promover un cambio real y perdurable.
La pobreza es la principal consecuencia, junto con problemas como la desnutrición o el hambre. La corrupción es un problema que amplía las desigualdades presentes en una sociedad. Cuando los recursos destinados al gasto público desaparecen o se desvían para asuntos distintos, se detienen las obras con carácter social. Rousseau cube que la desigualdad debe su fuerza y su aumento al desarrollo de nuestras facultades y a los progresos del espíritu humano y se hace al cabo legítima por la institución de la propiedad y de leyes.
La desigualdad nos habla de una falta de equilibrio que tiene muchas facetas, al igual que muchas causas y consecuencias. Una condición necesaria para que se produzcan efectos duraderos en el tiempo es el tránsito a una cultura de respeto por la persona, por la igualdad de dignidad y respeto, y por los valores de justicia y solidaridad social. Bajo su alero surgieron grandes fortunas, cuyo origen se centra en la minería, las finanzas y el comercio.
Del Informe se desprende o implica, según el especialista Leopoldo Tornarolli (Magister en Economía e la UNLP y profesor de Política Económica en la UNLP) “una tasa de pobreza de alrededor del 55% en enero-marzo. De ser correcto esto, la pobreza del primer semestre va a estar sobradamente por encima del 50%.” Si se proyecta sobre una población whole de forty seven millones, más de 23 millones estarían viviendo en hogares pobres. Durante el Cuarto Seminario Regional de Desarrollo Social se realizaron tres charlas magistrales que dieron un marco inspirador a los debates de los distintos paneles temáticos sobre protección social y desigualdad. Se trata del primer libro publicado por este organismo regional de las Naciones Unidas que se dedica de manera exclusiva al estudio de los sistemas de pensiones no contributivos en la región. Hoy concluyó el Cuarto Seminario Regional de Desarrollo Social organizado por la CEPAL, en el que autoridades y especialistas analizaron los vínculos entre protección social y desigualdad.
Es preciso redoblar los esfuerzos para erradicar la pobreza extrema y el hambre, e invertir más en salud, educación, protección social y trabajo decente, especialmente en favor de los jóvenes, los migrantes y otras comunidades vulnerables. Dentro de los mismos países, es importante potenciar y promover el crecimiento económico y social inclusivo. Podemos garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad de los ingresos si eliminamos las leyes, políticas y prácticas discriminatorias.
Las diferencias han disminuido en algunas partes de Oriente Medio, pero han aumentado en determinados grupos. Las guerras y los conflictos armados que existen en muchos países del mundo producen el desplazamiento de millones de personas que buscan un lugar seguro en el que vivir y tener un futuro. En algunos países, los refugiados sufren situaciones de rechazo, xenofobia y discriminación, lo que les lleva a una situación de desigualdad. La educación es la base para acabar con la desigualdad y para que todos tengamos las mismas oportunidades. Para el filósofo francés Jean Jacques Rousseau, en su obra «Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres», la desigualdad social y política no proviene de la voluntad divina ni se trata de una característica pure entre los individuos. El bienestar físico y psicológico de las personas puede verse afectado cuando se dificulta el acceso a los servicios de sanidad por falta de recursos económicos.
Es entonces cuando las grandes entidades o grupos igualdad social, en su manifestación más extrema causa la exclusión social de estos individuos. Es importante reconocer que la desigualdad social no solo tiene consecuencias negativas para quienes están en situación de desventaja, sino también para el conjunto de la sociedad. Cuando existe una gran diferencia entre aquellos que tienen acceso a recursos y aquellos que no, se generan tensiones y conflictos que pueden afectar la estabilidad social y política. Además, la desigualdad limita el desarrollo humano y social, impidiendo que todos puedan potenciar sus capacidades y contribuir al progreso colectivo.
Hacia fines de esa centuria se inició un periodo de inestabilidad en el marco de la “cuestión social”, que culminó con la elección de Arturo Alessandri en 1920 y el inicio del Estado benefactor. A este ciclo se le asigna cierto bienestar de la emergente clase media y de los trabajadores asalariados. Los próximos años, de aquí a 2030, serán años de rápidos e impredecibles hambre y pobreza en el mundo cambios, y no sabemos cuáles serán sus efectos en esta compleja realidad. Nuestro nuevo marco estratégico global recoge nuestro compromiso, para la próxima década, de alcanzar un futuro justo y sostenible. Se trata de un marco aún más necesario en este mundo devastado por el coronavirus, y que ofrece una dirección estratégica más pertinente que nunca.
En reacción a la desigualdad de género surgió, durante el siglo XX, el feminismo, una corriente de pensamiento que exige igualdad entre hombres y mujeres en términos jurídicos, económicos y políticos. Es un grave problema para nuestras sociedades modernas, pues acaba por condicionar el acceso del individuo a bienes económicos y culturales, servicios públicos y a determinadas posiciones o roles en la sociedad en función de prejuicios o creencias. La desigualdad social es consecuencia de problemas históricos y culturales, y ha existido desde tiempos remotos en todas las civilizaciones del mundo. Según datos del informe Infancia Pobreza y Crisis Económica, de la colección de estudios sociales de “la Caixa”, que evalúa la huella de esta situación en la calidad de vida de la población infantil…
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