11Utilizan dos bases de datos, la Encuesta Nacional de Caracterización Socioeconómica (Casen) de 2003 y el Censo de Población y Vivienda de 2002. Si bien, mejorar la salud es el principal objetivo de un servicio de salud, no es el único. [13] Es importante mencionar que esta gran diferencia se explica principalmente por las contribuciones a la seguridad social ya que, a diferencia de Chile, en general los países financian programas de seguridad social con componentes solidarios con estas contribuciones. [11] En algunos casos, los ingresos que provienen por el retiro de dividendos pagan una tasa máxima de un forty four.5%. [8] Estos números y los reportados por la OCDE no coinciden con exactitud dado el ajuste con datos administrativos a los ingresos altos.
Desde hace décadas, existe consenso en la literatura económica, en que un país no debe ser evaluado únicamente por sus indicadores económicos de productividad, sino también por su capacidad para reducir la pobreza y la desigualdad, conceptos entendidos como males para una sociedad (Gasparini, Cicowiez y Sosa, 2014). Además, el hecho de obtener un ingreso insuficiente es consecuencia de las desigualdades estructurales de un sistema económico, por tanto “la eliminación de la pobreza requiere reformas estructurales e institucionales, económicas y sociales, que erradiquen las desigualdades que reproducen la pobreza” (Macías, 2014, pp. 121). El PNUD, cada año, desde 1990, presenta un informe sobre desarrollo humano, donde se analizan importantes temas, tendencias y políticas sobre desarrollo. No se puede negar que durante el último cuarto de siglo a nivel mundial ha habido un importante progreso en muchos ámbitos del desarrollo humano.
La relevancia viene dada porque son precisamente estas personas que concentran altos niveles de ingresos, quienes adicionalmente ejercen una influencia importante en las decisiones y en el diseño de políticas que finalmente los terminan favoreciendo a ellos mismos. Además de crear limitaciones al acceso a servicios públicos para grupos históricamente marginados de la población, los sistemas de identificación obligatoria y biométricos implican una “sobrevigilancia” hacia esos grupos. No se sabe cómo son utilizados, agregados y compartidos los datos recolectados de esos grupos, ni parece proporcional exigir un nivel tan alto de información para la entrega de beneficios limitados o condicionados.
Tanto es así, que un estudio del Banco Mundial indica que un tercio del ingreso generado por la economía chilena en 2013 fue captado por el 1% más rico. Por ello, es relevante considerar este aspecto como una verdadera traba al desarrollo, cuando se bloquean las oportunidades y se traduce en un acceso poco equitativo al poder político y económico. Este documento aborda dos temáticas a partir de información reciente de la mejor calidad que está disponible en el país. Empezamos por exponer el cambio en la desigualdad y en el gasto social del Estado en Chile durante los últimos años, para luego documentar cómo ha evolucionado la opinión pública en torno a las temáticas de desigualdad, políticas sociales y la legitimidad de éstas. Sobre la base de los resultados, sugerimos algunas tendencias que podrían ilustrar caminos de mayor bienestar y justicia social que cuentan con amplio respaldo ciudadano.
Pese a esta generalizada incidencia a la baja, la nueva dimensión no generó grandes cambios en las posiciones regionales del IDERE global. La dimensión sustentabilidad y medio ambiente es de gran relevancia para el crecimiento económico sostenible. Es desigualdad entre clases sociales lamentable que no se tengan datos históricos respecto a la inversión pública en el área medioambiental, sin embargo, contamos con los datos de los últimos años, los cuales develan que en 2015 la inversión ascendió a más de 27 mil millones de pesos.
En países más igualitarios, los niveles de innovación, esperanza de vida, calidad de educación, reciclaje, y movilidad social, son mayores. Sin embargo, en base a un estudio de la OECD , la desigualdad tiende a crecer desde mediados de los 80`s en los países ricos. Con la nueva corriente que relaciona negativamente a las variables surgen estudios como el de Persson y Tabellini (1994), quienes realizan dos modelos de regresión con muestras históricas y actuales, evidenciando un signo negativo de la desigualdad sobre el crecimiento.
En distintos estudios, la tasa global de fertilidad cobra relevancia al evaluar su efecto sobre la desigualdad de los ingresos. En 1996, Perotti concluye que las sociedades más igualitarias tienen bajas tasas de fertilidad. Chile presenta un bajo índice de fertilidad, siendo de 1,8 nacimientos por mujer, cayendo por debajo de la tasa de reemplazo (Mieres, 2019).
El trabajo es un esfuerzo necesario para la sociedad chilena, de reflexionar sobre los factores que promueven mayormente las desigualdades, y es un llamado de atención para las autoridades a conocer los efectos del actual modelo de crecimiento económico de Chile sobre la desigualdad. Invita a enfocar la inversión pública en todos aquellos factores que permiten reducir las brechas entre ricos y pobres, logrando de esta manera el anhelado desarrollo inclusivo. En Chile, las brechas sociales y económicas crean malestar por parte de la ciudadanía y descontento hacia las autoridades públicas, generando épocas de constantes manifestaciones, donde la población exige un crecimiento y desarrollo para todos. Es lamentable ver que a nivel de desigualdad del ingreso, medido a través del índice de Gini, índice 10/10 o índice 20/20, las regiones del sur suelen encontrarse en una posición desfavorecida versus las regiones nortinas. Por su parte, la Región Metropolitana, tiene el segundo mayor índice de Gini del país, posición casi invariante a lo largo del período estudiado. Se observa que las regiones más desiguales, son igualmente aquellas con menor PIB per cápita y menores índices de desarrollo.
La relación cuadrática (parábola) del (Gráfico 2), muestra el ajuste del modelo XII para la relación entre LN (PIB per cápita) inicial y el Gini last. Es decir, una vez descontado el efecto del período, los ingresos del primer y último quintil, la concentración de población indígena, el aporte del sector secundario, la esperanza de vida al nacer y la oferta de educación superior sobre la desigualdad del ingreso. La pendiente negativa viene determinada, por tanto, por el coeficiente de la variable PIB per cápita. Si bien el modelo tiene un ajuste relativamente alto (77,6%), todavía existe cierta dispersión alrededor de los datos, posiblemente por alguna variable omitida (por ejemplo el nivel de apertura económica15). El estudio de Barro (2000), que utiliza la relación de exportaciones más importaciones respecto al PIB, como variable que representa el nivel de apertura económica, concluye que el efecto de este factor sobre la desigualdad del ingreso depende del nivel de desarrollo de los países. Y sugiere que una mayor apertura internacional aumentaría la desigualdad en los países ricos y la reduciría en los países pobres.
«Entonces, el coeficiente por sí solo es un indicador bajo el cual es justo decir que Chile es uno de los países más desiguales, no sé si del mundo, pero a la luz de los resultados de la OCDE sí somos desiguales. Y si consideramos que en Chile todo el sistema de bienestar está mercantilizado podemos darnos cuenta de que la desigualdad crece aún más, porque desigualdad en la alimentación quienes tienen recursos para educarse o entrar al sistema privado de salud lo hacen y así se va reproduciendo la cadena», termina. “De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se estima que, durante 2022 cerca de 201 millones de personas (32,1% de la población latinoamericana), se encontraba en situación de pobreza.
Ya se estudió uno de sus componentes, el ingreso, por tanto, en esta sección se estudiarán otros dos, la educación y la salud. En este apartado se examina el desarrollo económico del país, evaluado a través de índices de desarrollo humano (PNUD) y el índice de desarrollo regional (Vial, 2017) y a continuación se evalúa la desigualdad social en dos aspectos muy controversiales actualmente en el país, educación y salud. Ambos temas generan constantes polémicas, protestas y levantamientos por parte de la sociedad, la cual siente la desigualdad y busca que el Gobierno doble sus esfuerzos para satisfacer estas necesidades básicas, de una manera eficiente y que beneficie a toda la población y no solo a unos pocos.
Asimismo, el hecho de obtener un ingreso insuficiente es consecuencia de las desigualdades estructurales de un sistema económico (Macías, 2014). El informe económico de la OCDE (2013) concluye que el fuerte crecimiento de Chile ha traído consecuencias para el ecosistema, uno de ellos es el mayor gasto energético. Si bien existe la conciencia a nivel público y privado del costo medioambiental, los esfuerzos para cubrir las externalidades negativas, a través de nuevas tecnologías e impuestos energéticos, no han sido suficientes (OCDE, 2013). Datos de Banco Mundial (2016) muestran que los países que presentan una mayor diferencia en los ingresos tienden a presentar un menor grado de movilidad intergeneracional. Esto significa que hay una correlación clara entre la disparidad de los resultados y la de oportunidades –que determina la movilidad social–.
El motivo es que el Gini reportado periódicamente por los organismos internacionales no captura correctamente los ingresos de los individuos de más altos ingresos. Estos indicadores se basan exclusivamente en datos provenientes de encuestas de hogares (en el caso chileno, la encuesta CASEN), que no son representativas para los percentiles de más altos ingresos (es decir, muy rara vez una persona de altos ingresos aparece encuestada en la CASEN). Además, las personas de altos ingresos que sí son encuestadas, subreportan sus ingresos, ya sea porque no los conocen con exactitud o porque no desean hacerlos públicos. De acuerdo a la información del COES (2018), la mayor cantidad de conflictos sociales por habitante se producen en las regiones de Aysén, Atacama, Los Ríos, Arica y Parinacota, y Magallanes, todas regiones donde los índices de desigualdad son iguales o superiores al promedio nacional. La desigualdad socioeconómica puede entenderse en relación con las diferencias en la vida social de las personas, las que implican ventajas para unos y desventajas para otros. Son percibidas como injustas en sus orígenes, moralmente ofensivas en sus consecuencias, o ambas.