El Estado Social De Mañana: Diálogos Sobre Bienestar, Democracia Y Cap Lom Chile

La globalización dejó a un mundo interconectado en todos los puntos geográficos imaginables. Esto se logró con tecnología y así Internet condujo a penetrar cada uno de esos puntos hasta llegar a cada individuo y familia con la posibilidad de comunicarse entre ellos en tiempo real desigualdad infantil y construir nuevas relaciones virtuales en una nueva dimensión para la humanidad. Los líderes conscientes se preocupan de la persona que involucra al negocio y se preocupan por el propósito.

Pese a ser fenómenos en apariencia distintos, la creciente complejidad de la sociedad contemporánea no se puede pensar de manera separada de su imagen invertida en el crecimiento vertiginoso de campamentos y otros tipos de asentamientos urbanos precarios, en la destrucción de bosques y recursos hídricos, y en la aparición de modalidades más coercitivas y militaristas del poder estatal. Estas formas elementales de la brutalidad, a su vez, han dado origen a nuevas expresiones de movilización sociopolítica que no solamente son oposicionales, sino que inventan visiones utópicas, tecnologías y prácticas materiales que desestabilizan la frontera entre lo actual y lo posible. ¿Por qué el desarrollo capitalista y más intensamente el neoliberal ha predominado?

En su nueva posición estarían menos inclinadas que antes a aceptar la desigualdad en las relaciones de poder, en las relaciones sociales y las oportunidades. Hoy, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), usualmente enfocado en el crecimiento, lanza miradas inquietas ante el crecimiento de la desigualdad. En documentos recientes (particularmente en Redistribución, desigualdad y crecimiento, 2014 y en ¿Neoliberalismo Sobrevendido?, 2016) sus investigadores no solo han dicho que la desigualdad extrema cut back la fuerza y la duración del crecimiento, sino que sostienen que impuestos pagados por los más ricos en actividades con externalidades negativas, pueden ayudar a los países a crecer. En su libro, Atkinson nos recuerda que los mercados no caen del cielo; incluso procesos complejos como la globalización son el resultado de decisiones tomadas por organizaciones, gobiernos, corporaciones e individuos.

desigualdad en el capitalismo

Estas tendencias confirman una redistribución de ingresos del trabajo al capital y de los salarios inferiores a los superiores en la era neoliberal. Las tasas de pobreza extrema, se nos dice, se han desplomado bajo el capitalismo global. Se nos dice que el capitalismo global ha reducido la pobreza hasta en un 80% o 90%. Entonces, si para McCloskey es tolerable un nivel de desigualdad aún mayor, qué nivel de desigualdad aceptaría el ex asesor económico de Clinton. Para McCloskey la desigualdad ha subido y bajado irregularmente en estos años, «pero en mi opinión no es un tema tan relevante como parece en la actualidad».

Con este propósito narra los avatares de la movilización feminista de los años setenta-ochenta en la región. Porque esa se ha vuelto la constante en las protestas de la gente contra los sistemas sociales de occidente, la búsqueda de dignididad, el fin de los abusos, el «yo también importo». Cuando la ciudadanía se ha visto expuesta a tantos años de injusticia, de miseria, de limitaciones, de violencia sistemática, de ser apartada a un rincón para que la elite pueda disfrutar privilegios a costa de las carencia de otros y otras, entonces la rabia acumulada que antes estaba dura, se licua y ese núcleo de ira comienza a arder en un magma imposible de contener. Por todo lo anterior, Atkinson estimaba que la desigualdad es el problema central de nuestra época. Tan clave que si su reducción implica disminuir el crecimiento, creía que había que pagar ese costo. “Es preferible una torta más chica y mejor repartida que hacer crecer la torta con los niveles de mala distribución que tenemos hoy”, dijo a CIPER.

Pero aún en estas condiciones, las razones de sus luchas siguen siendo las mismas que levantaran los actores de los movimientos sociales que en el llamado «corto siglo XX» tejían proyectos de emancipación y de justicia. El capitalismo histórico ha experimentado, en la escala mundial que hoy le corresponde, profundos cambios que han modificado sustancialmente su componente de acumulación, pero también, de forma significativa, el de regulación, perturbando críticamente su forma de gestionar las inequidades, desigualdades y doxas que él mismo produce. Actualmente, la expansión de un capitalismo autoritario premunido del paradigma mercantil, promueve una cultura particular person que ha calado duramente en los sujetos y en los movimientos transformadores de la sociedad, dejándolos sometidos a un nuevo orden/desorden. Las solidaridades colectivas del campo laboral se han fragmentado obligando a los trabajadores a una competitividad que mella sobre la fuerza de sus organizaciones y que afecta las confianzas necesarias para resistir al embate de los poderosos. Lo que el gráfico muestra es que el ingreso actual aumentó significativamente para todos los grupos hasta, aproximadamente, el percentil 70, así como para aquellos en la parte superior de la distribución, especialmente el 1% superior.

Otros países —Francia, por ejemplo— tie­nen burocracias dotadas de funcionarios altamente capacitados y de mentalidad pública, que gozan de considerable autonomía para dirigir las decisiones económicas, pero que han sido conspicuamente ca­rentes de éxito en estimular el crecimiento. Otros países —Italia, por ejemplo— tienen “una corrupción generalizada que se extiende por todos los estratos de la sociedad”, como señala el propio Milanovic, pero que no han logrado capitalizar la autonomía que se les otorga para maniobrar en medio de las restrictivas constricciones legales. Para responder estas preguntas, Milanovic se pone su sombrero de teórico social.

Esta amplia gama de debates políticos e ideológicos pueden resumirse en tres grandes corrientes. Para la conmemoración de este 8 de marzo 2022, proponemos que un paso inexcusable para hacer realidad un futuro feminista es terminar con la explotación de unos pocos sobre la mayoría. La clase trabajadora, en su conjunto, debe contar con salarios mínimos dignos, empleos de calidad con seguridad social y con garantías de derechos como la huelga, sindicalización y negociación colectiva. Sólo así será posible transformar las combinadas jerarquías de poder que hacen al capitalismo un sistema explotador y opresivo contra grupos sociales históricamente precarizados, como, por ejemplo, las mujeres. El imperativo de aislar coincide con un nuevo reconocimiento de nuestra interdependencia global durante el nuevo tiempo y espacio de la pandemia. Por un lado, se nos pide secuestrarnos en unidades familiares, espacios de vivienda compartidos o domicilios individuales, privados de contacto social y relegados a esferas de relativo aislamiento; por el otro lado, nos enfrentamos a un virus que cruza rápidamente las fronteras, ajeno a la idea del territorio nacional.

La lógica detrás de estos programas “con sensibilidad de género” es que una mujer en el extremo sur está más oprimida que una mujer santiaguina o que una mujer madre de 60 años está más oprimida que una mujer no-madre de esa edad. El gran peligro de estos ránkings de opresiones es que, por una parte, terminan reproduciendo una lógica de competencia capitalista, pues se espera que grupos desventajados compitan entre ellos por recursos escasos. Por otra parte, los ránkings de opresiones refuerzan una conceptualización escalatoria de las clases sociales (un grupo tiene más que el otro) en vez de comprender a las clases sociales como una relación (un grupo existe con relación a otro). En otras palabras, unos pocos en Chile (en su mayoría hombres hetero-cisgénero) han acumulado riqueza sobre las espaldas de la clase trabajadora y este proceso de acumulación ha tomado formas específicas de violencia para el caso de las mujeres (madres y no-madres) y otros segmentos de la población que no han tenido acceso a sus mismos recursos, oportunidades y privilegios.

Judith Butler, filósofa y teórica feminista estadounidense, reflexionó acerca de la pandemia del COVID-19 en los Estados Unidos, y su relación con el capitalismo y la desigualdad social y económica. Es necesario comprender que la pobreza, no es una cuestión absoluta, numérica, tampoco es una especie de ratio de autonomía, sino que es cuestión esencialmente relativa, responde a la pregunta de en qué medida cada persona participa de la sociedad a la que pertenece. De esta forma, la pobreza es desigualdad, pues se outline –tanto interna como externamente–, como una a relación de exclusión frente a los beneficios que genera una sociedad. Un segundo problema es que hay versiones del feminismo que toman nota de la diversidad de experiencias de las mujeres para luego renunciar a una crítica estructural al capitalismo. Desde esta perspectiva, se reconoce que las dinámicas opresoras del patriarcado no funcionan para todas las mujeres por igual (dependen de la clase, edad, raza, sexualidad, estatus migratorio, and so forth.). El problema es que algunos feminismos, en vez de usar esta mirada compleja de la realidad social para entender cómo funcionan las relaciones de explotación, terminan armando un ránking de opresiones entre mujeres.

Los campeones del capitalismo son astutos, les concedo eso, pero a continuación les diré por qué están equivocados. Para McCloskey, eso podría en cambio dañar la competencia y desigualdad en la alimentación reducir el incentivo de trabajar duro y generar riqueza. Quizás en la actualidad se haya vuelto un tema relevante porque, en muchas áreas, existe mayor desigualdad estos días.

El Estado de Chile tuvo en educación y salud organizaciones estatales de primer lugar en el mundo. El que a igualdad de condiciones trabaja menos debe recibir menos y proporcional a lo que trabaja o aporta (hay discusión al respecto). La jubilación existe porque en el capitalismo los ancianos no compiten con los jóvenes que recibiendo menos le producen más al patrón y son consideramos más útiles para él. En regímenes solidarios la jubilación no existe, es absurdo pagar menos a las mujeres por el mismo trabajo que el de los varones.