Chile Suma 120 Años De Desigualdad Extrema, Según Estudio

No es posible presentar aquí la evolución teológica y moral que ha tenido, en la enseñanza o doctrina social de la Iglesia (DSI), la comprensión del valor de la igualdad y su contracara, la desigualdad. Pero esta condición no se remite solo a diferencias en calidades de vida, ya que tiene asociado un conjunto de problemas que implican, especialmente, trabas a la justicia, a la convivencia y al desarrollo económico. Violencia e historia de la desigualdad desde la Edad de Piedra hasta el siglo XXI, Walter Scheidel, Crítica, 2018, 624 páginas, $33.900. Emmanuelle Barozet, académica de la Facultad de Ciencias Sociales desigualdad legal de la Universidad de Chile e investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) propone otro elemento al análisis sobre Chile, relacionado al acceso a los bienes de primera necesidad. “La mercantilización de diversos ámbitos de la vida cotidiana trajo otro tipo de consecuencias que se tradujeron en malestar, como el endeudamiento, la discriminación socioeconómica, que se fueron arraigando en las últimas décadas”. En este video Francois Dubet describe cómo los sistemas escolares reproducen la desigualdad en la sociedad, mostrando la desigualdad cultural, la desigualdad de la oferta escolar y las…

Hacia fines de esa centuria se inició un periodo de inestabilidad en el marco de la “cuestión social”, que culminó con la elección de Arturo Alessandri en 1920 y el inicio del Estado benefactor. A este ciclo se le asigna cierto bienestar de la emergente clase media y de los trabajadores asalariados. Incluso los países más equitativos exhiben algún grado basal de desigualdad vinculado a la división del trabajo, la que requiere pagos diferenciados acorde a la complejidad de las ocupaciones o para el fomento de actividades que están sujetas a un considerable desigualdad por regiones nivel de riesgo, como la innovación y la labor empresarial.

desigualdad social en el mundo

Habiendo muchas opciones temáticas y metodológicas, me propuse comenzar por el concepto de “igualdad”, porque la lingüística y la semiótica nos ha enseñado a estar atentos al eje paradigmático de los mensajes que circulan en las culturas; es decir, a los esquemas de diferencias que subyacen en los discursos. Me pareció interesante, entonces, partir por este último significante del eje paradigmático igualdad/desigualdad y desde allí moverme, enseguida, hacia algunas consideraciones teológicas y magisteriales. Espero que este ejercicio teológico sea una contribución en la necesaria atención que requieran las desigualdades que hoy día hieren a la humanidad y a nuestra sociedad, en specific.

Dado que cuestiones como embarazo adolescente, evasión escolar y desnutrición son problemas estructurales en la región, es extremadamente cuestionable que las políticas asociadas sean mediadas o condicionadas a la recolección de grandes cantidades de datos. Que no exista a su vez una preocupación por los derechos de niños, niñas y adolescentes, concordante con instrumentos vigentes en toda la región, da cuenta de un problema más profundo. Aunque en este caso el sistema haya sido desarrollado por una universidad privada local, nuevamente se trata de una iniciativa invasiva de recolección de datos sensibles de menores de edad que conlleva gran riesgo de profundizar situaciones de prejuicio y estigmatización hacia grupos históricamente vulnerables. Además, estos procesos implican la transferencia de datos personales a terceros y la posibilidad de que esos datos sean usados para fines distintos a los que permitieron su recolección; sin bases legales ni garantías de que la información generada no será utilizada a futuro con otros propósitos, como iniciativas de policiamiento predictivo por ejemplo.

Por modesto que sea este ejercicio de discernimiento en medio de los turbulentos acontecimientos del presente, nos anima la esperanza formulada por el Concilio Vaticano II (1965) en la constitución Gaudium et spes, de que “la fe […] orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas” (n° 11). Otro factor de este tipo que está profundizando las brechas se encuentra al analizar la procedencia de las grandes fortunas. Durante el siglo XIX, la parte alta de la sociedad (financieros, rentistas y propietarios de grandes explotaciones industriales) debía su riqueza fundamentalmente a la propiedad del capital. Aunque en el pasado la desigualdad alcanzó cifras superiores a las actuales, las brechas no se veían agravadas por este hecho inédito, y esa separación perfecta que existía entre capitalistas y trabajadores hoy se ha desdibujado. “La desigualdad es mayor allí donde es mayor la cuota de capitalistas ricos por la renta del trabajo”, anota Milanovic, “pero ¿acaso no es bueno que las personas puedan hacerse ricas trabajando?

En 1959, la Asamblea de la ONU aprueba la declaración de los Derechos del Niño y en 1989 aprueba la Convención sobre los Derechos del Niño, tratado internacional vinculante ratificado por 196 países. En 2016, el gobierno chileno aprobó la Política Nacional Docente (PND) que consiste en reformas al acceso y retención de educadores en las escuelas públicas y privadas con subvención del estado. Estas reformas incluyen establecer altos requisitos de ingreso y nueva acreditación para programas de formación docente, proporcionar un año de tutoría para cada maestro/a entrante con pago adicional para mentores y aprendices, y crear un sistema de desarrollo profesional para la promoción profesional a largo plazo.

Con todo, los factores que generan un incremento en la desigualdad son múltiples e incluso hay algunos consecuencia de evoluciones deseables en la sociedad. El acceso extendido de la mujer al mundo del trabajo y la educación universitaria se encuentra entre estos. Como expone Branko Milanovic, hombres y mujeres acostumbran a emparejarse con personas de un estatus comparable al suyo. Hasta hace algunas décadas, en la medida en que los hombres contaban con mayores recursos, period menos possible que sus esposas trabajaran y tuvieran sus propios ingresos.

Adoptando una perspectiva microsocial, este libro se pregunta cómo los individuos experimentan esta desigualdad en sus vidas. Los 17 capítulos de este volumen se centran en cómo las personas viven y sienten las desigualdades cotidianamente, pero también indaga en cómo reaccionan frente a estas asimetrías que dominan su interacción con sus pares y con las instituciones públicas, con el objetivo de discernir si las aceptan, se adaptan o si las disputan y las resisten para mitigarlas. Sus conclusiones acerca de la distribución del ingreso hacen referencia a que “el núcleo del modelo de desarrollo chileno es el crecimiento económico; el crecimiento económico iba a distribuir esa riqueza en la población, lo que se conoce como chorreo o derrame. Eso lo decía un ministro de Pinochet, Léniz, que explicaba por la televisión a todos los chilenos, nos moldeaba y acentuaba esa thought y hasta el día de hoy es así”. Esa promesa debería ser transversal a toda la sociedad y no estar reservada para aquellas personas que puedan costear las mejoras, o que puedan pagar el precio de no tener que someterse a aplicaciones abusivas de la tecnología.

No es algo abstracto, sino algo muy concreto a lo que se enfrentan las familias que hoy viven en la incertidumbre. Necesitamos que las pensiones de quienes nos enseñaron a leer y escribir o nos atendieron en los servicios de salud aumenten ahora; que quienes requieren de atención sanitaria puedan tener acceso oportuno y de calidad, que los barrios sean espacios seguros para las familias, y que el fortalezcamos el sistema de protección social. En términos de propuestas para el futuro, los libros de Piketty, Stiglitz y Collier son generosos, aunque de todos los autores referidos en este artículo, solo Piketty es quien habla de una “superación del capitalismo”. Como aporte a este llamado a imaginar alternativas, propone un “socialismo participativo”, no centralizado, donde los trabajadores tomen parte en la gestión de sus empresas y compartan el poder con los accionistas privados. En este sistema, un país que tiene un coeficiente de cero gozaría de la igualdad perfecta, donde todos sus habitantes recibien el mismo ingreso. Por el contrario, un país con un coeficiente de 1 adolecería la desigualidad extrema, donde un habitante se llevaría todos los ingresos mientras el otro se quedaría sin nada.

El Banco Mundial hizo hace unos años este mismo esfuerzo con el objeto de corregir el Gini, obteniendo que, en 2013, en Chile este no era de 0,5, sino que de 0,59. A pesar de las dificultades de medición y de la diversidad de indicadores que se pueden usar, es posible concluir que la desigualdad en Chile es alta y que no ha dejado de serla. Y si bien la ciudadanía está en su gran mayoría de acuerdo con la thought de que las personas que trabajan duro merecen ganar más, prácticamente todos están de acuerdo, 0 muy de acuerdo, con que las diferencias de ingresos en el país son muy grandes (un 90%, según reporta el PNUD en su libro Desiguales, del 2017). Asimismo, la Presidenta hizo un diagnóstico de los problemas más graves que enfrentan las sociedades y afirmó que “Creemos que la desigualdad -de ingresos, de acceso a servicios básicos, de oportunidades y resultados- es una de las mayores amenazas para el desarrollo de nuestros países, para la democracia y para la paz. Porque pone en entredicho la comunión de intereses y valores que es la única que posibilita la convivencia nacional, agudiza las tensiones sociales, genera resentimiento y, en los casos extremos, violencia armada.

¿No es mejor acaso que se obtengan rentas más altas tanto del trabajo como de la propiedad, y no solo de esta última? Chile vive desde el 18 de octubre pasado una crisis social sin precedentes desde el regreso a la democracia. “Esto terminó por quebrar la estabilidad del contrato social que fue lo que le permitió a Chile tener un crecimiento nunca antes visto los últimos 30 años”. La creciente desigualdad en diversos países del mundo ha exacerbado las divisiones y ralentizado los avances económicos y sociales. Esa fue una de las conclusiones del Informe Social Mundial 2020, publicado en enero pasado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (Undesa, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas. Profesora en Stanford, la socióloga chilena radicada en California presentó en Santiago los hallazgos de una investigación sobre movilidad intergeneracional en Chile, siempre en conexión con la desigualdad.

Cuando se corrige la información para incorporar los altos ingresos con datos de declaraciones fiscales, la concentración del ingreso en el tope de la distribución es más alta y ha estado subiendo. El malestar frente a las desigualdades, sobre todo aquellas que hieren la convivencia humana, han dado curso últimamente a diversas formas de manifestación social en el mundo entero, incluyendo algunas marcadas por la violencia. Sin embargo, ni las desigualdades ni los estallidos sociales son nuevos en la historia de la humanidad. Este trabajo, luego de dar cuenta de algunos estudios sociales recientes en torno a las desigualdades que dañan a las personas y a las sociedades, realiza una aproximación teológica y magisterial a este drama, se hace cargo nuevamente de los valores evangélicos como la justicia y equidad. Termina ofreciendo algunas conclusiones o reflexiones finales que contribuyan al debate y al curso de la acción transformadora que demanda el presente.

«Llevamos décadas diciendo que Chile en términos de distribución de ingresos, tenemos una alta desigualdad y no mejora incluso después de algunas medidas redistributivas. Del punto de vista de la desigualdad material, está claro que no la hemos logrado podido revertir eso», detalla Méndez. La desigualdad educativa es provocada por las diferencias en las oportunidades formativas que afectan las condiciones de vida a futuro. La educación es un derecho, pero no todas las personas tienen el mismo acceso a la misma calidad. Todas las ciudades del mundo reflejan, en mayor o menor medida, las diferencias sociales y económicas de sus propias sociedades. Los desequilibrios de ingresos, además del acceso a educación, salud, agua potable e infraestructura genera contrastes visibles desde el espacio.

Los datos recabados son procesados por servidores de Microsoft distribuidos alrededor del mundo y el resultado de ese procesamiento apunta específicamente a las adolescentes identificadas como personas bajo riesgo, afectando no solamente su privacidad, sino también su autonomía y generando amplio potencial de discriminación. Se trata, finalmente, de un mecanismo dirigido de control sobre personas en situación de vulnerabilidad que son expuestas a intervenciones sin su consentimiento, reforzando la vulnerabilidad de las personas que son privadas incluso de la posibilidad para decidir sobre esas intervenciones. Aprovechándose de las deficiencias de nuestros sistemas legales y explotando sus áreas grises, la industria ha impulsado agresivamente un tecnosolucionismo chauvinista, abrazado irresponsablemente por una clase política con ganas de figurar a la sombra de una thought tristemente reducida de progreso.