Santiago De Chile Metropolización, Globalización, Desigualdad Revista Eure Revista De Estudios Urbano Regionales

Otras se han deteriorado debido a la pérdida de organización comunitaria, que les daba sentido de identidad, capacidad de acción colectiva y de management de fenómenos como la drogadicción, el crimen y el alcoholismo. Para el economista, es necesario abstraerse del momento político actual y dar una mirada histórica y sincera sobre la discusión de la desigualdad en el país, más allá de las derrotas electorales del gobierno. A cuatro años de la revuelta social, más allá de las simplificaciones, conversar sobre las causas y mirar sus impactos sociales y políticos es un ejercicio que permite situar, sin atajos, las tareas del presente. Las salidas son complejas, con el común objetivo de “incrementar el gasto social, mejorar la protección social teniendo en cuenta que la digitalización trastoca el mundo del trabajo”, advirtiendo que los gobiernos no deben limitarse a levantar las barreras a la igualdad de oportunidades, sino ocuparse de una “provisión de bienestar”. La consecuencia esperable ha sido el aumento de un sentimiento antiglobalizador, la Ocde consideró por primera vez como prioridad la búsqueda del crecimiento económico incluyente.

Por otro lado, el análisis realizado muestra que mientras más carácter global ha tenido la actividad económica en Chile, más posibilidades de crecimiento económico se han generado en los territorios en que se han localizado las operaciones de la economía global. Las regiones que más crecieron en la década de 1990 fueron aquellas en que se concentró la inversión extranjera directa, pero solo las ubicadas en el norte pudieron reducir sus desigualdades. Esto podría estar relacionado con el carácter más productivo y menos especulativo de las actividades económicas instauradas en estas zonas, que principalmente se corresponden con la minería. Por el contrario, las actividades localizadas en Santiago se enfocan especialmente en el sector de servicios empresariales y financieros, lo que podría explicar el hecho de que la desigualdad en la RMS no se haya reducido a pesar del importante crecimiento económico que ha tenido la región.

Aparece así la empresa informativa, donde la comunicación misma se convierte en producto, y cuyo control y gestión pertenece a quienes la sostienen financieramente. Como indica Torres López (1985) la comunicación de masas al convertirse en una actividad industrial más se manifiesta como una actividad institucionalizada que se regula por un ordenamiento jurídico en cuanto a la institución de los medios como unidades productivas sujetas a determinadas leyes. En el mundo financiero los productos culturales, el conocimiento y los bienes inmateriales, son por excelencia los sectores más dinámicos de una economía donde la información es a la vez un issue de producción, un producto consumible y una variable económica. Durante la presentación de su nuevo libro «Capital e Ideología», el mundialmente reconocido economista Thomas Piketty se refirió a las protestas iniciadas en Chile el 18 de octubre de 2019, planteando que en nuestro país ha prevalecido una «ideología de desigualdades». Así, estas movilizaciones continuaron hasta el Estallido Social del año 2019, don-de los/as chilenos/as se tomaron las calles debido a un malestar generalizado, entre otras causas, por la desigualdad del país, demandando un cambio profundo en este, el cual logró un acuerdo para cambiar la constitución que rige a Chile ( Güell, 2019 ).

No obstante, del total de las veintiocho acciones públicas incluidas en el informe, esta es la única cuyos documentos no son de acceso público. Una de las principales críticas que se le ha hecho a este ODS se relaciona con la forma en que este fue concebido. Si bien los 193 países resolvieron en conjunto los objetivos que esta Agenda 2030 contemplaría, aún así hay quienes abogaron por no incluir un apartado especialmente dedicado desigualdad economica por la globalizacion a las desigualdades al momento de las negociaciones, principalmente debido a que este implica, de una forma u otra, un problema redistributivo ( Donald, 2017; Oestreich, 2018 ). Por lo tanto, haber aprobado la Agenda 2030 indica voluntad, pero aún así objetivos como el 10, tendrán que superar barreras y resistencias políticas a nivel internacional y nacional para poder ser implementado y realmente exitoso (Donald & Lusiani, 2016).

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Ante la cada vez mayor complejidad y competitividad multinacional, la “mezcla de empresas, talento y pericia en una amplia variedad de campos especializados hace que un determinado tipo de entorno urbano funcione como centro de información” (Sassen, 2009, p. 52). Es así como toman protagonismo las “ciudades globales” (Sassen, 1991), que se convierten en los “centros de comando y control” de la economía (Friedmann, 1986). Es en este contexto donde las empresas multinacionales y de servicios avanzados comienzan a desarrollar una “economía de aglomeración” (Sassen, 2009), en que el valor agregado se concentra en los cada vez más importantes flujos económicos globales, así como en los territorios que se convierten en sus nodos de conexión.

Sin embargo, las estrategias globales presentan fracasos que «se deben a la falta de sensibilidad cultural, reconocimiento de valores, o de actitudes que hacen que una estrategia exitosa en un país revele ser nefasta en otro» (Mattelart, 1997). Ante esto es necesario detenerse a observar simultáneamente los diferentes niveles de la sociedad (local, regional e internacional), lo que se conoce como glocalización. En consecuencia, el nuevo escenario internacional donde está activo el sistema mundial de comunicación, ha de entenderse como una totalidad; una concepción con tendencia a revolucionar las relaciones internacionales desde las bases. Además, debemos considerar que la globalización no es un fenómeno puramente cuantitativo, pues no se trata de una medición del crecimiento económico de los Estados, sino que se debe observar desde la lógica cualitativa, ya que como indica Giddens (1991) «la mundialización de las relaciones sociales se debe entender fundamentalmente como el reordenamiento del tiempo y la distancia en la vida social». Lo que implica que bajo el manto de la dependencia en los ámbitos político, económico y social, existente entre los países periféricos, cualquier acontecimiento ocurrido en un sector del mundo tendrá repercusiones sobre el resto de las naciones.

Pero este crecimiento ha sido acompañado por lógicas de concentración y exclusión, lo que se evidencia en que las empresas multinacionales más importantes del mundo concentran prácticamente el 40% del PIB mundial actual. Las corporaciones incluidas en el ranking Global 500 de Fortune (2016) tienen ingresos anuales por un volumen de 27,6 billones de dólares, lo que supone que en promedio entre dos y tres empresas por país facturan four de cada 10 dólares que se producen en el mundo. Esta concentración se muestra también  en el estudio Global Metromonitor, dado que 300 ciudades del mundo (en promedio menos de una por país), en 2014 concentraron el 47% del PIB mundial y fueron responsables del 38% del crecimiento económico a escala global (Parilla, Leal, Berube y Ran, 2015). Esta concentración ha generado que las desigualdades económicas se hayan incrementado desde la década de 1980, tanto a escala mundial (Milanovic, 2010) como al interior de los países desarrollados y en vías de desarrollo (Piketty, 2014). La población que tiene acceso a internet en los países en vías de desarrollo es del 21,5% frente al seventy three,4% en los países desarrollados (Guillen, 2010), y el número de subscripciones a telefonía móvil representa un 60% en los países con menor renta per cápita, frente a un 124% en los países con mayores ingresos (Banco Mundial, 2016).

La globalización ha generado un nuevo contexto que ha permitido que se expandan redes y flujos multinacionales (Castells, 2009), haciendo posible la conformación de un entramado de intercambios entre estados nacionales a través de distintos actores transnacionales (Beck, 2006), pero también entre personas, organizaciones y grupos sociales a lo largo del mundo. Esto produce que ciertas actividades comiencen a operar como una sola unidad a escala mundial y de forma simultánea (Castells, 1999), e incluso contradictoria (Giddens, 2007). Este nuevo entorno se ha caracterizado por el protagonismo de una economía mundial desregularizada (Sassen, 2009), el desarrollo tecnológico de nuevas formas de comunicación y gestión de la información (Hilbert y López, 2011), la conformación de alianzas entre gobiernos mediante tratados económicos (Bravo y Briones, 2014) y la expansión de procesos culturales a escala global (World Value Survey, 2016). Zygmunt Bauman (2008) ha destacado que este contexto globalizado también se caracteriza porque “hay política local sin poder y poder global sin política” (p.18). Por tanto, la globalización habría generado una transformación del poder, en que lo global y económico se vuelven determinantes, mientras la política sigue ejerciéndose en el ámbito local y sus instituciones tradicionales ven cómo su poder se “evapora” (Bauman, 2008).

Sus investigaciones se centran en la globalización, el crecimiento económico y el desarrollo, y la economía política. Ha recibido numerosos premios y doctorados honorarios en universidades de Europa y América Latina, y está asociado a varias organizaciones internacionales de investigación como la Ofici… Creo que uno de los elementos que están teniendo un impacto en las situaciones de riesgo tiene que ver con el capital cultural y las cualificaciones.

No obstante, aun considerándose ambas dimensiones, como se expuso en la sección anterior y, como se puede observar en el Anexo 1, los contenidos de estas siguen estando enfocadas mayormente en la dimensión ex-ante. Respecto de las 27 acciones públicas analizadas, se encontraron 18 que hacían referencia, ya sea en su totalidad o en algunos de sus contenidos, a las variaciones en el contexto social. Por el contrario, solo se encontraron cinco de estas acciones que hicieran referencia a las diferencias en las perspectivas relacionales, cuatro que aluden a las heterogeneidades personales y dos que apuntan a la diversidad ambiental. Sin realizar un juicio de valor respecto de estos resultados, lo que requeriría un estudio profundo de las causas de las desigualdades en Chile, se puede observar una tendencia hacia un solo issue causante de las disparidades económicas, es decir, a las variaciones en el contexto social en que se encuentran las personas que residen en el país.

Se ha perdido capital social y lo que se llamó movimientos poblacionales, esto es, política en el ámbito comunitario, vecinal, preocupada de la representación y no solo del acceso a programas estatales. Las tasas de violencia tanto en Santiago como en el país no han aumentado en los últimos diez años. No obstante, el tema de la seguridad ciudadana está cada vez más presente en las noticias de los medios de comunicación masivos y en las opiniones que registran las encuestas, en especial cuando se trata de delincuencia. Decíamos que la calidad del servicio varía según el subsistema desigualdad actual educacional de que se trate, dependiendo del sector socioeconómico al que está dirigido. Esto se ve confirmado por los resultados del llamado Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), una prueba aplicada desde 1988 a lo largo de todo el país a los cuartos años de educación básica en los años pares, y a los octavos años de educación básica en los años impares. El reconocido economista Andrés Solimano, ex director del Banco Mundial y presidente del Centro Internacional de Globalización y Desarrollo, abordó la carga histórica de la desigualdad económica en Chile.

No conozco adecuadamente la cosmovisión mapuche, pero la experiencia me cube que el principal obstáculo para la apertura de las universidades a las etnias minoritarias tiene que ver con las desigualdades sociales. Un sistema universitario en una democracia, debiera tener entre sus objetivos asegurar la igualdad de oportunidades, en este sentido la desigualdad social étnica supone condiciones desiguales en el acceso a la universidad. Es muy difícil subsanar esas desigualdades que finalmente se traducen en competencia de acceso  o dificultades para las competencias que debieran adquirirse en la vida universitaria. No debemos perder de vista que las políticas en torno a la diversidad étnicas no deberían ser compensatorias, sino que inclusivas. Las políticas inclusivas implican el reconocimiento de la identidad con respecto a las capacidades.

Así, se podría haber inferido que la estrategia chilena para reducir las desigualdades en el contexto de la Agenda 2030 se centraría mayormente en la dimensión ex-post. Como conclusión del presente estudio, se puede destacar que la ciudad de Santiago de Chile ejemplifica claramente el tipo de globalización que ha sido hegemónico hasta la fecha. Hay que destacar que el crecimiento sistémico que produce la actual globalización, caracterizada por una economía global desregularizada, se deslegitima en la medida que supone una clara segmentación entre los que se benefician del incremento económico que produce y aquellos que quedan apartados de sus beneficios, tanto personas como grupos sociales o territorios. En este sentido, en la ciudad global de Santiago de Chile se observa que mientras más fragmentada está la gobernanza, más riesgos existen de que se mantengan o aumenten las desigualdades. Es decir, mientras más se extrema la dinámica de poder global y política native, parece que más fuertemente se instauran las lógicas de concentración y exclusión, inherentes a la globalización económica financiarizada y desregulada.