Cronología Y Organización Económica De Las Poblaciones Arcaicas De La Costa De Taltal

Casi todas las organizaciones agregan unidades administrativas de diversos tipos para proveer varios servicios internos, desde una cafetería hasta asesoría legal o relaciones públicas. Se encuentra situado fuera del flujo de las operaciones principales de la empresa (desarrolladas por el núcleo estratégico) siendo la labor de este personal la de proporcionar aspectos “laterales” (aunque no menos importantes y en muchos casos vitales) para el funcionamiento de la entidad, tales como apoyo administrativo, departamento comercial, facturación and so on. En muchas organizaciones los tecnoanalistas son personas de alta especialización e incluso pueden ser áreas externalizadas que prestan servicios a las empresas.

El sitio evidenció dos ocupaciones asignables al complejo cultural Huentelauquén, tanto dentro como fuera de la línea de goteo del alero. Por sobre las capas correspondientes al Holoceno Temprano se documentó una ocupación prehispánica tardía con una función funeraria, y luego una débil ocupación histórica subactual (Castelleti 2007; Castelleti et al. 2010). Es decir, este alero tendría ocupaciones domésticas solo durante el Holoceno Temprano, y luego en forma efímera durante momentos subactuales. Este período se encuentra caracterizado por las primeras ocupaciones de la costa de Taltal, las cuales han sido asociadas al complejo cultural Huentelauquén y se corresponde con el Arcaico Temprano de Castelleti (2007) y a nivel regional con las Fases I y II de Llagostera (2005). Toda organización requiere un espacio de dirección, al que Mintzberg llama ápice estratégico o alta dirección, esta dirección (una o varias personas, dependiendo de la propia estructura social de la organización) es la responsables del desarrollo de la estrategia de la empresa considerando en todo momento su misión y valores así como sus partes interesadas (las llamadas relaciones con su entorno) y los recursos que tiene. Además supervisan directamente la totalidad del sistema empresarial y su trabajo determina el “rumbo” de la organización y su liderazgo marca y determina el ambiente de trabajo imperante en la entidad.

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Quizás hubo alguna diferencia en el tamaño de estas aguadas, su nivel de salobridad y/o estacionalidad que privilegiaron el uso de unas sobre otras y, por ende, la mayor intensidad de ocupación de unos sitios sobre otros, pero por ahora no estamos en condiciones de afirmarlo. Es posible que otros recursos de carácter y/o ubicación más específicos también hayan influido en la articulación del sistema de asentamiento y, por lo tanto, en los circuitos de movilidad y la permanencia ocupacional en las bases residenciales. Con todo, los cambios que hemos documentado para el Arcaico VI serían contemporáneos con la introducción en Taltal de artefactos característicos de economías agroalfareras de los oasis interiores o el área de Arica y Tarapacá (p.e. cerámica, metalurgia, textiles a telar, cultígenos). Por lo tanto, parece plausible asumir que las poblaciones extracosteñas cumplieron un rol en las transformaciones del sistema de asentamiento local y sus patrones funerarios (Núñez 1984; Castelleti 2007). Por lo demás, nos parece que durante este período los artefactos foráneos son todavía minoritarios dentro de los contextos locales (Mostny 1964), a diferencia de lo que se observará a contar del 1500 o el a thousand cal AP.

Por ejemplo, en Caleta Bandurrias hemos obtenido fechas de 5203 ± 60 cal AP, 5262 ± 30 cal AP (ambas en concha, calibradas con corrección por efecto reservorio) y 5519 ± 25 cal AP para basurales asociados a este tipo de estructura, mientras que obtuvimos una datación de 5277 ± 70 AP (concha, calibrado con corrección por efecto reservorio) para el inside de una de estas estructuras. Son contemporáneas también las edades de Punta Negra 1A donde Contreras y colaboradores (2011) dataron el inicio de la ocupación de estas estructuras en 5633 ± forty cal AP (carbón) y 5609 ± 40 cal AP (carbón). Del sitio Los Bronces-1 se obtuvo una edad de 5512 ± forty cal AP (carbón) para el inicio de una de estas estructuras (Contreras et al. 2007). Por otro lado, la escasa variabilidad tipológica evidenciada en las puntas de proyectil de este período parece poco coherente con la captura de las dos especies de mamíferos representadas en el registro arqueofaunístico (otáridos y camélidos), dado que ambas exhiben importantes diferencias desde el punto de vista etológico6. Lo anterior indica que, o bien los otáridos fueron capturados con tecnologías artefactuales no formalizadas (p.e. garrotes), o bien las comunidades del Arcaico I emplearon una misma tecnología generalizada para explotar diversos recursos locales. Lo anterior es importante en términos del grado de especialización de esta temprana adaptación marítima.

Estos artefactos, previamente descritos como martillos enmangados (Salazar et al. 2011), en general poseen residuos de pigmento rojo adheridos sobre sus superficies activas pulidas, lo cual permite sugerir su asociación a las labores de procesamiento de mineral a partir de fricción y trituración, pero aún sin lograr establecer la presencia de enmangue (Parra 2014). La industria conquiliológica es más abundante y variada que en los períodos anteriores, e incluye anzuelos, cuentas y pesas. Respecto de los anzuelos, se observa que en los momentos más tempranos del Arcaico III en Morro Colorado aparecen exclusivamente anzuelos circulares fabricados en Choromytilus refrain organización social, idénticos a los registrados en el Arcaico II (Figura 5.1).

La primera de ellas es sin duda la de Augusto Capdeville, aficionado chileno que se interesó en la arqueología a partir de sus intercambios epistolares con Max Uhle (Mostny 1964). A medida que la organización crece y el trabajo se complejiza se requieren más niveles directivos, una jerarquía de autoridad entre el núcleo de operaciones y el ápice estratégico. Su trabajo sirve de enlace entre la alta dirección y el núcleo de operaciones y tienen responsabilidad sobre las divisiones, departamentos, áreas o procesos de los cuales están encargados. Su trabajo consiste en implantar e implementar la estrategia definida por el ápice estratégico, transformándolo en una realidad en la empresa. Además de ello dirigen flujos ascendentes, es decir comunicación desde el núcleo de operaciones hacia la alta dirección, dificultades y oportunidades.

El más notorio cambio en los patrones de asentamiento de este momento fue identificado por Castelleti (2007; véase también Castelleti y Maltrain 2010). Dicho autor constata el progresivo abandono de los campamentos habitacionales ubicados junto a la línea de costa, así como la aparición de nuevos sitios ubicados en lugares previamente no habitados. Algunos de ellos se ubican a los pies de la Cordillera de la Costa, o incluso al inside de las quebradas que atraviesan dicha cordillera (Figura 11). Tal es el caso del Sitio 183, el sector oriental de Plaza de Indios Norte y San Ramón 7, este último siendo a la fecha el único ubicado en las quebradas al interior de la Cordillera de la Costa, aun cuando a no más de dos kilómetros del litoral precise. Si bien se mantienen algunas ocupaciones en sitios ubicados junto a la costa, estas son ocupaciones livianas con un carácter más bien logístico similar a lo observado en los sitios del Arcaico V, mientras que los campamentos residenciales se instalan crecientemente más alejados de la línea costera en contraste con la situación registrada en toda la secuencia arcaica previa. Si bien la mayoría de estos sitios corresponden a ocupaciones en espacios abiertos, los aleros continúan en uso, ya sea con funciones funerarias (Alero Bandurrias 2) o bien domésticas (Alero 224A).

Lo mismo puede decirse respecto del sitio San Ramón 15, una mina de hierro explotada posiblemente desde antes que la primera ocupación del Alero Cascabeles y en forma consistente a lo largo de varios siglos, lo que implica tanto un conocimiento de la estructura de los recursos locales como una organización consolidada del sistema de asentamiento en torno a ellos. Futuras investigaciones deberán continuar profundizando la comprensión de la secuencia histórica arcaica de Taltal, así como los períodos posteriores no tratados en este trabajo y hasta el momento de contacto con los primeros europeos. Por el momento podemos argumentar que la continuidad de las poblaciones locales durante miles de años en las costas de Taltal estuvo matizada por profundas transformaciones en sus sistemas de movilidad —y en menor medida en su tecnología—, lo que probablemente implicó también formas de organización y prácticas sociales diferentes. Tales transformaciones fueron producto de la agencia de las propias comunidades locales que optaron por modificar sus patrones de conducta o formas de organización en virtud de los contextos sociales y ambientales que enfrentaron. Comprender estas decisiones es una de las tareas más apasionantes que se presentan a nuestro juicio para la futura arqueología del Arcaico en Taltal.

Otras categorías artefactuales representadas en el Arcaico IV son las mismas ya reportadas para el Arcaico III, tales como cuchillos, raederas, raspadores, tajadores, manos, and so forth., incluyendo las pesas para anzuelo compuesto. Los instrumentos pulidos encontrados en los sitios Morro Colorado y Zapatero, se comportan similarmente a las piezas del Arcaico II, aunque su frecuencia disminuye notoriamente. Cabe destacar que en este período se comienza a registrar un tipo de mano de moler con una morfología estandarizada que refiere una forma de uso particular.

Aún no tenemos total claridad del estatus de los sitios de Morros de Migue y Punta Morada en este contexto, por encontrarse muy afectos a procesos de erosión y alteración antrópica dificultando la obtención de muestras suficientes y comparables. Se ha diferenciado este período del anterior por el importante cambio que se aprecia en el modo de uso del sitio Morro Colorado, así como en otros sitios respecto de las capas anteriormente descritas para el Arcaico II. En efecto, se mencionó anteriormente que la fecha de 7633 ± 25 cal AP (carbón), marca el inicio de una nueva modalidad de ocupación de Morro Colorado. Ésta se caracteriza por una densidad notablemente mayor de materiales culturales y en especial de ecofactos, siendo dominado por densos basurales con conchas de moluscos y restos óseos asociados a depósitos potentes de fogones y, en ocasiones, pisos habitacionales. El Arcaico III que hemos definido presenta ciertas diferencias, pero al mismo tiempo, sería aproximadamente contemporáneo con el Arcaico Medio de Castelleti (2007), así como con el Paleolítico de Capdeville, el primer período precerámico de Bird (1946) («Cultura del Anzuelo de Concha»), los «Pescadores Especializados» de Núñez (1984), y a nivel regional la Fase IV de Llagostera (2005).

De hecho es importante destacar que, con excepción de Paso Malo Alfarero, los restantes sitios considerados «formativos» por Castelleti tienen cerámica exclusivamente superficial o bien en sus niveles superiores, pero no existe asociación estratigráfica entre las fechas radiocarbónicas «formativas» obtenidas por este autor en Plaza de Indios Norte o en el Sitio 183 y fragmentos alfareros, textiles o ecofactuales provenientes de tierras altas o la costa de Valles Occidentales. Lo anterior indicaría que no es durante nuestro Arcaico VI cuando se produce una incorporación relevante de objetos de tierras altas en los contextos locales. Por su parte, de cuatro entierros del período excavados y fechados, solo uno presenta alfarería, pero ni siquiera se trata de una pieza completa, sino sólo de un fragmento de vasija del tipo Loa Café Alisado10, lo cual sugiere un escaso uso de cerámica durante el período. Los datos de Castelleti (2007; véase también Castelleti y Maltrain 2010) indican que la subsistencia durante el Arcaico VI estuvo dominada básicamente por las mismas especies que los períodos previos, aunque con algunos cambios en su representatividad. Por ejemplo, el registro malacológico incluyó a las características Tegulas spp., Fissurellas spp., C. Concholepas y Chiton spp., pero son estos últimos tres los que constituyen la gran mayoría del universo malacológico del campamento residencial de Plaza de Indios Norte (Castelleti y Baeza 2004), a diferencia de lo observado en los períodos previos donde predominaban las tégulas y los chitones estaban menormente representados.

Si bien se tienen a la fecha pocos datos para definir este período, nos parece importante proponerlo en forma preliminar, por las evidentes transformaciones que se advierten con posterioridad al 4500 cal AP en la zona de Taltal. Estas transformaciones se observan fundamentalmente en el ámbito de los sistemas de movilidad, prácticas mortuorias y modalidad de uso de los sitios habitacionales. A lo anterior se suman posibles cambios en la tecnología lítica, tal como lo advirtió Castelleti (2007) al indicar transformaciones en la morfología de las puntas de proyectil dentro del «Arcaico Tardío». Ni Capdeville (1928; también Mostny 1964) ni Núñez (1984) identifican este segundo momento dentro del «Arcaico Tardío», aun cuando este último señala la posibilidad de que las tumbas de esqueletos tendidos, sin arquitectura y asociados a elementos tales como tubos de cobre o tubos para insuflar alucinógenos, correspondan a un momento terminal de su período de «Pescadores Especializados del Aldeas Incipientes». El Arcaico V que hemos definido acá sería parcialmente contemporáneo de la Fase VI propuesta por Llagostera (2005) para la costa arreica. Con todo, nos parece que las poblaciones de la costa arreica de este período muestran rasgos culturales que permiten visualizarlas como independientes culturalmente de las poblaciones de Valles Occidentales, en especial por la ausencia de momificación o incluso de enterratorios en los sitios Arcaico III de Taltal, Cobija o Mejillones.