Desigualdad Se Sigue Ampliando En El Mundo: 0,7% De Los Adultos Concentra 46% De La Riqueza

Si de algo se ha hablado persistentemente durante los últimos años en todo el mundo es de inflación y el aumento del costo de la vida. Para Stiglitz, la preocupación principal de las compañías no está puesta en proporcionar mejores bienes y servicios a través de la innovación, sino en la creación de monopolios. Pero está ocurriendo que en muchos sectores económicos no hay un número lo bastante grande de actores para que pueda hablarse de un mercado competitivo como tal. Informe de desigualdad de Oxfam indica que la fortuna de los multimillonarios en el mundo aumentó en un 12% mientras que el ingreso de los pobres cayó en un 11%. La desigualdad sería menos problemática si el lugar que ocupan las personas en el orden social fuese pasajero, sujeto a cambios durante el ciclo de vida o, por último, si la posición social de los hijos no dependiera de la de los padres.

desigualdad de la riqueza en el mundo

A modo de ejemplo, el Gini de la Región Metropolitana para el año 2017 es de 0,50, levemente por sobre el de Chile (0,49), pero muy por sobre el de otras regiones, tales como la de O’Higgins (0,40), Arica y Parinacota (0,41), Tarapacá (0,42) y Antofagasta (0,43). De hecho, el segundo lugar del ranking de desigualdad en Chile lo ocupan La Araucanía, Aysén y Los Ríos, todas con coeficientes de Gini de 0,forty seven, lo que constituye una diferencia no menor respecto de la Región Metropolitana y del promedio nacional. «El poder de la acción pública puede frenar la concentración de poder del sector privado y la desigualdad, convirtiendo el mercado en un espacio más justo y liberándolo del control de los milmillonarios», puntualiza el documento. Además, añaden que «una trabajadora del sector sociosanitario necesitaría 1.200 años para ganar lo que un presidente de una de las empresas de la lista Fortune 100 gana en promedio en tan solo un año». Desigualdad S.A es el informe más reciente de Oxfam, una confederación que reúne a distintas ONG de todo el mundo y cuyo principal propósito es avanzar hacia una economía que gire en torno a las personas y el planeta. “Ha servido como catalizador de cambios a nivel global, como se ha visto en su liderazgo de la huelga feminista de marzo de 2018”, cube el informe.

En este sentido, aunque no hay evidencia concluyente acerca del efecto, la literatura empírica tiende a identificar un efecto positivo significativo del gasto público social en el IDH, pero en una relación no lineal (por ejemplo, Edeme, 2014; Agarwal, 2015; Sulistyowati, Marulitua, y Novindra, 2017). En concreto, Fadilah, Fajri y Kaluge (2018) argumentan que el gasto público en educación, salud y productivo tiene una influencia positiva en el IDH y en todos sus componentes. De manera comparable, Mikusova et al. (2017) sostienen que el gasto público, especialmente la educación, la salud y los servicios sociales, tiene el potencial de tener un impacto positivo en el desarrollo socioeconómico. Para capturar este efecto, se incluye en el modelo la variable gasto público social (gps), definida como la suma del gasto público en salud, educación y las subvenciones y otras transferencias como porcentaje del PIB. Piketty (2015) ha demostrado que las disparidades de riqueza han ido en aumento en muchos países, debido a la mejor posición financiera del 1% más acomodado (denominado como el zero,1%). En specific, Killewald, Pfeffer y Schachne (2017) encuentran que la RE está asociada con resultados a nivel micro, incluyendo educación, ingresos familiares, ingresos laborales, autoempleo, relaciones netas de poder, etc.

En el caso de México, donde viven los dos hombre más ricos de la región, Carlos Slim y Germán Larrea, sucede lo mismo. América Latina y el Caribe es la región con la brecha de desigualdad más grande, por encima de África subsahariana, el sudeste asiático, el norte de África y Medio Oriente, pues en las últimas dos décadas los ricos han incrementado sus fortunas y los pobres se acercaron más a la miseria. En Argentina, la provincia de Salta firmó en 2017 un acuerdo con Microsoft para utilizar inteligencia synthetic en la prevención del embarazo adolescente y la deserción escolar. Según la empresa, a partir de datos recolectados por medio de encuestas a sectores vulnerables de la sociedad “los algoritmos inteligentes permiten identificar características en las personas que podrían derivar en alguno de estos problemas y advierten al gobierno para que puedan trabajar en la prevención de los mismos”. Los datos recabados son procesados por servidores de Microsoft distribuidos alrededor del mundo y el resultado de ese procesamiento apunta específicamente a las adolescentes identificadas como personas bajo riesgo, afectando no solamente su privacidad, sino también su autonomía y generando amplio potencial de discriminación. Se trata, finalmente, de un mecanismo dirigido de control sobre personas en situación de vulnerabilidad que son expuestas a intervenciones sin su consentimiento, reforzando la vulnerabilidad de las personas que son privadas incluso de la posibilidad para decidir sobre esas intervenciones.

Estos son otros factores que permiten medir y evaluar las condiciones de vida de las comunidades», cube. En este contexto, Katia Valenzuela, investigadora de CEDEUS, socióloga y doctora en Ciencias Públicas por la Universidad de Nottinghan, cree que la medición Gini indica desigualdad en cuanto mide ingresos, pero existen más factores a tomar en cuenta. «Si situamos a Chile en comparación con países de la OCDE, Chile es uno de los países más desiguales por lo menos en América Latina, siguiendo el índice Gini, que mide ingresos. Si miramos la tendencia del coeficiente Gini Histórica, o sea desde los 90 hasta ahora, Chile ha reducido su desigualdad por lo menos acorde a este indicador. Sin embargo, las investigaciones de desigualdad en Chile indican que no sólo tenemos que prestar atención a la variable de ingreso, sino también en el caso económico a otros tipos de activos y capitales, que perpetúan la desigualdad ente los más ricos y los más pobres del país», explica.

Según datos usados por Walter Scheidel, “en Estados Unidos, el 1% que más posee entre el 1% más rico (las personas pertenecientes al zero,01% de ingresos más elevados) casi sextuplicó sus beneficios respecto de la década de 1970, mientras que la décima parte más adinerada de ese grupo (el 0,1% más rico) los cuadruplicaba. El resto tuvo un promedio de ganancias de unas tres cuartas partes, lo cual no es desdeñable, aunque dista mucho de los avances que han experimentado los estratos más altos”. Además de “poner fin a la carrera a la baja en la tributación de las personas más ricas y las grandes empresas. Consensuar un nuevo conjunto de normas e instituciones a nivel mundial que permitan rediseñar el sistema tributario para que sea justo, en un proceso en el que los países en desarrollo participen en pie de igualdad”, advierte.

Así, la riqueza extrema, no obstante sus posibles efectos positivos, significa que grupos de la población pueden ser relativamente, si no es que absolutamente, pobres, afectando por esta vía el desarrollo económico y las oportunidades de las personas para alcanzar el tipo de vida por ellos valorada. Esto es, desde el enfoque de desarrollo humano, la ultrarriqueza puede generar mecanismos adversos -desigualdades- a las capacidades humanas en distintas dimensiones, incluidas la salud y la educación (Robeyns, 2019). Considerando los casos particulares de México y China, la acumulación extrema constituye un medio por el cual las oportunidades de desarrollo para los grupos y personas se limitan. El poder de las élites genera externalidades negativas en el proceso de desarrollo humano. En cuanto al ingreso, la riqueza extrema impulsa el índice de ingreso en ambos países, no obstante, el poder concentrado en billonarios y familias, induciría a que los beneficios se concentren en los más ricos. En términos generales, las estimaciones y pruebas estadísticas revelan que la acumulación extrema, así como el resto de variables, son significativos para prácticamente todas las especificaciones.

Es cierto que existe desigualdad de riqueza en el mundo, pero el estándar de vida especialmente el de los pobres se ha incrementado dramáticamente. Lo que antes eran considerados bienes de lujo, financieramente disponibles sólo para los ricos, se han transformado en posesiones ordinarias para los pobres. Refrigeradores, celulares, computadores, desigualdad de la globalización lavarropas, secadores de pelo se han convertido en lugar común en aquellos países que han adoptado el mercado como expresión de la libertad de elegir y contratar. Cuando, a través de los varios medios de la distribución de la riqueza, las autoridades intentan equilibrar los resultados y crean, inadvertidamente, pobreza.

Por ejemplo, en el año 2016, entre los países de la OCDE, el IVA y otros impuestos al consumo representaron en promedio un 32,7% de la recaudación. En Chile, estos mismos impuestos representaron el fifty four,6%, por lejos la proporción mayor entre los más de 30 países que componen el grupo (en segundo lugar aparece Turquía con forty three,6%). Este número nos sitúa en el lugar 24 en términos de desigualdad sobre el complete de 159 países con datos disponibles, y nos corona como el país más desigual de la OCDE.

En las sociedades más desiguales, relativamente pocas personas y en especial las mujeres, alcanzan elevados grados educativos (OXFAM, 2014), que podría explicarse por el efecto perverso del poder de los grupos de élite. Las grandes fortunas podrían limitar las oportunidades educativas en países pobres y desiguales, afectando así, las condiciones previas para un desarrollo más igualitario, desigualdad derechos humanos el empoderamiento de las personas y la pobreza (Purje y Nilsson, 2015). Sin embargo, Saha y Zhang (2017) establecen que el efecto de la democracia en el desarrollo humano depende de los niveles de crecimiento y democracia. Es decir, la democracia es esencial en los países desarrollados, mientras que para los países en desarrollo el crecimiento económico es más relevante.

Los principios subyacentes al desarrollo inmobiliario juegan un papel central en el establecimiento de estas relaciones. La recaudación anual de impuestos a la propiedad sobre el valor del suelo y los edificios son la fuente más significativa de ingresos de los gobiernos locales para el sustento de los servicios públicos(17). En consecuencia, los valores inmobiliarios locales –y no el patrimonio total de la ciudad, estado o nación– son uno de los indicadores más claros de la calidad de la educación, los servicios y la seguridad en los barrios de Estados Unidos.

Sin embargo, un punto del que se sabe menos es si la desigualdad tiene un impacto en el día a día de las personas, más allá de las consecuencias macro que esta puede tener en términos de estabilidad social y de aprovechar el potencial del capital humano de un país. En common, no existe mucha evidencia causal sobre la relación entre desigualdad y bienestar, y es posible que se esté confundiendo con el malestar que genera la pobreza. A igual nivel de ingreso per cápita, países más desiguales tienden a tener mayores índices de pobreza que países menos desiguales, lo que naturalmente llevaría a confundir estos dos conceptos. En mayo de 2014, Christine Lagarde se dirigió a un grupo de líderes mundiales en una conferencia en Londres.