Un elemento a destacar de las relaciones entre género y pobreza es la posibilidad de comprender mejor el funcionamiento de los hogares, visibilizando las asimetrías existentes entre sus miembros, en términos de poder, de toma de decisiones y de distribución de los recursos. El enfoque de género permite comprender al hogar como una trama de relaciones en las que están presentes no sólo la solidaridad y el afecto, sino también el conflicto, así como comprender que no todos los miembros del hogar tienen las mismas necesidades, gozan de los mismos derechos, acceden a los mismos recursos, etcétera. Debido a que la medición de la pobreza se basa en las características socioeconómicas del hogar en su conjunto, no se pueden identificar las diferencias por género en el acceso a ciertos satisfactores básicos en el hogar. A esta dificultad hay que sumarle la limitante de la forma en que se recaba la información en las encuestas de hogares, donde se considera como único recurso el ingreso, dejando de lado el tiempo destinado a la producción y reproducción social del hogar. Otra de las contribuciones del enfoque de género al análisis de la pobreza ha sido el visibilizar la discriminación tanto en las esferas públicas como al interior de los hogares, evidenciando en ambas esferas relaciones de poder y distribución desigual de recursos. Desde el punto de vista teórico, las autoras que se sitúan en esta óptica se preguntan si las relaciones de género exacerban o neutralizan las desigualdades asociadas con las desigualdades económicas.
Otra forma de desigualdad social, aunque quizá más sutil que las anteriores, se aprecia cuando las instituciones, entidades y organismos públicos se revelan bajo el dominio de unos pocos grupos. Cuando esto pasa, la intención de dichos grupos es excluir al resto de las personas para que no puedan acceder al Estado como tal y, por tanto, no participen activamente de las decisiones que a todos les incumben. Las sociedades que no confían en sus organismos públicos son casi siempre las más desiguales; la falta de interés y la desafección por los asuntos públicos constituyen otra fuente directa de desigualdad social.
Estas diferencias se basan en parte a la ocupación y a las cualidades personales de las personas involucradas. El issue más básico que determina las variaciones de ingreso entre los grupos ocupacionales es la demanda y la oferta. Las ocupaciones que requieren actitudes especiales y mucha capacitación tienen sueldos altos debido a que la oferta de trabajadores es poca en relación con la demanda.
También dificulta las relaciones con otras personas, ya que las desigualdades atentan contra la autoestima y son un factor que les impide involucrarse e integrarse en las dinámicas sociales de su edad. Así como en España, entre las causas de la desigualdad social en México se encuentra la distribución desigual de la riqueza del país. Un estudio de Oxfam señaló que el 1% de la población más acaudalada del país concentra el 43% de la riqueza nacional, un signo de profundad disparidad en términos materiales y económicos. La desigualdad social en España no empezó con la crisis de 2008, pero este sí fue un momento que ha fomentado nuevas desigualdades y nutrido diferencias ya existentes. Un ejemplo de ello es que el número de personas en situación de exclusión social aumentó en 1,2 millones en 2019 respecto a 2007, el año previo a la recesión.
Las mediciones de la pobreza ocupan un papel relevante en el proceso de visibilización del fenómeno y en la elaboración e implementación de políticas. Las metodologías de medición están estrechamente vinculadas con la conceptualización que se haga de la pobreza, de allí que las mediciones puedan diferir, pues apuntan a diversos aspectos de la pobreza. desigualdad y pobreza en el mundo Como lo han hecho notar distintos enfoques, incluido el de género, estas metodologías no son neutras sino que todas ellas contienen elementos subjetivos y arbitrarios, incluso las que tienen una apariencia de mayor precisión y objetividad. A ello se agregan actualmente consideraciones de tipo cualitativo que profundizan aún más el concepto.
También se indica que el método tiene limitaciones para mostrar las desigualdades de género al desconocer en términos monetarios la contribución al hogar del trabajo doméstico no remunerado. Por último, la medición de ingresos no capta las diferencias de género en cuanto al uso del tiempo y a los patrones de gasto, cuestiones que ayudan a caracterizar mejor la pobreza y a diseñar mejores políticas. Más allá de las diferencias de ingresos, la desigualdad socioeconómica se manifiesta en otras dimensiones de la vida de las personas. La que más rechazo provoca en la población es la disparidad en el trato y dignidad que, por ejemplo, se materializa en la atención de salud. La sociedad se fragmenta en grupos sociales que viven como si habitaran en naciones de nivel de desarrollo opuesto.
“Un sistema basado en un paradigma de sostenibilidad que no puede ser solamente social, sino también medioambiental. Lo que nos lleva, de nuevo, a reflexionar sobre el gran porcentaje de la población mundial que nunca ha volado en avión, pero que sufre especialmente las consecuencias de que una minoría sí pueda hacerlo. Una sociedad fragmentada en distintas clases, que no se conocen desigualdades raymundo campos pdf entre sí, fomenta antipatía entre sus miembros y falta de pertenencia a un proyecto de bienestar común. Cuando los recursos destinados al gasto público desaparecen o se desvían para asuntos distintos, se detienen las obras con carácter social. La cifra arrojada por el Coeficiente de GINI permite realizar comparaciones entre países en torno a su desigualdad o igualdad salarial.
La desigualdad informativa muchas veces es causada por la falta de conocimientos o educación formal, así como la falta de acceso a fuentes de información adecuada. En Europa y América, por ejemplo, se negó sistemáticamente el acceso de las mujeres a la universidad durante gran parte del siglo XIX, incluso se les prohibió ejercer como docentes en la universidad en la mayor parte de Europa hasta principios del siglo XX. Dicho de otro modo, mientras muchos sufren con las autoridades, otros viven al margen de estas en total y completa impunidad. Rousseau, en su obra sobre el origen de las desigualdades, utilizando lo que él llama el estado natural del hombre, deriva la desigualdad del hombre del estado social.[16] El hombre no nace con la desigualdad sino después de que se compara con sus semejantes y ve sus diferencias, es entonces cuando se pierde la igualdad del ser humano.
OECD (2012) postula la necesidad de reformas tributarias que combinen ajustes en impuestos (algunos hacia la baja, otros al alza) con políticas de subsidios al trabajo de los sectores de menores ingresos. La contrapartida de la concentración en el tope son los bajos sueldos que obtiene la mitad de los asalariados, cuya remuneración es inferior al ingreso que necesita un hogar promedio para cubrir sus necesidades básicas (línea de pobreza). Esto no se traduce en una situación generalizada de precariedad, porque hay más fuentes de ingresos. También hay un agravante de género a considerar, por cuanto más de un 70% de las mujeres asalariadas con educación media completa y que trabajan más de 30 horas semanales, obtiene una remuneración por debajo del umbral citado. Entre 1930 y 1970, hubo una moderación del fenómeno en el contexto de una creciente democratización del país, revertida durante la dictadura militar, cuando grandes transformaciones domésticas y de la economía mundial generaron innovaciones tecnológicas y de otro tipo que impactaron sobre la desigualdad de ingresos.
Las agencias de socialización son tradicionalmente la familia, la escuela, el grupo de los iguales y la religión, pero a ellas se han sumado, cada vez con mayor fuerza, los medios de comunicación de masas. En algunas sociedades se trata de un tema vinculado exclusivamente con la clase socioeconómica, mientras que en otros lugares implica también consideraciones sobre la raza, la religión, la orientación sexual, and so forth. Además, las diferencias económicas y sociales aumentan la inestabilidad política y erosionan la confianza en los gobiernos, cada vez más influenciados por los más afortunados. Promocionar la igualdad de oportunidades y subir los impuestos, especialmente, a las clases más adineradas, ayudaría disminuir la desigualdad. Como ya se ha documentado, la IA permite que personas malintencionadas distorsionen contenidos relacionados con el Holocausto, creando falsos testimonios e incluso manipulando documentos históricos. Las imágenes y audios falsos creados con IA generativa que pueden encontrarse en las redes sociales resultan especialmente convincentes para los jóvenes.
Las oficinas de impuestos de muchos países tienden a dar beneficios a las grandes empresas, mientras los ciudadanos comunes deben soportar una carga tributaria que no merecen. Además, el acceso a tribunales, o al amparo de las leyes, puede verse truncado en aquellos casos donde son requeridos por migrantes o refugiados. A veces no cuentan con la protección necesaria para su regular desenvolvimiento en la sociedad de acogida. Ciertamente hay muchos otros aspectos a considerar, si se tiene en cuenta la devaluación de la institucionalidad política, el empoderamiento de las comunidades y los cambios que trae consigo la automatización del empleo y la revolución digital.
El proceso salud-enfermedad- atención se manifiesta de forma diferente en función de la situación social y de género de las comunidades humanas. El objetivo de esta revisión es sistematizar el conocimiento acerca de las desigualdades sociales y de género y su implicación en la salud de la población. El proceso salud-enfermedad-atención se manifiesta de forma diferente en función de la situación social y de género de las comunidades humanas.
Estos ciclos de alza y baja pueden observarse a través de la evolución del coeficiente de Gini, el cual es un indicador que se encuentra entre 0 y 1, donde un mayor número indica más desigualdad en la dimensión de los ingresos. Llama la atención que en ningún período de nuestra historia el coeficiente haya estado en un nivel comparable a los que muestran los países actualmente más desarrollados (figura 1). Esta persistencia en el tiempo contrasta con el avance de otros indicadores sociales y económicos, los que han permitido reducir significativamente la pobreza en el país. Casi todos los casos de desigualdad social que apreciamos se originan en una injusta inversión del gasto público, es decir, de los fondos comunes en cualquier sociedad.